Herbert Mujica Rojas

Petroperú y su principal unidad industrial productora, la Refinería de Talara, están a punto de ser malbarateadas al mejor postor, y unos idiotas, con y sin uniforme, guardan silencio ominoso. ¡Como si la empresa no fuera propiedad de los peruanos que la sufragaron con sus impuestos!

 

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El mutismo de los clowns que en política se hacen llamar “líderes o dirigentes” es tanto más escandaloso cuanto que ¡ni siquiera tienen idea de qué está en juego en el plano geopolítico y en la lucha por un Perú justo, culto, limpio y digno para los próximos cien años.

En buen castellano, los clubes electorales, alias partidos políticos son parte de una neumática cómplice, entreguista, abominable que es la delicia de los vendepatria, con diplomados y medallitas, que cobran ya y luego con honorarios de éxito, sus viles dineros, por regalar porciones de la Patria con desfachatez, descaro, almas traicioneras.

¡Idiotas pintados en la pared!

Las circunstancias ponen en el timón del Perú, nuevamente, una oportunidad extraordinaria: el comando y orientación exportador de buena parte de América Latina hacia el Asia que con una buena dirigencia en los gobiernos, prenderá los fanales de un desarrollo social, industrial, comercial y de toda índole con beneficio para más de 33 millones de peruanos.

Eso implica la creación de puestos de trabajo, de industrias y negocios colaterales. ¡Y menos delincuentes en las calles!

Presumir que esa dinámica ambiciosa pueda manejarse huérfana de suministro de combustibles, hidrocarburos y liderazgo peruano indiscutible en el mando, se haga con quienes buscan beneficio a terceros o cuartos, es una quimera. Es más, es una aberración.

Cuando la guerra del Cenepa en los años 95, las dos refinerías La Pampilla y Talara, fueron vitales en el aprovisionamiento de combustible. ¿Los idiotas que están pintados en la pared habrán considerado el casus belli para sus rompecabezas de juguete? ¿Qué cabeza fría y analítica puede descartar los atajos bélicos para un país que tiene cinco fronteras y que está pronto a comandar la conexión potente con el Asia?

¿Se les ha ocurrido a estos idiotas pintados en la pared que el resto va a mirarnos pasivamente? ¿O son ellos las cabezas de playa para nuevas invasiones?

Del vendepatria no se puede esperar nada. Diestro en las relaciones sociales, está en todo el tejido social de alto nivel, donde se toman decisiones ejecutivas que pueden regalar un recurso no renovable o concederlo por decenas de años, pero la “coimisión” ya se ganó por anticipado y depositó en cuentas sin número y en paraísos fiscales.

El vendepatria es el embajador de intereses ajenos, ambicioso de su trayectoria individual aunque eso signifique la mutilación del bien nacional. ¡Total, qué le importa mientras los suyos y sus alforjas, por delante, ya estén robustas por anticipado!

Un viejo político me dijo, años atrás, que los vendepatrias no sólo venden a sus madres ¡sino que hasta negocian el precio! ¿No estamos viendo a los estridentes, echar lodo con ventilador a Petroperú berreando porque se disponga su vergonzoso remate? Palabras más, palabras menos.

Los clowns que infectan y abarrotan con su ignara presencia los ámbitos políticos del país, debieran, por un instante, pensar dos veces respecto de la historia. Con Fujimori y su régimen entreguista, se malbaratearon decenas de empresas. Se enajenó del dominio nacional, negocios que debieron ser perfeccionados, no rematados.

¿Y qué ocurrió luego de esas ventas descaradas? ¡Los fenicios vendieron al doble, triple o cuádruple, las mismas unidades de negocios y todos cobraron el dinero sucio de las comisiones delictivas!

Para lo antedicho, montaron campañas de prensa, usaron dictámenes económicos alarmistas de las grandes clasificadoras de riesgos del imperialismo que cobran caro por sus sentencias parcializadas, movieron a una prensa lacaya, cómplice, miserable. ¡Cuántos nuevos millonarios aparecieron desde entonces!

Los vendepatria, clowns, lidercillos de los clubes electorales son arrebañados, masas informes de mediocridades que sumadas pronuncian mugidos sin sustancia, sin armonía o elaboración estratégica y táctica. Por tanto imperativo que grupos premunidos de una idea-país, o ambiciones estructuradas de cómo conducir la conjunción hacia el Asia y por el Pacífico, arranquen a funcionar con ciencia y conciencia.

Los idiotas que están pintados en la pared, son bulla, tinglado, alboroto, gresca y turbamulta.

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

30.08.2024

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