Experto sugiere no seguir el modelo chileno en educación sino el de las economías asiáticas.
Por Hernán Briceño Ávalos (*)
Sin duda alguna, uno de los retos para el país en los próximos años, especialmente para el gobierno y sector empresarial, es revertir los ínfimos niveles de exportaciones de productos industriales con contenido tecnológico que históricamente viene registrando nuestro país; estos productos contienen un alto componente de investigación y desarrollo.
De acuerdo con estadísticas del Banco Mundial, en ese índice no sólo nos encontramos por debajo de los países asiáticos (tigres), tales como Singapur y Corea, sino también por debajo de Chile.
Asimismo, el ingreso per cápita de estos países (incluido Perú), el cual representa el bienestar socioeconómico, presenta una asociación o correlación positiva con las exportaciones de productos tecnológicos.
A mayor componente tecnológico de las exportaciones, existe también un mayor ingreso per cápita. Por lo que es importante que nos aboquemos a incrementar estas exportaciones, lejos de preocuparnos de explotar y exportar recursos naturales; esto también para evitar conflictos sociales en el interior de nuestro país.
En ese sentido, es importante la adopción de políticas para la industrialización, desarrollo tecnológico, científico e innovación, liderado por el Estado y todas sus instituciones, pero con plena participación del sector privado.
Las demás políticas sectoriales deben ser seguidoras de la megapolítica de industrialización del país. Por ejemplo, se necesitaría establecer convenios de estabilidad tributaria para fomentar los proyectos de inversión privados que busquen la industrialización de nuestros recursos naturales, minerales, en todas sus formas, y no de aquellos interesados en sólo extraerlos.
Es precisamente la industrialización que ha llevado a que los salarios se incrementen fuertemente en los países desarrollados e incluso asiáticos en las últimas décadas. Por lo que estas políticas están directamente relacionadas con el bienestar futuro del trabajador peruano.
No es cierto que el sector privado lo pueda todo, pues en Asia ha existido un fuerte direccionamiento e intervención de los gobiernos de turno, para lograr su industrialización.
Asimismo, en medio de los efectos negativos de la crisis financiera internacional, es importante que nuestro país mejore sus niveles de calidad educativa. Si bien es cierto que los niveles de cobertura se han incrementado, no así la calidad; especialmente, en lo que respecta a educación superior universitaria y técnica si queremos desarrollar tecnología.
Por su parte, la ministra de Educación debería concentrarse en mejorar la ubicación del Perú en el PISA (Programme for International Student Assessment), pues estamos en la cola, en tanto que países asiáticos se ubican en los primeros puestos; como resultado ellos poseen un mayor ingreso per cápita.
Asimismo, es necesario el fortalecimiento de la burocracia estatal, reclutando profesionales más capacitados, los cuales deben ser adecuadamente incentivados con remuneraciones de estándares internacionales. Claro, algunos partidos políticos que no cuentan con este tipo de cuadros profesionales evitan colocar esta necesidad en la agenda política nacional.
Debería implementarse un verdadero Servicio Civil, como en Nueva Zelanda. Igualmente de reglamentarse las características de los profesionales que requieren las direcciones generales o de línea en el interior de los ministerios. No es adecuado que con cada nuevo ministro se tengan nuevos directores, los mismos que no guardan los perfiles para dichos puestos.
También es necesaria una mayor inversión en proyectos de obras públicas tales como infraestructura de transportes, aeroportuaria, puertos, etc. Más líneas de los llamados trenes eléctricos, pero no sólo en una ciudad de cerca de 9 millones de habitantes como es Lima; sino también interprovinciales. Por ejemplo, entre Lima, Ica y Arequipa, la misma que sería una ruta muy rentable para el sector privado. O, por qué no, Chimbote-Lima; esto también llevaría a la reducción de accidentes de tránsito y asaltos en las carreteras.
Asimismo, continuar con las políticas que lleven a la reducción de los índices de pobreza de forma focalizada, especialmente en las áreas rurales del país, a través de una mayor inclusión social, infraestructura productiva, mayor acceso al sector financiero, educación de calidad, sistema de atención de salud primaria, otorgamiento de becas y créditos educativos para estudiantes sobresalientes de estas regiones y no solo regalando dinero, lo cual es políticamente rentable.
Otro importante aspecto que viene pasando inadvertido en la agenda política del país es el posicionamiento de más profesionales peruanos en los organismos internacionales de diversa índole, especialmente financieros. Esto ha venido haciéndolo Corea, Alemania ha incrementado su presupuesto para ello, y ni qué se diga del vecino país del sur.
Finalmente, luego de haber estudiado y vivido en Chile y Corea, no sería recomendable para el Perú seguir el modelo de crecimiento chileno como lo hemos venido haciendo en las últimas décadas, pues existen demasiados problemas al respecto, no sólo por sus escasos niveles de innovación tecnológica, sus ínfimos índices de inversión en investigación y desarrollo, sino también porque se trata de una de las sociedades con un nivel de redistribución de la riqueza más desigual en el mundo.
En ese sentido es recomendable seguir los modelos de desarrollo de las economías asiáticas, especialmente Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Taiwán.
(*) Economista, Máster en Desarrollo Internacional.
Expreso, Lima, 13-01-2013
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