Las imágenes violentas aumentan la agresión en los adolescentes
Un estudio asegura que el ver escenas constantes de violencia en las películas, televisión o juegos de vídeo los convierte en personas más agresivas.
Analizando el comportamiento de 22 chicos de entre 14 y 17 años, el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos halló evidencia de que ver docenas de escenas violentas embota las respuestas cerebrales.
El estudio, publicado en la revista Social Cognitive & Affective Neuroscience, comprendió 60 escenas violentas en vídeos, la mayor parte de ellas sobre gritos y peleas callejeras.
Las escenas violentas fueron catalogadas como "bajas", "leves" o "moderadas", sin escenas "extremas".
Los chicos respondieron al ser preguntados si cada escena era más o menos agresiva que la previa y se escaneó sus cerebros para saber qué áreas del cerebro se activaban. También se colocó electrodos en sus dedos para detectar el sudor, que es un indicativo de una respuesta emocional.
Cuanto más vídeos miraron, en especial los leves y moderados, tanto menos respondieron a la violencia, lo que sugiere que "se acostumbran".
En particular, el córtex orbitofrontal lateral, que se cree está relacionado con el procesamiento de emociones, mostró menor actividad con cada escena, según avanzó el tiempo.
El doctor Jordan Grafman explica que exponer a los chicos a los vídeos más violentos inhibe las reacciones emocionales a similar agresividad en los vídeos en el tiempo e implica que los adolescentes normales sienten menos emociones conforme avanza el tiempo de visión de vídeos similares, lo cual podría producir reacciones más violentas en los adolescentes.
Las consecuencias de la exposición continua a la violencia en los adolescentes implica que se vuelvan menos sensibles a la violencia y la acepten más, lo cual los hace más proclives a cometer actos de agresividad, pues los componentes emocionales asociados a la agresión se reducen y es esta reacción emocional la que frena el comportamiento agresivo: si se reduce la reacción emocional la agresión presenta menos y menos freno.
El estudio, publicado en la revista Social Cognitive & Affective Neuroscience, comprendió 60 escenas violentas en vídeos, la mayor parte de ellas sobre gritos y peleas callejeras.
Las escenas violentas fueron catalogadas como "bajas", "leves" o "moderadas", sin escenas "extremas".
Los chicos respondieron al ser preguntados si cada escena era más o menos agresiva que la previa y se escaneó sus cerebros para saber qué áreas del cerebro se activaban. También se colocó electrodos en sus dedos para detectar el sudor, que es un indicativo de una respuesta emocional.
Cuanto más vídeos miraron, en especial los leves y moderados, tanto menos respondieron a la violencia, lo que sugiere que "se acostumbran".
En particular, el córtex orbitofrontal lateral, que se cree está relacionado con el procesamiento de emociones, mostró menor actividad con cada escena, según avanzó el tiempo.
El doctor Jordan Grafman explica que exponer a los chicos a los vídeos más violentos inhibe las reacciones emocionales a similar agresividad en los vídeos en el tiempo e implica que los adolescentes normales sienten menos emociones conforme avanza el tiempo de visión de vídeos similares, lo cual podría producir reacciones más violentas en los adolescentes.
Las consecuencias de la exposición continua a la violencia en los adolescentes implica que se vuelvan menos sensibles a la violencia y la acepten más, lo cual los hace más proclives a cometer actos de agresividad, pues los componentes emocionales asociados a la agresión se reducen y es esta reacción emocional la que frena el comportamiento agresivo: si se reduce la reacción emocional la agresión presenta menos y menos freno.