La sociedad planta cara a la industria transgénica
Por Pedro Cáceres | Madrid
Una mazorca de maíz a la que se está realizando un test llamado Trait Bt1 para detectar si contiene la proteína Yielgard-Cry1AB contenida en la variedad MON810 del maíz transgénico de Monsanto.
Investigadores y miembros de la sociedad civil se movilizan contra la industria
España es con 80.000 hectáreas el país de la UE con más sembrados
La variedad de maíz usada en nuestros campos está prohibida en Francia
La Comisión Europea debe decidir si cada país es libre de decidir su uso o no
La sociedad se mueve en contra de los transgénicos. Científicos, agricultores, consumidores y ecologistas han presentado en Madrid un manifiesto en el que expresan su rechazo al cultivo de organismos modificados genéticamente (OMG), denunciando el "peligro para el medio ambiente y para la salud" que suponen.
Además, aseguran que, lejos de contribuir a mejorar la productividad agrícola, los cultivos transgénicos acarrean graves distorsiones sociales y económicas y no garantizan rendimientos mejores que los cultivos industriales.
El manifiesto afirma: "A pesar de la ingente propaganda sobre multitud de funcionalidades, las variedades comerciales incorporan tan sólo dos características: la resistencia a insectos plaga y/o la tolerancia a un herbicida determinado. Un 81% de la superficie de OMG cultivada en el mundo son plantas resistentes a herbicidas".
Sólo la enorme capacidad económica y de influencia social del puñado de empresas que domina el desarrollo de esta tecnología y la permisividad de ciertos gobiernos con los grupos de presión es lo que permite el avance de una técnica que, según los ecologistas, es un negocio privado que no genera los beneficios sociales que promete.
La polémica es de especial importancia en España, puesto que nuestro país es el más permisivo de toda Europa con estos productos. España está a la cabeza de la Unión Europea, con un récord de 80.000 hectáreas destinadas a cultivos transgénicos en el año 2008. La mayoría pertenecen a la variedad de maíz MON810, diseñada por la compañía Monsanto. Este tipo de maíz fue prohibido en Francia el año pasado y su seguridad ha sido puesta en duda por recientes estudios.
Como demuestra el caso del MON810, prohibido en Francia y sembrado por doquier en España, no hay unanimidad en Europa respecto a los transgénicos. Próximamente, la Comisión Europea debe decidir al respecto y decidir si impone un criterio único a todos los miembros. Los firmantes del manifiesto reclaman que las autoridades comunitarias veten el cultivo de transgénicos.
El manifiesto fue presentado de forma conjunta por las organizaciones Greenpeace, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción. Junto a ellos estaba el sindicato agrario COAG y la activista india y premio Nobel alternativo Vandana Shiva. El representante de Greenpeace, Juan-Felipe Carrasco, hizo hincapié en la pluralidad de voces que se alzan contra los transgénicos: "No somos unos ecologisas exaltados, como suelen designarnos los interesados en desacreditar el movimiento, sino que hay 450 personas cualificadas de todos los ámbitos. Hay investigadores, técnicos, expertos de todos los sectores del conocimiento; las mayores centrales sindicales; sindicatos agrarios como UPA y COAG; las cinco grandes asociaciones de consumidores; las grandes organizaciones ecologistas...". Carrasco insistió en que los transgénicos son una amenaza para "la agricultura y la sostenibilidad".
Manifestación en Francia contra cultivos de Monsanto.
David Sánchez, de Amigos de la Tierra, criticó la "falta de trasparencia y de control" que hay en torno a los transgénicos en España. "No se sabe dónde se plantan; no hay estudios de impacto y se pretende introducir cultivos experimentales de nuevas variedades sin análisis previos a la implantación", afirmó.
Por su parte, Daniel López, de Ecologistas en Acción, afirmó que los "pretendidos beneficios" que publicita la "industria biotecnológica y algunas administraciones" no se cumplen. "A cambio", afirmó, "hay impactos sobre la salud, sobre los ecosistemas y sobre el tejido socieconómico".
Miguel Padilla, del sindicato agario COAG, consideró que no existe posibilidad alguna de que coexistan los cultivos transgénicos con el resto, puesto que estos últimos se contaminan debido a la polinización, que transfiere rasgos de una planta a otra.
En todo el mundo
Vandana Shiva aportó el punto de vista internacional y su experiencia en la India, donde miles de agricultores se han visto arruinados por el uso de transgénicos para cargar contra lo que considera que es una industria con un gran poder de influencia para conseguir sus objetivos, nada claros: "Los transgénicos no son la solución al hambre. El futuro de la alimentación no pasa por el control de las multinacionales, que actúan como dictadores de lo que comemos y cultivamos, sino porque las semillas permanezcan en manos de los pueblos", afirmó.
"Este documento debe servir para que el Gobierno de España, que dice tener políticas progresistas y a favor de la sociedad, tome nota de la abrumadora oposición social a los transgénicos y modifique sus políticas que solamente benefician a las corporaciones agro-biotecnológicas", declaró también Vandana Shiva.
El Gobierno de España se encuentra en el pequeño grupo de países que está ayudando a la Comisión Europea a obligar a los estados miembros a levantar sus prohibiciones y a cultivar transgénicos. Mientras los mayores productores de maíz de la UE han prohibido el cultivo de transgénicos, basándose en numerosos estudios científicos sobre sus impactos ambientales y sanitarios, España sigue siendo el principal productor de maíz transgénico de la UE.
La ciencia en boca de todos
"España no debe ser cómplice de la pérdida de biodiversidad que suponen los OMG", afirmó Vandana Shiva, quien también recordó que "no existe ninguna ciencia en los pretendidos argumentos científicos de quienes defienden los transgénicos".
Según Shiva, las empresas de biotecnología siempre usan los argumentos de expertos que dominan el aspecto de la modificación de células en laboratorio, un campo muy restringido. La activista india criticó: "Sus expertos no conocen la planta entera, ni hablan de ecosistemas, ni explican cómo afecta lo que hacen al resto de la cadena alimentaria, ni tampoco son expertos en suelo para saber si la toxina insecticida que produce su maíz gracias a la introducción de un gen también mata a los microorganismos del suelo tan importantes para la vida".
Shiva aportó datos y referencias a estudios que desmontan los argumentos de las empresas biotecnológicas. "Dicen que el uso del maíz Bt ayuda a usar menos pesticidas. Eso se ha comprobado que es falso. En India lo que han conseguido es aumentar un 1.300% el uso de pesticidas en esos cultivos", afirmó para añadir también: "Acabamos de terminar un estudio sobre el impacto del algodón Bt en los suelos. Hemos comprobado que en tres años ha bajado un 17% el número de microorganismos beneficiosos para el suelo y un 26% la fertilidad del suelo debido a la pérdida de las enzimas que permiten transferir los minerales en forma de nutrientes absorbibles por las plantas".
Ese gen Bt es el que porta el maíz MON810 la variedad desarrollada por Monsanto que se siembra en España. Porta genes de una bacteria, llamada 'Bacillus thuriengensis', que produce una toxina natural que repele a insectos como el taladro del maíz. Tras la inserción del gen, la planta se convierte en una factoría de esa toxina. Shiva afirmó que un reciente estudio ha mostrado que la ingestión de maíz Bt intoxica a ratones de laboratorio.