En las últimas semanas y meses, la variación negativa de algunos indicadores nos está advirtiendo de los impactos que la situación económica internacional tiene sobre la economía peruana. Uno de ellos es la caída de la Bolsa de Valores de Lima por sétima jornada consecutiva, cuyo índice general (IGBVL) cerró ayer en 14,795. Como en enero del 2006, el IGBVL estaba en 13,000, tenemos que en los últimos 12 meses su rentabilidad ha sido de solo 13.5%.
Esta vez la causa no está directamente relacionada con los precios de los metales (sobre todo el cobre), ya que en las últimas semanas estos se han recuperado (aunque están todavía lejos de los altísimos precios máximos del 2007). La cuestión, ahora, es que los inversionistas temen, no solo que haya recesión económica en EEUU, sino que esta sea prolongada.
Y, lo que sería peor: que desemboque en una crisis sistémica, es decir, que afecte a casi todos los sectores productivos y financieros, tanto en EEUU como en el resto del mundo. Es por eso que en EEUU ahora todos hablan de un paquete reactivador (el "estímulo") de vieja cuña keynesiana: el Estado acude al salvataje de la economía inyectándole centenas de miles de millones de dólares.
Acompañando la desaceleración de la economía tenemos un segundo factor: la inflación, que en EEUU llegó a 4.1% en diciembre, provocada sobre todo por el aumento del precio del petróleo y, también, de los alimentos (la cual se explica, en buena medida por la reducción de las áreas sembradas de trigo y soya para sembrar maíz y beterraga para producir etanol).
En toda América Latina y también en el Perú, se ha sentido el impacto. La inflación en el Perú en el 2007 ha sido de casi 5%: muchos productos de la canasta que mide la inflación son importados y han subido de precio, entre ellos el maíz (alimento para el pollo), el trigo (pan) y la soya (aceites). También influye el alto precio del petróleo, aunque el gobierno mitigó su alza con el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, beneficiando fuertemente a las refinerías.
Para luchar contra la inflación, el BCR subió la tasa interés de referencia a 5.25%, en el mismo momento que el Banco Central de EEUU disminuye la suya para combatir la recesión. Para aprovechar este diferencial de tasas de interés, han ingresado en los últimos días varios miles de millones de dólares (el presidente del BCR, Julio Velarde, dice que el ritmo de ingreso ha sido equivalente al 8% del PBI mensual, cifra enorme).
El tercer factor es que esa sobreoferta de dólares por parte de capitales especulativos ha devaluado aún más el dólar lo que, a su vez, ha llevado al BCR a comprar miles de millones de dólares para detener su caída. Sin embargo, los analistas económicos de los bancos de inversión pronostican que el dólar seguirá cayendo y que podría terminar el año en 2.80 y hasta en 2.50.
¿Por qué? Porque perciben que un dólar barato ayudaría al BCR en la lucha contra la inflación. De su lado, los especuladores no solo "perciben": actúan. Para ellos es un buen negocio vender dólares, digamos a 3 soles, comprar certificados del BCR para ganar la tasa de interés ("rentabilizarlos") y, luego, venderlos para comprar dólares a 2.90 o 2.80. Solo cuando el BCR ha tomado medidas directas contra los especuladores (aún insuficientes) como el aumento del encaje, ha parado, un poquito, la caída del dólar.
Estos tres factores nos dicen que la inflexión negativa de la economía de EEUU, que recién está comenzando, ya hace sentir sus efectos. En los últimos años, casi todos los países han "corrido la ola" del auge económico (alimentado, es cierto, por los desbalances de la economía de EEUU, que, claro, no podían ser permanentes). Las vacas flacas ya están llegando y lo que ahora nos espera es bastante más complicado.
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