Inflación importada y alza de precios de alimentos
por Humberto Campodónico.
La semana pasada nos preguntábamos hasta dónde podría durar el miniboom de precios de las principales materias primas, como el petróleo, el oro y el cobre. La misma pregunta vale para los precios de los principales productos agrícolas que han alcanzado récord de precios en los últimos meses.
Trigo |
Maíz | Soya |
2006 | 2007 | Variación | 2006 | 2007 | Variación | 2006 | 2007 | Variación | |
Volumen Miles ton |
1484 | 1554 | 4.7% | 1511 | 1609 | 6.4% | 1099 | 1106 | 0.60% |
Precio US $/ton | 151 | 222 | 47% | 114 | 161 | 47% | 272 | 358 | 31.6% |
Valor US$ millones |
224 | 345 | 53.9% | 172 | 259 | 41.1% | 299 | 396 | 32.4% |
Estos aumentos de precios tienen efectos diversos para la economía peruana. Así, por ejemplo, el alza de los precios de los minerales (oro y cobre) impacta positivamente en las cuentas fiscales y la balanza comercial. Pero la sobreoferta de dólares aprecia el nuevo sol y motiva las quejas de los exportadores por pérdida de competitividad. Además, hay que tomar en cuenta que no se está cobrando el impuesto a las sobreganancias, con lo cual no está guardando pan para mayo. Así, a diciembre del 2006, el Fondo de Estabilización Fiscal solo tiene un "guardado" de US$ 336 millones.
De su lado, el alza del precio del petróleo tiene también un impacto negativo pues, a pesar de Camisea, la balanza comercial energética sigue siendo negativa. También tiene un impacto adverso en las cuentas fiscales pues el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (que ya lleva más de S/. 1,200 millones) es financiado con impuestos de todos los peruanos. Agréguese a esto que los precios de paridad de importación que considera el Fondo están sobrevaluados, lo que conduce a enormes ganancias de… las refinerías.
Pero el impacto más negativo es el alza de los precios de los productos agrícolas porque somos un país importador neto de alimentos. Así, en el 2007 importamos un total de US$ 1,207 millones de trigo, maíz, soya, arroz, azúcar y lácteos, 37% más que los US$ 880 millones del 2006. Este impacto negativo golpea a los consumidores, sobre todo a los de menores ingresos, que gastan una mayor parte de su presupuesto en alimentos.
Dice el BCR en su Reporte de Inflación de enero del 2008 que si bien la inflación de Lima Metropolitana solo fue de 3.9%, la inflación "importada", sobre todo por alimentos y combustibles fue de 10.5%. Aquí destaca la inflación "importada" por los alimentos que, según el BCR, fue nada menos que el 18.8%.
Lo más preocupante es no solamente el aumento de los precios de los alimentos importados (ver cuadro; 47% para el trigo y el maíz; 32% para la soya) sino, también, el aumento del volumen importado del trigo y del maíz. Dice la Nota de Estudios # 9 del BCRP (www.bcrp.gob.pe), que en el 2007 se importaron 1,554 toneladas de trigo y 1,609 toneladas de maíz, es decir, 4.7 y 6.4% más que en el 2006, respectivamente.
Lo peor es que los precios de los alimentos seguirán al alza. Dice el New York Times que eso ha determinado que el Programa Mundial de Alimentos de NNUU ya no pueda atender las raciones de 73 millones de pobres extremos en el mundo. Esto se debe "al apetito de los biocombustibles subsidiados en los países ricos: en EEUU, el 14% de la cosecha de maíz se utilizó para producir etanol en el 2006, y llegará a 30% en el 2010. Esto reduce la producción de soya, pues los granjeros, para aprovechar los altos subsidios, orientan sus cultivos a los biocombustibles" (2/3/2008).
Así las cosas, si bien puede esperarse que la recesión en EEUU incida en la baja de los precios de los metales, así como del petróleo, no se espera que suceda lo mismo con los alimentos. La receta no puede ser la simplista bajada de aranceles —que no ha bajado los precios— sino una verdadera política de seguridad alimentaria y de apoyo a los agricultores (distintos de los agroexportadores). En ese sentido, la noticia de que se va a vender el 51% del Agrobanco a la empresa privada agravará los problemas, tema que tocaremos en un próximo artículo.
De su lado, el alza del precio del petróleo tiene también un impacto negativo pues, a pesar de Camisea, la balanza comercial energética sigue siendo negativa. También tiene un impacto adverso en las cuentas fiscales pues el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (que ya lleva más de S/. 1,200 millones) es financiado con impuestos de todos los peruanos. Agréguese a esto que los precios de paridad de importación que considera el Fondo están sobrevaluados, lo que conduce a enormes ganancias de… las refinerías.
Pero el impacto más negativo es el alza de los precios de los productos agrícolas porque somos un país importador neto de alimentos. Así, en el 2007 importamos un total de US$ 1,207 millones de trigo, maíz, soya, arroz, azúcar y lácteos, 37% más que los US$ 880 millones del 2006. Este impacto negativo golpea a los consumidores, sobre todo a los de menores ingresos, que gastan una mayor parte de su presupuesto en alimentos.
Dice el BCR en su Reporte de Inflación de enero del 2008 que si bien la inflación de Lima Metropolitana solo fue de 3.9%, la inflación "importada", sobre todo por alimentos y combustibles fue de 10.5%. Aquí destaca la inflación "importada" por los alimentos que, según el BCR, fue nada menos que el 18.8%.
Lo más preocupante es no solamente el aumento de los precios de los alimentos importados (ver cuadro; 47% para el trigo y el maíz; 32% para la soya) sino, también, el aumento del volumen importado del trigo y del maíz. Dice la Nota de Estudios # 9 del BCRP (www.bcrp.gob.pe), que en el 2007 se importaron 1,554 toneladas de trigo y 1,609 toneladas de maíz, es decir, 4.7 y 6.4% más que en el 2006, respectivamente.
Lo peor es que los precios de los alimentos seguirán al alza. Dice el New York Times que eso ha determinado que el Programa Mundial de Alimentos de NNUU ya no pueda atender las raciones de 73 millones de pobres extremos en el mundo. Esto se debe "al apetito de los biocombustibles subsidiados en los países ricos: en EEUU, el 14% de la cosecha de maíz se utilizó para producir etanol en el 2006, y llegará a 30% en el 2010. Esto reduce la producción de soya, pues los granjeros, para aprovechar los altos subsidios, orientan sus cultivos a los biocombustibles" (2/3/2008).
Así las cosas, si bien puede esperarse que la recesión en EEUU incida en la baja de los precios de los metales, así como del petróleo, no se espera que suceda lo mismo con los alimentos. La receta no puede ser la simplista bajada de aranceles —que no ha bajado los precios— sino una verdadera política de seguridad alimentaria y de apoyo a los agricultores (distintos de los agroexportadores). En ese sentido, la noticia de que se va a vender el 51% del Agrobanco a la empresa privada agravará los problemas, tema que tocaremos en un próximo artículo.
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