Sí se puede cambiar las reglas del mercado
Por Humberto Campodónico
El gobierno ha adoptado tres medidas para controlar la inflación, dos en el plano macroeconómico y otra en el ámbito sectorial. Las medidas macro consisten, primero, en dejar que el dólar se devalúe, poco a poco pero sistemáticamente, para que las importaciones, sobre todo de alimentos, sean más baratas.
La segunda medida macro rebaja los aranceles de todo tipo, lo que incluye a los alimentos para que el menor costo de importación implique menores precios al público. Esta medida supone (subrayamos, supone) que en los canales de oferta (lo que incluye a los importadores) hay competencia y no mercados oligopólicos.
La medida sectorial consiste en que el Estado subsidia el precio de los combustibles con el Fondo de Estabilización que otorga dinero a las refinerías (en exceso, como lo hemos denunciado muchas veces) evitando así que suban de precio. Desde hace meses, el precio de los combustibles no ha variado, siendo el costo de S/. 50 millones semanales. Como solo hay 2 refinerías, más la planta de Pluspetrol en Pisco, los precios son (más o menos) transparentes. Y si bien los precios en las diferentes cadenas de grifos no son iguales, las diferencias no son superiores al 20% (como máximo).
Como los precios de los alimentos siguen subiendo y los precios de los combustibles están estables, todo el Perú sabe que las medidas macro para combatir la inflación no están funcionando. El problema, para el gobierno, es la baja de la popularidad del presidente. Pero el verdadero problema lo sufren, de un lado, los consumidores al crecer el forado en sus bolsillos y, de otro, los industriales, porque tienen una enorme competencia desleal de productos importados, con dólar barato y sin arancel.
Es hora, entonces, de pensar en medidas orientadas al sector agrario y a las cadenas de comercialización. Lo sensato es, qué duda cabe, escuchar a quienes han estudiado estos problemas. Así, por ejemplo, Fernando Eguren de Cepes nos dice que "el desarrollo rural es considerado, por los organismos internacionales, como clave —más aún, prioritario— para el desarrollo general de las economías de los países en desarrollo. En segundo lugar, que compete a la pequeña agricultura un papel estratégico en ese desarrollo, y particularmente en la erradicación de la pobreza" (La República, 18/3/08).
Reynaldo Trinidad, Director de Agronoticias dice que "hay una ausencia de planificación concertada de la producción nacional, según las perspectivas del consumo interno y la oferta externa". También que existe "una acción especulativa de los oligopolios importadores, que no trasladan al público las rebajas arancelarias", así como una "acción especulativa de ciertos acopiadores y comerciantes (sobre todo mayoristas) ante la dramática desorganización del proceso de comercialización agroalimentaria".
Por el lado del consumo, dice Trinidad que se pueden fomentar, por ejemplo, mercados de productores, ferias y festivales agroalimentarios en los distritos más populosos para posibilitar el contacto directo entre productores y consumidores. También, "impulsar la reorientación sostenida de los hábitos de consumo para sustituir voluntariamente el consumo de alimentos importados por nacionales de similar valor nutricional".
Por el lado de la producción, hay que abaratar los costos de los fertilizantes (que se han triplicado) mediante la importación directa; en el mediano plazo, se debiera acelerar la producción de fertilizantes alternativos (con el gas de Camisea y los fosfatos de Bayóvar). Pero, sobre todo, dice Trinidad hay que avanzar en la planificación concertada (gobierno y productores) de la producción agraria para impulsar la producción nacional de trigo, cebada, maíz, avena granífera, centeno, menestras, cárnicos, entre otros, lo que implica también aprovechar el potencial de la Baja Amazonía.
Es iluso pensar que la inflación alimenticia está desvinculada de la actual situación del agro y nuestra condición de importadores netos de alimentos, cuyos precios van a seguir subiendo por los cambios estructurales en el mercado mundial. Eso no se va a arreglar con una reacción virtuosa del "libre mercado" ante las bajas del dólar y los aranceles. Tiene que haber una concepción que ponga el péndulo al centro en las relaciones entre Estado y mercado, lo que este gobierno no quiere hacer. Pero sí se puede.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
La medida sectorial consiste en que el Estado subsidia el precio de los combustibles con el Fondo de Estabilización que otorga dinero a las refinerías (en exceso, como lo hemos denunciado muchas veces) evitando así que suban de precio. Desde hace meses, el precio de los combustibles no ha variado, siendo el costo de S/. 50 millones semanales. Como solo hay 2 refinerías, más la planta de Pluspetrol en Pisco, los precios son (más o menos) transparentes. Y si bien los precios en las diferentes cadenas de grifos no son iguales, las diferencias no son superiores al 20% (como máximo).
Como los precios de los alimentos siguen subiendo y los precios de los combustibles están estables, todo el Perú sabe que las medidas macro para combatir la inflación no están funcionando. El problema, para el gobierno, es la baja de la popularidad del presidente. Pero el verdadero problema lo sufren, de un lado, los consumidores al crecer el forado en sus bolsillos y, de otro, los industriales, porque tienen una enorme competencia desleal de productos importados, con dólar barato y sin arancel.
Es hora, entonces, de pensar en medidas orientadas al sector agrario y a las cadenas de comercialización. Lo sensato es, qué duda cabe, escuchar a quienes han estudiado estos problemas. Así, por ejemplo, Fernando Eguren de Cepes nos dice que "el desarrollo rural es considerado, por los organismos internacionales, como clave —más aún, prioritario— para el desarrollo general de las economías de los países en desarrollo. En segundo lugar, que compete a la pequeña agricultura un papel estratégico en ese desarrollo, y particularmente en la erradicación de la pobreza" (La República, 18/3/08).
Reynaldo Trinidad, Director de Agronoticias dice que "hay una ausencia de planificación concertada de la producción nacional, según las perspectivas del consumo interno y la oferta externa". También que existe "una acción especulativa de los oligopolios importadores, que no trasladan al público las rebajas arancelarias", así como una "acción especulativa de ciertos acopiadores y comerciantes (sobre todo mayoristas) ante la dramática desorganización del proceso de comercialización agroalimentaria".
Por el lado del consumo, dice Trinidad que se pueden fomentar, por ejemplo, mercados de productores, ferias y festivales agroalimentarios en los distritos más populosos para posibilitar el contacto directo entre productores y consumidores. También, "impulsar la reorientación sostenida de los hábitos de consumo para sustituir voluntariamente el consumo de alimentos importados por nacionales de similar valor nutricional".
Por el lado de la producción, hay que abaratar los costos de los fertilizantes (que se han triplicado) mediante la importación directa; en el mediano plazo, se debiera acelerar la producción de fertilizantes alternativos (con el gas de Camisea y los fosfatos de Bayóvar). Pero, sobre todo, dice Trinidad hay que avanzar en la planificación concertada (gobierno y productores) de la producción agraria para impulsar la producción nacional de trigo, cebada, maíz, avena granífera, centeno, menestras, cárnicos, entre otros, lo que implica también aprovechar el potencial de la Baja Amazonía.
Es iluso pensar que la inflación alimenticia está desvinculada de la actual situación del agro y nuestra condición de importadores netos de alimentos, cuyos precios van a seguir subiendo por los cambios estructurales en el mercado mundial. Eso no se va a arreglar con una reacción virtuosa del "libre mercado" ante las bajas del dólar y los aranceles. Tiene que haber una concepción que ponga el péndulo al centro en las relaciones entre Estado y mercado, lo que este gobierno no quiere hacer. Pero sí se puede.
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