merluzasPor Ana Muñoz Álvarez*

Uno de cada dos pescados que comemos viene de piscifactorías. En los países empobrecidos del Sur, el 25% de la población tiene como alimento principal pescado de acuicultura. Para 2020, las previsiones son que 74 millones de toneladas de pescado se producirán gracias a la acuicultura. Por ello, la FAO ha apostado que el pescado de acuicultura puede ser una de las claves para disminuir la desnutrición y el hambre en el mundo.

 

La iniciativa, el proyecto “Acuicultura para la Seguridad Alimentaria, Reducción de la Pobreza y Nutrición” (AFSPAN), se pondrá en marcha en los países de bajos ingresos e índices de desnutrición elevados en Latinoamérica, África y Asia. El AFSPAN tiene como objetivo mejorar la dieta de los más vulnerables y disminuir las tasas de hambre y desnutrición. Para ello, se fomentará la construcción de explotaciones para la cría de pescado.

Para este organismos internacional, “la acuicultura puede jugar un papel clave en la lucha contra el hambre, sin embargo, poco se sabe del impacto real que la acuicultura tiene en la actualidad en la seguridad alimentaria”, explican desde la FAO. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil sí han visto mejorar la vida de pueblos con la construcción de piscifactorías y la capacitación de los habitantes para mantener la producción. Es el caso, por ejemplo, de la ONGD Solidarios para el Desarrollo, que con gran esfuerzo realizó un proyecto de estas características en una zona rural de Camerún. “La construcción de la piscifactoría tuvo sus momentos malos, pero una vez se puso a funcionar y la gente a trabajar pronto se vieron los beneficios”, dicen desde la organización. En la actualidad, la piscifactoría no sólo alimenta a los habitantes de la zona. Además, los excedentes se venden y ha ido mejorando la calidad de vida de las personas.

Haití es otro país que sirve como ejemplo. Aquí más de 20.000 alevines se han “sembrado” en el lago Labó gracias al apoyo de Cuba para desarrollar la acuicultura en el país. El gobierno haitiano cree que la acuicultura es una herramienta para asegurar la alimentación de su pueblo.

“El proyecto AFSPAN trabajará de manera estrecha con las comunidades y los “granjeros de pescados”, que son una pieza clave. Se les darán nuevas herramientas para el desarrollo de la actividad y metodologías para mejorar los sistemas de acuicultura. Sólo de esta manera los resultados del proyecto serán los que queremos, reducir el hambre y las tasas de desnutrición”, explica Rohan Subasighe, coordinadora del programa y experta en acuicultura.

La acuicultura es una industria mundial que ofrece oportunidades de desarrollo, según aquellos que trabajan en ello. La demanda de pescado está aumentando en el mundo y la acuicultura “tendrá que prepararse y mejorar sus métodos de trabajo, siempre de manera sostenible”, añade Subasighe. Por ello, la FAO ha creado una alianza entre agencias de desarrollo, gobiernos, universidades e instituciones especializadas en investigación para realizar estudios que ayuden a mejorar la industria y a cumplir con el objetivo de reducir el hambre en el mundo.

El último informe de la FAO sobre inseguridad alimentaria, reducía en 55 millones el número de personas que pasaban hambre en el mundo. Sin embargo, son aún 867 millones de personas las que se van a la cama sin haber ingerido la cantidad de nutrientes necesarios. Así, un día tras otro. La crisis económica y el aumento de la pobreza hacen que no veamos un futuro esperanzador. De ahí, la importancia de nuevas iniciativas y proyectos creativos. El impulso de la acuicultura puede ser un “revulsivo” para la lucha contra el hambre.

*Periodista

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