Otra vez a regular los bancos, como en 1932

Por: Humberto Campodónico

El anuncio hecho ayer por el presidente Obama de promulgar una ley que impida que los bancos comerciales se comporten como bancos de inversión tuvo un efecto inmediato negativo en los mercados de valores y, también, en los de materias primas (commodities). El índice Dow Jones se cayó 2% y el cobre 1.79%.


El anuncio de Obama, que aún tiene que pasar por el Congreso, tiene como objetivo impulsar una mayor regulación de las actividades de las instituciones financieras y bancarias, señaladas como las causantes de la crisis financiera, que se volvió luego una crisis económica global.

La cuestión es así. Desde 1932 hasta 1999, la Ley Glass-Steagall estableció que los bancos comerciales solo podían actuar como intermediarios financieros, vale decir, recibir los depósitos del público y prestarlos a los demandantes de crédito. La ley se dio porque se constató que una de las causas de la Gran Depresión fue que los bancos comerciales comenzaron a intervenir en actividades especulativas. Cuando estallaron las burbujas, las pérdidas alcanzaron de lleno a los ahorristas.

Pero en 1999, los lobbys del capital financiero —en pleno auge— presionaron para su derogatoria, a lo que accedió Clinton. A partir de ese momento se vivieron periodos de “exuberancia irracional”, como los calificó Alan Greenspan, en verdad, de libertinaje financiero. Al compás del crecimiento de la burbuja muchas instituciones se convirtieron en “demasiado grandes para que puedan quebrar” (“too big to fail”).

Esto desemboca en el llamado “riesgo moral”: si la institución sabe que no la van a dejar quebrar y, al final, papá Estado vendrá a salvarla, entonces puede tomar riesgos muchos más grandes de los que tomaría si supiera que un mal rendimiento de sus inversiones la lleva a la quiebra.

Por eso es que Obama dijo ayer: “nunca más un contribuyente será tomado como rehén por un banco que “es demasiado grande para quebrar”. Así, con esta medida el péndulo liberalización-regulación se vuelve a inclinar a favor del segundo. Añadamos que Obama también ha anunciado un impuesto de 0.15% a los pasivos de las grandes entidades financieras, para asegurarse la recuperación de las centenas de miles de millones de dólares que “se les facilitó” durante el salvataje financiero.

Como con el proyecto de ley los bancos comerciales ya no entrarán a los mercados especulativos, los inversionistas ya comenzaron a “anticiparse”, sacando su dinero de esos mercados (bolsa y commodities) para irse a papeles menos riesgosos como los propios bonos del Tesoro.

Todavía no se sabe bien qué pasará en el Congreso, en pleno año electoral, con esta propuesta de ley. Economistas como Joseph Stiglitz dicen que “es un enorme paso adelante”, aunque no regula los derivados financieros ni, tampoco, a los bancos de inversión. Robert Reich se pregunta por qué Obama se ha demorado, porque todo estaba claro desde el saque. A no ser que Obama estuviera confiando en la “buena voluntad” de Wall Street, lo que no existe pues se siguen pagando a ellos mismos miles de millones de dólares de “bonos de productividad” con… la plata del gobierno.

Aparte del impacto que la regulación puede tener en la actividad económica y en la seguridad de los depósitos de los ahorristas, para los países productores de materias primas como el Perú es clave analizar qué va a pasar con esos precios. El reventón de las nuevas burbujas de esos mercados en los últimos tiempos puede darnos más de una sorpresa.

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