Por Julio A. Salazar*
Lima, abril 9, 2018
Señor Presidente de la República
Martín Vizcarra Cornejo
Palacio de Gobierno
Ciudad
De mi consideración:
La aparente “solución” de parar el Gasoducto del Sur probó ser la menos apropiada porque se ha puesto fuera de trabajo a más de 25,000 familias de obreros peruanos y ha mandado a la quiebra a más de 1000 contratistas y subcontratistas nacionales que compraron maquinaria, equipos, vehículos, etc., basados en el contrato que tenían. No reciben ninguna clase de pago, consecuentemente ellos tampoco honran sus obligaciones a los bancos que están embargando los equipos y casas que dieron en garantía.
Fue lamentable que un sector minúsculo que rodeó al expresidente negociara la emisión de bonos soberanos por US$ 7 mil millones. Práctica común es que los bancos paguen un fee (cuota) al que les lleva la oportunidad de emitir los bonos, a su vez, también dan un fee a quien recibe el encargo de venderlos y otro fee a quien escogen para prepagar la deuda externa. ¡Parte de esos fondos pudieron haber sido usados para NO parar el gasoducto, generando desempleo masivo!
Me permito sugerir, con la solemnidad que la grave hora requiere, que su gobierno ¡debiera decretar de oficio como de necesidad pública el Gasoducto del Sur, incorporar al Ejército en los trabajos, recontratar a las empresas y renegociar con los grandes consorcios!
El Ejército puede administrar y construir el gasoducto. El batallón de ingenieros del Ejército de Estados Unidos levantó el Canal de Panamá y fue una obra muy importante con técnica e ingeniería mil veces más complicada..
Todos los contratistas tienen sus documentos, técnica y legalmente, bien especificados hechos por Odebrecht y son responsables del tramo que les toca y al precio normal. Si el Ejército peruano recontrata a todas estas firmas y soldadores, vuelven 25,000 obreros a trabajar, 1000 empresas no quebrarían y otros miles de trabajos indirectos, reingresarían al mercado y el Gasoducto puede estar terminado de 1 a 2 años, ya las pautas están dadas, los planos, expediente técnico y el trazado.
Aproximadamente el 72% de las tuberías están en el suelo, los contratistas y soldadores están disponibles y hay que recontratarlos, los detalles de ingeniería están hechos.
Un soldado recibe S/ 200 de propina al mes, que es menos de lo que gana un obrero en el Gaseoducto por día; estos soldados y clases serían asignados como ayudantes a los técnicos soldadores para que aprendan un oficio y desde luego se les daría una bonificación, por aprender oficios como el de soldador, analista, verificador, etc., tras lo cual serán útiles cuando se decida construir los ramales en Huancavelica, Apurímac y en las provincias de las regiones de Cusco, Puno, Arequipa. El Ejército podría hacerse cargo de estas obras.
El hecho que el Gasoducto llegue a Tacna, Moquegua, Arequipa, Cusco y Puno daría un gran impulso a la industria y el comercio. Todos los productos que se denominan energía empaquetada van a ser de gran éxito y auge en el Sur.
El gas tiene que ser comprimido y empujado con agua tanto de subida como de bajada y ¿qué significa esto?: que cuando llegue el gas a Ilo, traerá 85 mil barriles de agua limpia, pura y cristalina todos los días, para convertir los desiertos en zonas fértiles, como lo han hecho Dubai e Israel, con el sistema de riego por goteo.
El Gasoducto del Sur hasta donde está, ha sido construido 95% por contratistas, subcontratistas y obreros peruanos, excepto los soldadores, a los que hay que reenganchar, los brasileros solamente trajeron las cabezas al gasoducto hoy paralizado por el tema Odebrecht.
Hay precedentes en la historia en que el Ejército contribuyó decisivamente en la construcción del Puente 24 de Julio sobre el río Marañón en Corral Quemado que abrió paso a Bagua, Jaén, Yurimaguas y a toda la Selva del norte.
De igual manera el Batallón de Trabajadores No. 2 con base en Neshuya, reconstruyó la Carretera Tingo María-Pucallpa, la tuvo transitable largos años hasta que se construyó la nueva carretera.
Ir a un nuevo proceso de licitación pública demoraría por lo menos 3 años, con el temor de las empresas foráneas y con el precedente actual de incumplimiento de contratos.
Mientras tanto los tubos, obras avanzadas a la intemperie e interrumpidas de sopetón, continúan su proceso de irremediable deterioro.
Además, nada de lo anterior exime al gobierno peruano cuando sea llevado a juicio de indemnizar a todas las empresas, grandes y pequeñas, por su decisión unilateral de rescisión del contrato y paralización de la obra.
En cambio entregar el recomienzo, renegociación de lo avanzado y continuación de las obras al Ejército puede constituir una formidable avanzada que se comprobaría en todas las bondades descritas en los párrafos anteriores.
Con cargo a exponer personalmente si fuera requerido éste y otros desarrollos, me es grato reiterar a usted, las consideraciones de mi más alta estima.
Julio Salazar
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