Es inconcebible que en Venezuela, país con abundantes reservas de gas natural, sean tan elevados los precios de este recurso tan importante, en especial del usado para fines domésticos. Claro está que si observamos el panorama general de la Venezuela actual, no sorprende que el gas doméstico sea tan caro; en el país suramericano prácticamente todo tiene un costo desproporcionadamente elevado para lo que gana la mayoría asalariada. Ciertamente la crisis económica afecta también a la industria del gas, pero de igual forma hay producción suficiente para satisfacer la demanda interna a precios bajos.
Entonces, ¿qué está pasando con los precios del gas doméstico si no hay escasez como tal?, ¿por qué tanta inflación? Por un lado es posible que buena parte de la producción de este recurso esté siendo sacada del país legal e ilegalmente, por otro lado es indudable que la complicada situación económica ha obligado a los empresarios privados y públicos del gas a elevar los costos finales, y por último, pero no menos importante, es bien sabido que hay delincuentes-ladrones haciendo de las suyas con los precios del gas en Venezuela, tal cual lo hacen los que especulan con otros rubros. Respecto a la tercera consideración, es de advertir que en general todas las empresas de gas en el país están robando de manera descarada a los venezolanos, justificándose con la crisis que nos azota; hasta el sector estatal mediante PDVSA Gas, vende con sobreprecio exagerado a los consumidores, aún cuando debería hacerlo con tarifas reguladas.
Más allá de la crisis económica y sus consecuencias, que pueda justificar en parte el alto costo del gas doméstico, la distribución de este recurso en Venezuela está totalmente controlada por delincuentes-ladrones, tanto del sector público como del sector privado, que venden a como les da la gana en medio de una espantosa impunidad respecto a los delitos económicos. Y lo peor es que estos miserables obligan a los consumidores a suplicar que les vendan el gas, a esperar largos periodos para disfrutar del servicio, e incluso a soportar largas filas en los centros de llenado de algunas ciudades. Verdaderamente sujetos como los aquí mencionados son parte de la escoria que tiene tan mal a la gran mayoría de la humanidad.
Rubén Alexis Hernández