Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Contrariamente a la práctica diplomática que dice que primero se remiten las notas por el canal diplomático, que es reservado por excelencia, y luego se da cuenta a la opinión pública, finalmente, después de reiterados anuncios del presidente Piñera y su ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno, la Cancillería chilena entregó una nota diplomática de protesta a nuestra Embajada en Santiago por la publicación de una infografía de nuestra soberanía territorial que muestra, como es lógico, la porción del triángulo terrestre nacional de 37,610 metros cuadrados.
Sin pérdida de tiempo, Torre Tagle —según ha dado cuenta a través de un comunicado de prensa y esa sí es la práctica correcta— entregó al embajador chileno en Lima otra nota de respuesta. Es lo que correspondía, pues las notas diplomáticas se valoran exactamente como lo que son, es decir, instrumentos reconocidos conforme al derecho internacional.
Con la respuesta peruana se ha materializado la naturaleza discrepante con Chile respecto del triángulo terrestre y esa era una consecuencia inevitable a la luz de los últimos acontecimientos, pues mientras Chile ha dicho en su pieza diplomática escrita absurdamente que el triángulo terrestre les pertenece, el Perú con la mayor confianza en el derecho internacional le ha recordado en la suya que dicho triángulo es totalmente parte integrante de nuestra soberanía y, para demostrarlo, es muy sencillo repasar el contenido del artículo 2 del Tratado de Lima de 1929 que establece, de modo clarísimo e indubitable, que la frontera terrestre entre ambos países se inicia en el Punto Concordia ubicado en la orilla del mar.
Este instrumento jurídico consagra la naturaleza perpetua y pétrea de los tratados de límites, es decir, han sido acordados para siempre y está amparado en el principio más extraordinario del derecho de los tratados que es el pacta sunt servanda, es decir, el fiel cumplimiento de la palabra empeñada, oleada y sacramentada, al cual ninguno de los dos países, pero en este caso específico Chile, puede sustraerse.
Y lo decimos porque Piñera es quien en este tramo final de su mandato se ha empeñado en sostener lo insostenible, es decir, que dicho triángulo terrestre pertenece a Chile, lo cual es falso porque eso es completamente irreal como acabo de demostrar; sin embargo, tengamos mucho cuidado porque todo lo que dice y hace el presidente de Chile hasta el último día de su mandato comporta conducta y responsabilidad internacional para su país, y lo compromete jurídicamente.
En otras palabras, lo que estarían buscando —porque el triángulo terrestre peruano no cuadra a Chile— es crear un ambiente y una lectura de confusión para luego generar un pretexto político-jurídico —el envío de la nota puede ser el comienzo de esa estrategia, pues en el pasado ya lo hicieron al confundir deliberadamente el Punto Concordia con el Hito de la Concordia que no son lo mismo— que los lleve a dilatar el proceso de implementación del fallo, bajo el argumento de que Chile no ejecuta nada en el mar mientras no se arregle el problema en tierra que por supuesto no existe.
Eso sería absurdo y un completo despropósito. Hay una razón que justifica esta mirada prospectiva que hacemos y es que en Chile los jefes de Estado nunca han dicho nada improvisado. Al contrario, son rigurosos en el libreto. Aquí hay un asunto de fondo que ya debemos mirar con mucha cautela y hay que trabajar de ida y vuelta pensando, por ejemplo, en la eventual activación del mecanismo arbitral del presidente de los Estados Unidos de América previsto en el propio Tratado de Lima. Por tanto, esperemos conocer qué dice la señora Bachelet —que guarda entendible silencio sepulcral— cuando asuma el poder el próximo 11 de marzo.
Allí constataremos si es una bravata por la derrota jurídica en la Corte de un presidente de salida, o si se trata de la continuidad de una línea en la política exterior de Chile. Mientras tanto, el proceso de implementación del fallo que debe culminar inexorablemente el próximo 25 de marzo con el establecimiento de las coordenadas geográficas, según la delimitación marítima definida por la Corte, sigue su marcha imperturbable, como deber ser, pues son dos cosas totalmente distintas y la nota peruana se ha centrado en recordarlo.
Correo, Lima 09-03-2014
Posición del gobierno peruano “Aceptar en los hechos que corresponde a Chile —no al Perú— decidir la situación del triángulo de Tacna, por lo cual el gobierno peruano se niega a ejercer soberanía en ese lugar hasta recibir las órdenes correspondientes.” [Nota de Con nuestro Perú.] |
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