Rocío Ferrel
Echando un balde de agua fría a los corruptos del empresariado y la política del Perú, lo primero que hizo Chile tras anunciarse el fallo de la CIJ fue exigir al Perú que modificara su legislación para “adecuarse” a la interpretación chilena de la sentencia, y proclamar que el triángulo de 3,7 ha de Tacna pertenece a Chile.
Mientras los serviles políticos y empresarios peruanos se deshacían en aceitadas frases sobre un futuro compartido con el enemigo del sur —“somos países complementarios” dicen los lacayos (a sueldo o no) de Chile—, este país, como hemos visto, trataba con la punta del zapato al presidente del Perú y a otros personajes. Es obvio que nadie respeta ni debe respetar a los serviles, y con mayor razón si estos se guían por el principio de “Chile, haz lo que te dé la gana en mar y tierra, pero tus empresas se respetarán religiosamente” (a esto llaman “cuerdas separadas”).
Razones
¿Por qué mientras los gobernantes, políticos, empresarios y diplomáticos peruanos se expresan de Chile con la mayor deferencia, este país les responde con altanería y prepotencia? ¿Y por qué, pese a ese trato descortés e insolente, siempre los chilenos obtienen lo que quieren?
Ha sido realmente bochornoso que los diplomáticos peruanos y el mismo presidente Ollanta Humala hayan hablado de no aceptar condicionamientos chilenos1 para el cumplimiento del fallo de la CIJ, para inmediatamente aceptar los condicionamientos que Chile impuso en Santiago en la reunión 2 + 2, con la autoridad de un patrón que grita a su sirviente. Para ello solo bastó que los chilenos insistieran con el ceño fruncido, señal suficiente para que los serviles Pedro Cateriano y Eda Rivas se pusieran de rodillas y accedieran a la exigencia chilena. Revelando un bajo nivel intelectual, Eda Rivas trató de disimular la claudicación de ella, Cateriano y Humala reconociendo que sí se ha firmado y que se harán las modificaciones que ordenan sus patrones de Santiago, pero que no se suscribirá la Convemar.
¿A quién cree que va a engañar con eso? Posiblemente la señora Rivas piensa que todos son retrasados mentales. ¿No se da cuenta de que es innecesario firmar la Convemar para elaborar otras leyes o decretos particulares que contengan lo mismo que quieren los chilenos? Por si no se dio cuenta, el objetivo chileno es que el Perú se comprometa a aceptar los puntos de la Convemar que convienen a Chile, y no les importa si esto se hace firmando o no la Convemar.
Respecto de Chile o de otro vecino, lo que importa es que nuestra Constitución y las leyes se aplican al mar peruano, no al del vecino, por lo cual Chile nada tiene que reclamar de nuestro mar ni decir ni exigir que cambiemos tal ley o modifiquemos cual otra. Por otro lado, nada se puede decir por el tránsito de naves o aeronaves, que el Perú respeta eso desde hace décadas, según normas internacionales vigentes anteriores a Convemar. Tengamos en cuenta esto para abstenernos de firmar, no acatemos el traidor acuerdo que Eda Rivas y Pedro Cateriano firmaron por órdenes de Ollanta Humala.
Todos hemos percibido la traición que se ha generado desde el mismo Palacio de Gobierno de Lima mediante normas legales específicas o modificaciones ad hoc, que no otra cosa es lo que quiere Chile, pues su deseo es cambiar la legislación peruana para que sus empresas pesqueras entren a robarnos la riqueza pesquera; tienen esas humillantes exigencias contra el Perú porque ya se han acostumbrado a robarnos2.
Antecedentes
Concluida la guerra de 1879-1883, el Perú ha tenido que coexistir con un nuevo e indeseable vecino, ladrón y asesino para más señas. Por ese motivo, por esa forma de ser chilena, el Perú ha experimentado desde entonces incumplimiento de tratados, persecución y asesinato de peruanos, apropiación de más territorio y mar, etc.
Paras entender esto no necesitamos analizar lo que hacen los chilenos, puesto que de tiempo atrás sabemos que su especialidad es robar, engañar y matar. Importa más saber cómo es la reacción de los peruanos que usurpan la conducción del país ante las tropelías chilenas.
Lo que hasta la fecha hemos visto en el gobierno de Ollanta Humala ayudará a comprender el caso. Recordamos que en una ocasión expresó que como militar su deseo era entrar en tanque a Arica. La expresión de este pensamiento, a lo que se suma la caminata en 2007 al punto Concordia3, contribuyó a que entre la ciudadanía se formara la imagen de que un militar nacionalista —sí, Humala se proclamaba nacionalista— era la persona indicada para defender y proteger los intereses de la nación (nacionalista viene de nación).
Es más, viendo que la exportación del gas —expropiado y quitado al Perú por empresas privadas— tenía (y tiene) nocivos efectos en la economía popular y en la seguridad nacional, dijo el entonces candidato que no se iba a exportar ni una molécula de gas4.
La realidad de un sector de la derecha peruana sirvienta de Chile
Sin embargo, bastó que la prensa peruana pagada por Chile iniciara una fuerte campaña contra Ollanta Humala, para que su nacionalismo tomara la forma de nacionalismo chileno, lo que lo convertía en defensor y protector de los intereses chilenos en el Perú. Ollanta Humala postuló a la presidencia sin tener ninguna experiencia política ni plan de gobierno (sabemos que lo cambió con facilidad), al inicio solamente lo guiaba un deseo personal o familiar de llegar a ser presidente, sin importar a qué costo ni cómo se hiciese.
Siendo presidente electo y en una de sus primeras visitas al extranjero, Ollanta Humala rompió su promesa a los peruanos, fue a Chile y ofreció venderle gas, pese a que no lo trataron bien5. Y ahora, a poco de conocerse el fallo de La Haya, para calmar el fingido enojo de Sebastián Piñera, ha cumplido esa promesa, oficializando la entrega del gas peruano a Chile6. ¡Obviamente, no le importa que acá, siendo el Perú país productor, paguemos el gas más caro de América Latina y que nos va a durar menos años y costará más si se vende a Chile! ¡Lo importante para él es el bienestar de Chile!
Cuando en las últimas elecciones esta derecha vio que el ganador iba a ser Ollanta Humala, se impuso el objetivo de cooptarlo para sus fines, entre ellos servir a Chile por sobre todas las cosas, lo cual significaba traicionar las expectativas de millones de peruanos que lo apoyaban.
Por su insuficiente formación y falta de conocimientos, Ollanta Humala no sabía que esta derecha peruana es aliada histórica de Chile. Esta alianza se fortalece durante la guerra de resistencia (“campaña de la Breña”), cuando las guerrillas caceristas empezaron a fusilar a los hacendados que colaboraban con los rateros chilenos. Esto desató el pánico entre la clase dominante peruana, que temía que el pueblo iba a cobrarles las deudas históricas de su ostentación del poder y de explotación. Aquí es cuando se producen discretamente los pedidos de auxilio a Chile de los aristócratas y hacendados peruanos, clamor que Chile atendió con mucho gusto armando al títere y traidor Miguel Iglesias para que defendiera a los hacendados y gente pudiente que estaban dispuestos a ceder territorio nacional a Chile, algo que no aceptaba el pueblo levantado en armas.
Con las metamorfosis que impone el tiempo, es esta misma gentuza prochilena la que sigue infiltrada en el poder en el Perú y produce traidores o delincuentes como los que en noviembre del año pasado fueron a ofrecer gas y electricidad a sus patrones de Chile, algo que Ollanta Humala no ha desautorizado sino aprobado con entusiasmo, en decisión que mantiene firme pese a que Sebastián Piñera y Michelle Bachelet lo tratan con desprecio.
Método peruano de entregar tierra y mar a Chile
Con la dignidad por los suelos, Ollanta Humala ha tenido que comerse las palabras que dijo en su discurso ante el Congreso el 27 de enero: que no se iban a aceptar condicionamientos de ninguna clase. Lo que no sabía Ollanta Humala es que los chilenos no aceptan ninguna insubordinación. Entonces al “presidente” no le quedó otra que alinearse.
El pacto entre los chilenos y la derecha prochilena que gobierna el Perú se desarrolla bajo un permanente e inacabable estado de tensión, de presión chilena, que hace que los políticos y diplomáticos peruanos se sientan culpables si unas negociaciones se frustran cuando los peruanos no aceptan lo que quieren Chile. O sea que, como lo demuestra el caso reciente de Eda Rivas y Pedro Cateriano, para ellos lo más grave que puede ocurrir en el mundo es que sus patrones chilenos queden descontentos.
En un nivel más alto de la presión, en el plano político-militar, se ha esbozado una amenaza chilena (para los chilenos no es amenaza sino “aspiración”), que es permanente: si Chile necesita algo —territorio, mar, agua, gas, tierra agrícola, posición geográfica, mano de obra, productos del mar— que hay en el Perú, eso pertenece a Chile. Los gobernantes peruanos que representan los intereses de Chile han firmado la Alianza del Pacífico (AP), que no aporta nada para el Perú, pero que sí permite a Chile apoderarse de nuestra posición geográfica, de nuestras riquezas marinas (Ollanta Humala ya firmó un convenio binacional7 que da a Chile el control de nuestro mar) y del gas (la AP contempla que por integración energética el Perú otorgue gas a Chile, lo que OIllanta Humala cumple con primera prioridad).
Para obtener lo que quiere, lo acordado por Chile y sus sirvientes peruanos es que Chile puede conseguir a la mala lo que necesita, mediante una invasión (para eso tiene una fuerza armada tres veces más fuerte que la del Perú); o puede lograrlo sin invadir, mediante una combinación de presión militar siempre latente y presión política acompañada de sobornos, con la que colabora fielmente la derecha peruana.
Para que esto sea real, no es suficiente el siempre presente deseo de Chile sino la colaboración de los chulillos prochilenos. Por ejemplo, hace unos siete años que hay acumulación de reservas internacionales que permitirían al Perú armarse adecuadamente, pero eso no es posible porque los políticos peruanos sirvientes de Chile se encargan de bloquear cualquier adquisición sustancial de equipo militar. Y por si acaso los lacayos peruanos duden o vacilen, Chile tiene asesores en el gobierno peruano, situación que con el gobierno del “nacionalista” Ollanta Humala ha llegado al extremo, que fue poner a la chilena Carolina Trivelli en el gabinete ministerial (“el ojo del amo engorda al caballo”), como delegada del gobierno de Chile y tutora del equipo de gobierno peruano8.
Cómo funcionan las modalidades dura y blanda de dominio
Como hemos señalado, Chile tiene bajo la manga dos cartas; una de juego duro (invasión militar) y otra de juego blando (presión militar y política más sobornos). Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, ni Chile ni sus sirvientes de la derecha peruana que lo secunda están de acuerdo con este proceder (juego duro), por tres razones: a) crearía para su amado Chile problemas políticos, diplomáticos y de imagen internacional; b) crearía crisis de identidad en el bando de militares peruanos prochilenos que gozan con la dominación de Chile en el Perú (si ellos veneran el monumento al maricueca chileno Arturo Prat Chacón, ¿cómo sería posible que Chile les pague su lealtad de esa manera?); c) las guerrillas y milicias populares recalcitrantes que enfrenten una invasión chilena de todas maneras arremeterían contra los causantes del problema, que son los políticos, empresarios y diplomáticos cipayos de Chile. Este es un espejo en que ningún agente de Chile quiere mirarse; serían diezmados y expulsados del Perú.
Por lo expuesto, la forma en que actualmente los chilenos obtienen lo que quieren es la segunda (presión militar y política más sobornos), que les asegura, como demuestra la sentencia de La Haya, ganancia de tierra y mar y dominio económico. Y este método suave salva las apariencias de los políticos, diplomáticos y militares peruanos, que ante la opinión pública aparecen defendiendo los intereses del Perú cuando en realidad han pactado con Chile la traición.
Esto ha funcionado, hasta ahora, de la siguiente manera:
—Chile viola un tratado o desconoce derechos del Perú
—Chile proclama sus falsos derechos
—el Perú protesta débilmente
—el Perú reconoce de facto el dominio chileno
—van a arbitraje, que invariablemente favorece a Chile
Entenderemos completamente la situación con una analogía individual. El ciudadano Juan Pérez compra un terreno en una buena área urbana y tiene toda la documentación en regla, pero no ocupa el terreno ni lo cerca. Al poco tiempo, intrusos se meten en el terreno y lo cercan. Juan Pérez, con el título de propiedad en la mano, va y les exige que se retiren; ellos se ríen y lo botan a pedradas. Nadie sabe si el despojado podrá recuperar su bien algún día.
No hay ninguna duda de que Juan Pérez tiene la razón, hay documentos auténticos que lo respaldan. Lo mismo que pasó a Juan Pérez sucede ahora con el Perú: tenemos el tratado de 1929 pero nunca ocupamos ni demarcamos la tierra y el mar que nos pertenecen según ese documento. Vienen los rateros chilenos, entran y les decimos “Esa zona pertenece al Perú según el tratado de 1929”, a lo que responden los cacos “Esto pertenece indubitablemente a Chile”. El contrapunto verbal y escrito puede prolongarse, pero está claro que el Perú ni ocupa ni cerca lo que le pertenece. Es más, cuando el diplomático Manuel Rodríguez MacKay recomendó9 que el Perú ejerciera soberanía en el triángulo terrestre —lo que sería ocupar y cercar—, reaccionó con burla un miembro del equipo que fue a La Haya, Manuel Rodríguez Cuadros, quien dijo en una entrevista en el diario La Primera del 06-02-2014: “Esa es una cosa infantil a mi juicio, porque ¿qué queremos?, ¿un enfrentamiento armado en este momento? Eso no tiene ningún sentido”. Debemos pensar que sí, el planteamiento que critica Manuel Rodríguez Cuadros es infantil, porque solo los niños son francos, sinceros y honestos, libres de la contaminación que deforma la moral de los inveterados traidores a la patria.
En cumplimiento de ese infame pacto de entrega territorial a Chile, que corresponde al método “suave” (sin ataque militar chileno), el gobierno peruano cumple su parte en la farsa diciendo “El triángulo terrestre pertenece al Perú”, pero sin ocupar el territorio (“para que no se enojen los chilenos”). De esta manera, la sosa palabrería de gobernantes y diplomáticos peruanos tiene por finalidad dar argumentos a Chile para que, por ser poseedor efectivo, un árbitro o jueces le reconozcan propiedad, tal como acabamos de ver con la reciente sentencia de la CIJ.
En los hechos, en la frontera sur el Perú actúa como un país desmilitarizado, sin fuerza armada, toda la iniciativa está del lado de Chile10.
En el caso del triángulo terrestre sufrimos las consecuencias de la política peruana de sujetarse al mandato chileno. En primer lugar tenemos lo general: el gobierno del Perú reclama derechos en dicho triángulo pero, para favorecer al enemigo chileno, no lo ocupa; en segundo lugar —y esto es peor— en años anteriores se aceptó11, tras el incidente de la caseta que calculadamente colocó Chile, la imposición chilena de que el Perú no ejerza soberanía, mediante el traidor acuerdo de no poner soldados ni policías a menos de 100 metros de la línea fronteriza. ¿Desde cuándo un país acepta renunciar a su soberanía solo porque lo pide el vecino?
Militares peruanos anulados
Esta desagradable situación hace que en la frontera sur los militares, tanto en tierra como en mar, estén con la moral baja, se sienten deslegitimados para defender la soberanía nacional (mientras los chilenos no tienen la menor duda para amenazar militarmente al Perú, a cada rato) y se han convertido en una especie de fuerza policial útil para combatir a compatriotas12 como son los defensores de lagunas y pastizales, los narcoterroristas, o los que por razones justas toman carreteras o puentes, etc. Pero si se trata de poner en su sitio a los chilenos, nada13; están pintados en la pared.
En otras palabras —y pese a que la población peruana anhela que nuestra fuerza armada recupere Arica y Tarapacá y castigue ejemplarmente al enemigo chileno—, la acción militar frente a Chile es tabú, es lo impensable, como se ve en las declaraciones arriba citadas de un ambivalente diplomático. El miedo que los cipayos de Chile sienten por los militares chilenos es tremendo; y la conducta generada por ese miedo a la muerte y a perder los sobornos les sirve al mismo tiempo de coartada y dicen: “el Perú es respetuoso del derecho internacional y opta por la solución pacifica de los conflictos”. Claro, el empleo de la fuerza, como hace Chile, es el recurso de quienes se sienten seguros de sí mismos (otro tema es si los fines son defensivos o de robo territorial).
Consecuencia: diplomacia desarmada que solo mendiga
En todo el mundo, menos en el Perú, se tiene mucho cuidado en que los enunciados de la diplomacia estén respaldados por una doctrina militar y geopolítica acorde con los intereses estratégicos del país y con las exigencias coyunturales. Como esa complementación militar-diplomática no ocurre en el Perú, tenemos los resultados a la vista: una diplomacia peruana reactiva y segundona de su adversario, una diplomacia que por un lado, tímidamente, expone nuestros planteamientos y posiciones al adversario (Chile) y que, por otro lado, se deshace en zalamerías y servilismos dirigidos a ese adversario, exhortándole a que domine el Perú, a que con la Alianza del Pacífico se haga dueño de nuestra posición geoestratégica, a que se beneficie con el gas de los peruanos, a que se adueñe dfe las mejores tierras agrícolas del Perú, etc.
Es una debacle diplomática constante, en retroceso y con permanentes derrotas y pérdidas de soberanía, una diplomacia que por haber renunciado al empleo de elementos de negociación, que cede todo a Chile —posición geográfica, con la Alianza del Pacífico; implantación de capitales; tierras agrícolas—, se abstiene de responder con presión compensatoria (cierre de fronteras, expropiación de tierras, suspensión de permisos de operación a Lan-Latam, etc.) a la conducta amenazante y altanera de los chilenos.
La inacción militar en la que el Perú históricamente renuncia a ejercer su soberanía —como se ve ahora en el gobierno de Ollanta Humala— produce, como todos estamos viendo, reveses diplomáticos y es requisito para que Chile aumente su dominio en el departamento de Tacna. No se trata solamente, como creen algunos, de que Chile quiere quitarnos el triángulo terrestre. Los chilenos van más allá, en el fondo el triángulo no les importa mucho, podrían finalmente reconocer que es del Perú; Chile quiere tomar control de todo el departamento de Tacna, ganando ellos dominio efectivo mientras el Perú tendrá solo soberanía nominal o formal.
Eso lo saben el servicio de inteligencia y el Consejo de Seguridad Nacional, pero no hacen nada, los compromisos adquiridos por los prochilenos son fuertes y enredados, complejos. Los agentes de Chile que mantenemos con nuestro dinero tendrían que superar su propia y personal degeneración moral y romper con la alineación geopolítica del Perú como apéndice de Chile, situación a la que se han acostumbrado los políticos, empresarios y diplomáticos que protegen y defienden los intereses chilenos en el Perú.
La gran ausente es la ciudadanía que, desmovilizada, no defiende ni siquiera sus intereses económicos, por ejemplo en el caso del gas, que aunque es nuestro nos cuesta más que si viniera del Oriente Medio, y encima Ollanta Humala lo entrega a Chile para que consuma en cantidad (es para electricidad, aparte del gas peruano que reciben para consumo doméstico).
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1 Leer Gobierno peruano da marcha atrás ante presión chilena y en reunión 2 + 2 acepta cambiar leyes
2 Leer Chile saquea más de 300 mil toneladas de anchoveta y jurel al año en usurpado Mar de GrauyChile nos roba anchoveta mediante Decreto Supremo de gobierno peruano
3 Leer Humalistas demostraron en 2007 que Chile no deja entrar a peruanos a Triángulo de Tacna
4 Leer Abugattás decía: Venta de gas a Chile es traición a la patria
5 Leer Chilenos corrigen feo a Ollanta Humala, pese a mostrarse adulón y ofrecer nuestro gas
6 Leer Chile redondea victoria en La Haya: humalismo entrega gas peruano para electricidad del norte chileno
8 Leer Carolina Trivelli: Chilena por convicción, peruana por ambición
9 Leer Miguel Rodríguez Mackay pide ocupar el área terrestre
10 Leer Tacneños confirman que Ollanta Humala y militares ceden territorio peruano a Chile
11 Invariablemente, todo lo que firma el Perú con Chile es perjudicial, llámese tratado, convenio, declaración, etc. Tenemos, por ejemplo, el acuerdo suscrito por Eda Rivas y Pedro Cateriano, que debe quedar allí, no hay que modificar nada. Por otro lado, retirar nuestros uniformados del triángulo (mantenerlos a 100 m de la raya divisoria) encaja muy bien para los alegatos de Chile, que dirá que el Perú no ocupa esa zona porque reconoce que pertenece a Chile. Frente a tanta burla y maltrato por parte de Chile, es necesario sacar del Perú a sus empresas, para que sepan que la paciencia tiene un límite y que los peruanos no perdonamos el asesinato de miles de nuestros compatriotas que cometió Chile en la guerra.
Ollanta Humala: una desgracia para el país, debe irse El engaño de Ollanta Humala al electorado no solo se juzga desde el punto de vista ético o moral, donde la palabra estafa describe claramente la situación. Su impostura tiene efectos en la seguridad nacional, en la dignidad nacional y también —de manera grave— en el aspecto económico, pues por exportar el gas a Chile y con el ofrecimiento de venderle electricidad, el recurso va a durar menos y encarecerse. La gente lo eligió como defensor de los intereses del Perú, no como representante de los intereses de Chile que ha resultado ser. El pueblo debe obligarlo a retirar al Perú de todos los compromisos firmados con Chile, que sin excepción vulneran nuestra soberanía y seguridad nacional y aumentan la dominación económica que en nuestra patria ejerce Chile, enemigo histórico del Perú. |
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