Pero saber que los chilenos abrían el vientre de peruanas para sacarles el feto es lo que más les despierta su amor por Chile, y para demostrar su cariño nuestros diplomáticos presentaron a la CIJ una demanda históricamente descontextualizada*. Ello explica que también promuevan llamar “hermanos” a los chilenos, sin que éstos siquiera hayan pedido perdón por sus latrocinios y asesinatos en la guerra de rapiña de 1879, sino que se sienten orgullosos de ello, rememorándola y llamándola “Epopeya”, mientras que se considera “malo” que el Perú tenga presente ese capítulo de la historia, pues las órdenes de la Cancillería son de tildar de desfasados que viven en el siglo XIX a quienes mencionen o estudien episodios de esa guerra.
Como sucede en los demás países del mundo, los diplomáticos peruanos son personas que tienen buen nivel cultural. Han estudiado en alguna universidad; luego, en la Academia Diplomática; hablan (aunque sea a medias) alguna lengua extranjera, etc.
El conocimiento que los diplomáticos tienen de la historia del Perú es superior al de la persona instruida promedio, porque deben conocer detalladamente el desarrollo histórico de nuestra patria, por exigirlo así el trato con gente culta del extranjero y la argumentación que sustenta toda defensa de los intereses del Perú, circunstancia en la cual los diplomáticos representan los intereses del Perú.
No existe, pues, la menor duda de que los diplomáticos peruanos están suficientemente informados por la lectura analítica de libros, documentos históricos y otras fuentes de la historia del Perú.
El estudio de esas fuentes determina la capacidad o disposición intelectual de los diplomáticos para entender y expresar los intereses del Perú a partir de ese conocimiento.
En general, los peruanos sabemos que Chile planificó y llevó a cabo la agresión contra el Perú con la finalidad de robarnos territorio (Arica y Tarapacá), asesinar al mayor número posible de peruanos (veintitrés mil) y destruir la capacidad económica de nuestra patria. Sin embargo, más allá de las fuentes históricas que conoce el público en general, el diplomático está familiarizado con muchas otras.
La resistencia contra la invasión chilena en la Sierra Central
Producida la invasión y ocupación de Lima en enero de 1881, el héroe Andrés A. Cáceres se retiró a la zona central del país para organizar y dirigir la resistencia contra los rateros y asesinos chilenos (a quienes los diplomáticos y empresarios llaman “hermanos chilenos”, afectuosamente).
Para combatir a los patriotas peruanos de la sierra central, el ratero y asesino Patricio Lynch envió varias expediciones, que entre 1881 y 1883 cometieron toda clase de asesinatos, robos y exacciones, y sufrieron graves derrotas en Pucará, Marcavalle y Concepción, lo que motivó que los invasores huyeran derrotados de la sierra central; pero finalmente vencieron a Cáceres en la sierra norte, en la batalla de Huamachuco (24 de julio de 1883).
Una de las lecturas preferidas de los diplomáticos peruanos es la obra Los guerrilleros de Chupaca en la Guerra con Chile, de Aquilino Castro Vásquez, publicada en Lima, en 1982. Este libro no solo se nutre de las fuentes bibliográficas y documentales conocidas sino también presenta el rescate del testimonio oral (con personas que sobrevivieron hasta la década de 1950) y escrito de los acontecimientos que ocurrieron durante la guerra de resistencia contra los hermanos chilenos que con fines homicidas habían invadido la sierra central del Perú.
Por qué el cariño de los diplomáticos peruanos a Chile
La obra de Aquilino Castro Vásquez presenta los hechos de manera pormenorizada, con nombres de campesinos y personas del pueblo que normalmente se pasarían por alto en otros trabajos.
En abril de 1882 los hermanos chilenos aparecieron en Ñahuinpuquio, Acostambo y Huayucachi, entre otros pueblos, perpetrando acciones de terrorismo y robando ganado. Pero hacían más, según nos informa Aquilino Castro Vásquez en la página 48 de su libro:
“Durante tres meses de permanencia (abril-junio), los chilenos cometieron una serie de actos abominables como saqueo de casas, robos de animales, imposición de cupos en dinero y violaciones de mujeres delante de sus padres o esposos, aplicando castigos bárbaros a los que protestaran. Así como ocurrió con Santiago Ríos, quien por protestar contra los abusos cometidos en agravio de su mujer, fue torturado salvajemente hasta volverlo loco. Pero no faltó una mujer llamada Petronila Iparrraguirre, que mató a pedradas a un chileno defendiendo su dignidad”,
Estas atrocidades, que llenan de emoción no solo a diplomáticos sino a los empresarios de la Confiep y de la Adex, para quienes todo lo que hicieron y hacen los chilenos es bueno, tenían por objeto causar terror entre los peruanos y obligarlos a que el Perú acepte el robo territorial cometido por Chile.
Cuando en abril de 1882 los hermanos chilenos llegan al distrito de Chupaca, se muestran interesados en entrar a la hacienda San Miguel, porque su propietario, Teodoro Peñaloza, había combatido defendiendo Lima en las batallas de San Juan y Miraflores. Cierto es que después de eso regresó a su tierra y no peleó más, pero los maricuecas chilenos no le perdonaban que hubiese combatido contra ellos.
Cuando llegan los hermanos chilenos, Peñaloza decide no enfrentarlos y se oculta, pero no por cobardía, porque él era conocido por su carácter temerario; simplemente estaba deprimido y deseaba tranquilidad. Los chilenos lo encuentran y luego entran a las habitaciones de doña Andrea, la madre, y proceden a sacar todas las cosas. En la página 85 de su obra, Castro nos cuenta lo que el 19 de abril de 1882 hicieron los hermanos chilenos con Teodoro Peñaloza y su madre:
“El oficial mandó rebuscar todos los aposentos de la hacienda y requisar la fortuna de la señora Andrea. Luego sacaron al medio del patio todo el mobiliario de la mansión y le prendieron fuego. Como Teodoro seguía apostrofándoles, estos lo arrojaron a la pira, lo mismo que hicieron con la madre y con la doméstica Candelaria.”
Los hermanos chilenos no solo se deleitaban quemando vivas a las personas, sino que además procuraban causar el mayor daño y sufrimiento. Leamos lo siguiente, en la página 74, que explica lo sucedido el 19 de abril de 1882, como parte de una campaña terrorista que emprendieron los hermanos chilenos contra el pueblo peruano:
“La división de Barahona cruza el vado frente a Chongos, se interna en dicho lugar, un piquete enviará a la hacienda San Miguel y el grueso de la división se dirige a Chupaca. Arrancan con un empuje tan salvaje que con sus fuegos y sus sables no respetan nada. Así en Huamancaca Grande se había quedado doña Josefa Jiménez, pensando que por su estado de gravidez muy avanzado la respetarían. Pero los chilenos en cuanto la vieron, con un tajo le sacaron el feto al aire y acribillaron a la infeliz mujer cumpliendo la orden de Del Canto de no dejar ningún indio vivo.”
Al leer estos pasajes de la historia crece el entusiasmo de los diplomáticos y empresarios peruanos y entonces dicen que los chilenos y peruanos somos “hermanos”, que debe haber “integración” para que el Perú mantenga a Chile, que somos economías complementarias, etc. En su mente y en comentarios entre ellos, los diplomáticos solo tienen un reproche contra sus hermanos chilenos: ¿por qué no mataron y torturaron más a esos “malos” peruanos que no entendían la generosidad de los hermanos chilenos?
Preguntas
Solo quedan dos preguntas por hacer: ¿el presidente Ollanta Humala también ha leído este libro y llama hermanos a los chilenos?, ¿o le han escondido la obra de Aquilino Castro Vásquez para que no la lea y así llame hermanos a los chilenos?
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* Es lógico que hagan eso porque el 99% de diplomáticos peruanos reniegan de la historia y la niegan o silencian. Leer Miguel Ángel Rodríguez Mackay: En La Haya debimos exponer el injusto de la Guerra del Pacífico
Perrito mueve la cola al amo Los modales obsequiosos y serviles que la diplomacia peruana tiene ante Chile expresan una permanente pedida de disculpas a Santiago por la resistencia armada del pueblo peruano. Estos diplomáticos cuyos salarios paga ingenuamente el pueblo peruano no tienen la entereza y claridad de sus colegas israelíes, sirios, turcos y armenios, que en cada ocasión desenmascaran a sus adversarios históricos. En los libros de texto de los escolares peruanos no se emplea la palabra héroe para referirse a Bolognesi, Grau y Cáceres, lo que tiende a anular la verdad histórica para que los niños y jóvenes peruanos se formen creyendo que no tenemos ningún héroe y pensando que Chile no es país ladrón y asesino. |
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