Criminal bloqueo a los palestinos de Gaza


Por José Carlos García Fajardo*


El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. En Gaza se está perpetrando un crimen ante los ojos del mundo. Y quizás  alguien diga, como en otro tiempo se dijo en Europa, que “no sabíamos lo que hacían los nazis con los judíos”. Hoy si sabemos los crímenes, el expolio, la tortura, el destierro y confinamientos de civiles inocentes perpetrados por los nuevos nazis del Gobierno de Netanyahu.


No se puede confundir israelí con israelita. Israelíes son los ciudadanos del Estado de Israel, judíos, cristianos, musulmanes o ateos. Israelita es sinónimo de hebreo y de judío, sea o no creyente. Tiene que ver con una etnia, una cultura y unas tradiciones, pero ser judío no es una opción política. Ser sionista sí lo es porque promueve un Estado con políticas que pueden diferir en los medios pero que coinciden en una idea de sí mismos que desvirtúa la realidad que parte de la razón, de la igualdad de derechos y de deberes, del reconocimiento de unos derechos fundamentales y de una concepción de la vida humana sin intervención de dioses iracundos, ni de pretensiones de ser “pueblo elegido” o raza superior.

A principios del siglo pasado se reconoció el deseo de los judíos a tener un hogar, que luego convirtieron en un Estado y después en una potencia nuclear que actúa contra las resoluciones de la ONU y contra el ordenamiento jurídico internacional presentándose  como víctimas con patente de corso para toda acción militar, social, económica o de presión preventivas.

Del victimismo al orgullo y a la soberbia, de la humillación padecida al ansia de venganza y de repetición en otros pueblos de su experiencia de persecución y de exterminio no había más que un paso. Y las autoridades más conservadoras, derechistas y fundamentalistas en el Estado de Israel lo han dado. A pesar de la oposición de muchos ciudadanos israelíes judíos no extremistas y de muchísimos judíos de la diáspora, en donde se encuentran disfrutando de sus derechos y cumpliendo sus deberes ciudadanos sin ansia por instalarse en el Estado que encarna delirantes sionismos.

O hacen lo que yo quiero o que se hunda el mundo pues, en palabras de Golda Meier, “¿pueblo palestino? Qué desatino, ¡no hay más pueblo que el judío!”

Por eso promovieron un aberrante tabú: todo el que critica la política o los negocios o la obra de cualquier judío es execrado como antisemita. Somos tantos los admiradores de la cultura del pueblo judío, que entre cristianos y musulmanes que reconocemos culturalmente a los profetas y a Jesús de Nazareth somos más que los judíos del mundo e infinitamente más que los delirantes ultra ortodoxos que fuerzan una política enloquecida.

El Estado de Israel, a pesar de haber sido promovido por los terroristas de Irgún y  Stern, que dieron lugar a la Hagana, está reconocido por la comunidad de naciones. Pero los palestinos no pueden vivir en un Estado de Palestina. ¿Por qué no se han cumplido las resoluciones del Consejo de Seguridad que obligan a Israel a retirarse a las fronteras de 1967? ¿Por qué la construcción del Muro sobre tierras palestinas? ¿Por qué se han apoderado de las aguas y no permiten la libre circulación de palestinos despojados y exiliados en campos desde hace cuarenta años? Siguen construyendo colonias ilegales en tierras que no les pertenecen, y apoderándose de Jerusalén.

Dicen que por seguridad, pero ese es el criterio de tiranos que aplican la teoría del espacio vital y de la guerra preventiva, en espera de proclamar la teoría de las fronteras naturales.

Por eso nos declaramos semitas, mestizos descendientes de judíos, de musulmanes y de cristianos, y exigimos el fin del bloqueo a Gaza sin condiciones, porque las víctimas civiles son nuestras. Este bloqueo es injusto y contra todo derecho internacional.

Estamos ante un fracaso de la ONU. No se trata  sólo de Estados Unidos, que no es referencia  moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de  Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüedad e hipocresía de la Unión Europea.

Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin responsabilidades. La impunidad de Israel no se cuestiona pues los poderosos lobbies judíos actúan, chantajeados y extorsionados, por la fanática extrema derecha que gobierna Israel.

La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tienen consecuencias. Más bien parece que se premia con abastecimiento de armas, acuerdos comerciales preferentes o  propuestas para el ingreso de Israel en la OSCE.

*Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS

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