Chilenos estaban listos para el canibalismorescate capsula mina chile

Los 33 mineros de San José creían que comerían “al primero” que muriese si es que no los rescataban a tiempo y algunos de ellos confesaron que pensaron en practicar el canibalismo para sobrevivir.

 

Debido al miedo por estar atrapados a  700 metros de profundidad, afloraron los instintos más primitivos en los 33 mineros Chilenos que permanecieron bajo tierra 69 días, en la mina San José, del desierto de Atacama, tanto que según uno de ellos confesó, Samuel Ávalos, pensaron en comerse al que muriera primero.

El canibalismo estuvo presente en las mentes de los chilenos durante los primeros 17 días, cuando estaban al borde la inanición. “Esto era una suerte de quién caía primero, en eso estábamos, el que caía primero... los demás íbamos a llegar ahí, igual que los animalitos”, contó Ávalos, en un documental producido por la BBC.

En las primeras dos semanas del cautiverio pensaron que en la superficie ya los daban por muertos y lo único que deseaban era sobrevivir a como dé lugar. Afortunadamente, la idea de canibalismo los abandonó luego de ser contactados por las autoridades Chilenas, pues inmediatamente comenzaron a enviarles alimentos por la sonda que servía también de vía de comunicación.

No obstante, otro miembro del grupo de los 33, Omar Reygadas, la idea de comerse al primero que falleciera fue dicha solo como una broma y admitió que riendo para romper el silencio de la mina, habían hablado de comerse a su compañero Claudio Yáñez, porque estaba más delgado que los otros mineros. “Era como comerse el marco de una bicicleta, estaba tan delgado”, afirmó.

Relataron que al principio comieron a diario, pero al percatarse que el rescate demoraría, racionaron al máximo las porciones de alimentos y hacia el final de esos 17 días, sólo comían una pequeña cucharada de pescado. Todos habían bajado muchos kilos, ya presentaban problemas dentales y de hongos en la piel, pues el ambiente en que estaban era un horno con un 90% de humedad y un promedio de 40 grados Celcius de calor.

El hambre les impedía moverse con normalidad en el refugio y en los pocos túneles despejados por los que podían caminar. El grupo no estaba deshidratado porque tenían el agua sucia con que se enfriaban las máquinas.