Wall Street. Un fantasma recorre Estados Unidos
Un fantasma recorre Estados Unidos... y ahora todo el mundo. Es el fantasma de la protesta social.
Comenzó en Wall Street, el corazón del capitalismo. Se extendió a cien ciudades norteamericanas. Ahora está en todo el planeta.
Hay gente de todas las edades, razas, religiones, clases sociales, niveles de educación, empleados y desempleados, sindicalistas, estudiantes y profesores universitarios, obreros de "cuello azul" y funcionarios de un nivel más alto, gente que ya está fuera del trabajo o que tiene miedo de perderlo muy pronto si las cosas aquí no cambian.
Ellos saben bien quiénes son, y lo dicen: "Somos el 99 por ciento. Somos los que producimos los bienes y servicios.”
¿Qué quieren los indignados?
Quieren que el uno por ciento cese de seguir jugando con sus vidas. Quieren un cambio completo del sistema.
Para resumir: 1) saben que Wall Street causó la crisis; 2) saben que Wall Street es responsable del mayor desempleo desde los tiempos de la Gran Depresión; 3) saben que los superricos se están volviendo más ricos;4) saben que los superricos están pagando menos impuestos; 5) saben que los millones de dólares dispuestos por el gobierno para salvar la economía fueron directamente al bolsillo de los grandes empresarios; 6) saben que el gerente general de una corporación gana billones al año y, sin embargo, paga menos impuestos que su secretaria.
En lo político, el futuro es sombrío. Los republicanos han ocupado el Congreso y acaban de rechazar el plan del presidente Obama para crear nuevos puestos de trabajo.
Los precandidatos republicanos-uno de los cuales puede llegar a ser presidente-son un grupo de fundamentalistas entre los cuales uno de ellos prohibiría en las escuelas la enseñanza de la evolución. El esposo de la única candidata femenina dirige un establecimiento supuestamente de salud para "curar homosexuales".
La izquierda gringa se enredó en los pantalones
En el 2008, cuando el sistema financiero se derrumbó, muchos pensamos en Estados Unidos que el momento del gran cambio había llegado.
Las evidencias de que el capitalismo era una estafa y un fracaso se acumulaban, y los banqueros de Wall Street —sin poder ocultar la culpa— se tapaban la cara con las manos frente a los periodistas y a la policía.
Se suponía que las calles iban a llenarse con manifestantes contra el capitalismo. En ellas se juntarían los jóvenes mutilados que regresaban de la guerra en Irak, los maestros y los policías despedidos debido a la crisis, los millones de desocupados, los muchachos que no encontraban opción alguna en el mundo laboral y, por fin, las familias que de un día para otro se habían encontrado con sus cosas en la calle debido a la intervención de algún banco.
Se supuso que los culpables del delito-convictos y confesos-serían juzgados por robo, por estafa y por sus crímenes contra la humanidad.
Se suponía que, en los Estados Unidos, la gente elegiría gobiernos de izquierda y se pondría a pensar en una forma alternativa de vivir ajena al egoísmo y la perversión del sistema capitalista.
Algo comenzó a suceder. En los comicios, se impuso un carismático y progresista demócrata, Barack Obama, quien prometía, entre otras cosas, seguro de salud para todos, algo que era revolucionario en un país donde 50 millones de personas no lo tienen.
Tres años después, sin embargo, al contrario de todo lo que se esperaba, muchos ciudadanos se fueron hacia la derecha y votaron por el partido republicano. El Presidente Obama fue lapidado como "socialista" por su programa de salud.
Por otro lado, alentado por multimillonarios préstamos del gobierno, el viejo sistema financiero ha sido plenamente restaurado.
¿Qué le pasó a la izquierda al comenzar la crisis? ¿Por qué no supo señalar un camino para el cambio? Creo que las “políticas de identidad” asumidas por ella en las últimas décadas le restaron energía y coherencia. Según las mismas, las contradicciones fundamentales de la sociedad son las de etnia y género (sexo). La lucha de clases prácticamente ya no tiene que ver con la historia.
¿Es posible imaginar diferencias en la sociedad sin explotación y dominación? La "diferencia" que constituye la clase como una "identidad" es, por definición, una relación de desigualdad y poder, en una forma en que las "diferencias" sexuales o culturales no tienen por qué serlo.
En el caso presente, la izquierda norteamericana no supo señalar una alternativa. Perdió profecía y contundencia. Se enredó en los pantalones. Ahora, los “indignados” de Wall Street y del resto del mundo han reivindicado la lucha de clases cuando proclaman y reiteran: “!Somos el 99 por ciento!”
Café y donuts con los indignados
Hoy a las 7 de la mañana me he encontrado con una familia que pasó la noche acompañando a los indignados cerca del Capitolio de Salem. Compartimos un café y unos “donuts”, y los felicité por el cartelón que llevaban:
“Los banqueros nos quitaron la casa, pero ya no estamos solos. Nos acompaña el 99 por ciento.”
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