Por Héctor Béjar
En su artículo "Siria, centro de la guerra del gas en el Medio Oriente", Imad Fawzi Shueibi, presidente del Centro de Estudios Estratégicos y Documentación de Damasco (www.cespe.edu.ec), dice que se hace la guerra contra ese país porque es el nudo de la más importante red de gas del planeta.
En 1995, Vladimir Putin diseñó los proyectos North Stream y South Stream, basados en Gazprom, el gigante ruso del gas, recuperado por el Estado. El gasoducto North Stream conectará directamente las zonas gasíferas de Rusia con Weinberg y Sassnitz, en Alemania, a través del Mar Báltico sin pasar por Bielorrusia. Alemania, el tronco del árbol europeo, y Rusia, integrante del Grupo de Shanghai con China, quedarían unidas por la provisión de gas. Alemania renovaría su estructura energética cambiando o disminuyendo su dependencia de la energía atómica.
Las relaciones de Alemania con el mundo árabe son antiguas y se remontan a la época de los imperios Alemán y Turco Otomano, derrotados por los occidentales en la primera guerra mundial.
South Stream comienza en Rusia, atravesará el Mar Negro hasta Bulgaria y allí se dividirá pasando por Grecia y el sur de Italia, por un lado, y por Hungría y Austria, por el otro lado, para llegar también a Europa.
Con los dos gasoductos, ambos lados de Europa, el este y el oeste, dependerían menos del petróleo del Medio Oriente y serían aprovisionados por Rusia que, desde hace algunos años, es la potencia del gas.
En respuesta, Washington instrumentó el proyecto Nabbuco para competir con los rusos durante los próximos cien años. El gasoducto comienza en Asia Central y los alrededores del Mar Negro, pasa por Turquía como centro de almacenamiento y sigue por Bulgaria, Rumania, Hungría, Austria, República Checa, Croacia, Eslovenia e Italia, todos países con gobiernos anti-rusos aliados de Estados Unidos, especialmente los excomunistas del este. Debe culminar el 2017 pero ha sido pospuesto una y otra vez. Requiere incorporar el gas iraní y sirio. Pero Irán ya decidió transportar su gas por Irak y Siria.
Según Shueibi, en julio de 2011, Irán firmó varios acuerdos para el transporte de su gas a través de Irak y de Siria. Siria se convirtió en el principal centro de almacenamiento y producción. Se abrió así un espacio geográfico, estratégico y energético que abarca Irán, Irak, Siria y Líbano. De allí viene la lucha por el control de Siria y el Líbano.
Después de sendas invasiones, Francia ya está en Libia y en Mali, en el norte de África. Ávida de fuentes de energía, ahora quiere recuperar la presencia colonial que tuvo en esa área del planeta desde el siglo XIX.
Si Estados Unidos logra culminar el proyecto Nabbuco, será el dueño energético de Europa a la que mantiene ocupada militarmente desde la segunda guerra mundial. El sometimiento de la Unión Europea al dominio norteamericano es evidente.
Estamos pasando de la era del petróleo a la era del gas. El gas será la principal fuente de energía del siglo XXI, dice Fawzi Shueibi, como alternativa ante la reducción de las reservas mundiales de petróleo y, al mismo tiempo, como fuente de energía no contaminante.
El petróleo fue la causa de las guerras del siglo XIX. Hoy estamos en el siglo de las guerras del gas.
La guerra de Siria es, en realidad, una guerra por el gas. Por encima de globalizaciones y primaveras árabes, la lógica colonial continúa, promovida por los colonialistas de siempre que cometen los crímenes de siempre.
Inventaron el gas mostaza y lo usaron en la primera guerra mundial. Destruyeron a Dresde, la Florencia del Elba, usando bombas rompemanzanas de quinientos kilos. Arrojaron bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki. Aplicaron la
tortura en Argelia. Regaron napalm y agente naranja sobre Vietnam. Inventaron el gas Sarín y se lo dieron a Irak contra Irán. Desde Kosovo, usan proyectiles de uranio empobrecido en todas sus guerras locales.
Ni han pedido perdón ni han reparado éstos y otros crímenes. Pero han vuelto a abrir las puertas del infierno.
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6 de setiembre de 2013 - No. 130 - Año 2013