El escritor, investigador y documentalista israelí Yarón Avitov afirmó que si bien la iniciativa de dar la nacionalidad española a los sefardíes es “positiva”, en el caso de América Latina se corre el riesgo de que beneficie a quien no corresponde con la ayuda de “cursos intensivos de ladino”.
Avitov, autor del documental “América Ladina” y de varios libros sobre el judaísmo, vive en Ecuador y se considera “medio latino”, según dijo en una entrevista.
El escritor es sefardí, pues su familia proviene de Andalucía (España), aunque se trasladó a Marruecos tras el edicto de expulsión de los judíos, del que precisamente hoy se cumplen 522 años, pero no ha pensado si tramitará o no la nacionalidad española.
En América Latina la decisión del Gobierno español de enmendar el “error histórico” de la expulsión ha generado mucha expectativa, a pesar de que todavía se trata solo de un proyecto de ley.
En los últimos días algunos medios han publicado una lista de supuestos apellidos “sefardíes”, con algunos tan comunes como López*, y ya han surgido quiénes buscan ayudar con los trámites.
Según informó Rubén Mañanes, del despacho madrileño Stratego Abogados, han recibido ya 295 solicitudes, principalmente de México (73), Venezuela (62), Argentina (57) y Brasil (43), pero también de Estados Unidos, Colombia, Chile, Ecuador y Uruguay.
A este respecto Avitov subrayó que el gobierno de España debería ser “muy cuidadoso” y establecer criterios “muy claros” para otorgar la nacionalidad a los sefardíes, que son 3,5 millones de personas.
Para Avitov, sefardí es quien desciende de los judíos que no renegaron de su fe y tuvieron por tanto que dejar España y Portugal, aunque también caben en esta categoría los descendientes de conversos con pruebas fehacientes.
Los judíos expulsados tenían prohibido pisar las posesiones americanas de la Corona de España, pero no así los “marranos”, como se denomina a los que se hicieron católicos, los cuales, “empezando por Colón”, estuvieron en América desde el descubrimiento, ocurrido menos de siete meses después del edicto de expulsión firmado por los Reyes Católicos, dijo.
“Filosóficamente los más perjudicados fueron los que se fueron de España”, más que los marranos o conversos, que en hebreo se conocen como anusim (‘forzados’), señala Avitov, autor de obras como Los pájaros no cantan en Auschwitz y El libro de la paz.
En América Latina hay actualmente descendientes de anusim y también sefardíes, pues después de la independencia y con mayor fuerza en el siglo XX llegaron a la región inmigrantes judíos de muy diversa procedencia.
En sus viajes por América Latina, este investigador nacido en Haifa en 1957 y descendiente del sabio y poeta Ibn Ezra ha encontrado huellas de “marranos” por todas partes, en costumbres, dialectos, apellidos y en rasgos genéticos.
Por ejemplo, en la región colombiana de Antioquia, de la que Medellín es capital, la huella es particularmente profunda.
Una fuente del Consulado General de España en Bogotá dijo hoy que “hasta el momento han recibido algunas peticiones de información pero habrá que esperar a que se dicte la normativa legal correspondiente” para conocer quiénes pueden pedir la nacionalidad.
El Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí de Buenos Aires ha recibido ya unos mil correos electrónicos pidiendo información y ha emitido hasta 60 certificaciones para personas que en su momento van a solicitar la nacionalidad, según dijo su presidente, Mario Cohen.
A Avitov le llama mucho la atención que el “hecho histórico” de la presencia de los “marranos” en América Latina no sea totalmente aceptado por sus propios descendientes.
“No asumen sus raíces, sus góticas de sangre marrana. Marrano ya no es una ofensa, pero los latinos (latinoamericanos) sí lo consideran un término ofensivo. Tienen un complejo de identidad sobre sus raíces sefardíes, lo digo con mucho cariño”, subrayó.
En su trabajo de campo para el documental “América Ladina”, Avitov encontró, no obstante, “bastante gente que decía tener esa raíz”, entre los cuales hay “descendientes verdaderos y también imaginarios”.
Su preocupación es que esos “imaginarios” sefardíes recurran a aprender ladino a marchas forzadas —”ya conozco a alguno”, dice— o que se cree alrededor de la concesión de la nacionalidad española una industria de certificaciones y documentos.
“Se puede dar el caso de que se repita la historia de los marranos que iban a Sevilla a obtener documentos de limpieza de sangre falsos” después de la expulsión, subrayó.
Respecto al ladino señaló, además, que los anusim no llevaron a América esa lengua, que fue la de los expulsados, sino el judezmo, que era el dialecto que hablaban los judíos en España, donde convivieron con cristianos y musulmanes durante siglos.
En el mismo sentido que Avitov se pronunció Ronen Waisser, director de la empresa de trámites GetEUPassport México, quien indicó que “el Gobierno [español] va a tener que asegurarse de que son descendientes de sefardíes expulsados en 1492”.
“Gente que no tiene nada que ver ni con el judaísmo ni con la raíz de los anusim pueden aprovecharse de la tragedia judía”, dijo Yaron Avitov. EFE
Aurora, Tel Aviv 01-04-2014
http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/57318/
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* En las listas que desde hace años están en internet, se ve que los sefardíes llevaban apellidos españoles comunes como Álvarez, Benavente, García, Matos, Ortiz, Pérez, Rodríguez, Sánchez, Torres, etc. Además, se encuentra apellidos hebreos y árabes.
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