John BrennanEn medio del escándalo por las revelaciones que dan cuenta de los detalles de las morbosas y crueles torturas a personas que incluso eran inocentes, el Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan, defendió las torturas perpetradas por agentes de su institución contra personas sospechosas de estar relacionadas con actividades terroristas.

En conferencia desde la sede principal de la CIA en Virginia, Brennan explicó que los detenidos que fueron sometidos a técnicas de interrogatorio “mejoradas” que proporcionaron información útil que se utilizó en la operación final contra Bin Laden, pese a que su supuesta muerte ocurrió años después de los atentados del 11 de setiembre.

Es decir, Bin Laden fue presuntamente abatido en 2011, diez años después de los atentados, mientras que las torturas se perpetraron entre 2002 y 2008, ¿cuál fue la utilidad de las torturas? Además, muchos dudan de que realmente se haya ultimado a Bin Laden, pues nunca se vio su cadáver y Bin Laden podría haber sido sólo un mito usado como justificación para sostener la invasión a Afganistán.

Brennan admitió que pudo haber abusos y excesos durante algunos interrogatorios, pero considera “exagerado” que sean catalogados como torturas. Dichos "abusos" fueron cometidos por un grupo de agentes que "hicieron lo que tenían que hacer en servicio a nuestra nación", declaró.

En respuesta al informe emitido por el Senado, Brennan, rechaza la mayoría de sus conclusiones; en donde se asevera que las torturas ejecutadas contra sospechosos de terrorismo no resultaron en informaciones sustanciales sobre el paradero de Osama Bin Laden.

Como se sabe, el Senado de los EE. UU. publicó este martes un resumen de 480 páginas de un informe sobre la aplicación de torturas a sospechosos de terrorismo por parte de la CIA y admite que las tácticas aplicadas fueron más brutales de lo que se creía. El Comité de Inteligencia del Senado sostiene que la CIA engañó a los estadounidenses.

El informe detalla las técnicas de tortura perpetradas durante el mandato de George W. Bush, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Las torturas fueron aplicadas en centros de detención clandestinos y en la ilegal base militar de Guantánamo, área ocupada por el Gobierno de EE.UU., sin el consentimiento del Gobierno o el pueblo cubano.

 

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