Kevin Arnett
Los propagandistas del Gobierno quieren que odies las “Teorías de Conspiración”. Sin embargo, como muestra una serie de evidencias, tendrías que estar loco para hacer lo que ellos quieren.
Dos profesores estadounidenses, Lance DeHaven-Smith y James Tracy, han señalado que la CIA ha convertido los términos “Teoría de Conspiración” y “Teórico de la Conspiración” en un arma para ocultar las fechorías del gobierno. El documento número 1035-960 de la CIA, revelado por el New York Times en 1976, es una pistola todavía humeante.
Este documento secreto fue distribuido por la CIA como una medida ante el generalizado escepticismo que rodeaba el asesinato del presidente John F. Kennedy. Se trata de una orden, dirigida a numerosos medios de comunicación pertenecientes a la CIA, de comenzar escupir insultos contra historiadores, periodistas e investigadores que habían descubierto que el asesinato de JFK fue un golpe de Estado.
Hoy en día, los principales medios de comunicación se han vuelto aún más controlados y usar la “Teoría de conspiración” como arma, se ha desplegado, especialmente después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 2001, de forma más masiva que nunca.
Durante los últimos 13 años, miles, millones y ahora miles de millones de personas, se han enterado de que el 11S ha sido un trabajo interno. (Las encuestas demuestran que más de mil millones de musulmanes, casi mil millones de chinos, un tercio de los estadounidenses y un gran número de los europeos ven el 11S como una posible operación de bandera falsa.)
Ahora que la mayoría global exige poner el mito de 11S en tela de juicio, los propagandistas, aterrorizados, han tratado de “detener el contagio” mediante presentar la búsqueda de la verdad como un caso médico. De acuerdo con los operativos de control mental, patrocinados por el Gobierno estadounidense, como John A. Banas y Gregory Miller- los epígonos de tercera categoría de Edward Bernays y Joseph Goebbels en la Universidad de de Oklahoma – la “epidemia de verdad” debe ser detenida a través de vacunación de la opinión pública. En “Inducir resistencia a la propaganda de Teoría de la Conspiración: Probar estrategias de Inoculación y Metainoculation”,
Banas y Miller usan una metáfora médica para disfrazar el hecho de que están defendiendo el control mental masivo a favor de la traición y crímenes contra la humanidad. Banas y Miller presentan su programa de vacunación anti-teoría de conspiración como una medida de salud pública. Pero, las pruebas citadas por los profesionales de salud mental, incluyendo Frances Shure, sugieren lo contrario. Al tratar de inyectar al público un bloqueo emocional inconsciente para impedir la consideración racional de las pruebas que rodean el 11S, Banas y Miller están de hecho perjudicando la salud pública.
Frances Shure es la autora de una serie de artículos publicados por Architects and Engineers sobre la verdad del 11S titulada “¿Por qué la buena gente guarda silencio –o peor aún- acerca de 11S?”. En estos artículos, ella señala que la resistencia emocional ante la “Teoría de Conspiración” es una reacción patológica, basada en el miedo que impide el compromiso saludable con la realidad. Absteniéndose de diagnosticar a personas que se resisten a las teorías de conspiración como enfermos mentales, Shure indica que estos, a menudo presentan una preocupante incapacidad para enfrentarse con hechos claros y evidentes:
“¿Cómo, por ejemplo, algunos pueden ver el modo que colapsó el edificio de World Trade Center 7 y no ver lo que está justo delante de ellos – incluso cuando saben acerca de la aceleración de caída libre y las demás características de demolición controlada? Estas personas podrían verse obligadas a intensificar aún más su resistencia con medidas intelectualmente retorcidas para convencer a sí mismas y a otros de que la demolición no fue controlada. Otros se contentan con ridiculizar a cualquier persona que quiera investigar las evidencias de 11S que contradicen el sagrado mito oficial.”
Como una dramatización de lo que podría llamarse “el síndrome de la negación del edificio 7”, por favor vean el brillante vídeo de Anthony Lawson de youtube “WTC 7: This Is An Orange.”
¿Cómo se puede explicar tal grado de negación? Shure explica diversos factores, entre ellos: Una intrínseca propensión humana a obedecer a la autoridad sin importar lo enfermiza que parece esta actitud, como se ejemplifica en los experimentos de Stanley Milgram y Philip Zimbardo; el proceso de “doble pensamiento” orwelliano de “inducir conscientemente la inconsciencia”; la noción de la deficiencia cognitiva planteada por Leon Festinger es decir, el rechazo de las realidades que están en conflicto con los arraigados valores o suposiciones; los experimentos “de conformidad irracional” de Solomon Asch y Elizabeth Noelle-Neumann; estudios de Irving L. Janis sobre el pensamiento en grupo: evidencia de que algunas de las deficiencias cognitivas tienen raíz en la estructura del cerebro tal y como definen también George Lakoff y otros; teorías de manejar el horror que sugieren que el inconsciente miedo a la muerte conduce a negación de 11S; y la teoría de detección de señales que demuestra que el “ruido”, como la propaganda de los medios de comunicación puede ahogar incluso las verdades más evidentes.
En un serie de brillantes artículos, Shure continua su análisis a base de los estudios de Seligman sobre la incapacidad aprendida, el estudio de Douglas Rushkoff del control mental en coacción, la obra de Bruce Levine en la patología institucional de la sociedad estadounidense, y otras ideas que estudian las razones de la negación irracional de las personas a comprometerse con la realidad política y social en general, y el 11S en particular.
Aunque el trabajo de Frances Shure sobre la negación de la conspiración es el tratamiento más completo del tema, muchos otros académicos, psicólogos y psiquiatras han descubierto evidencias que apoyan su análisis. Veinte doctores en psicología y psiquiatría que representan universidades como Harvard, Duke, Rutgers, y otros “han concluido que la versión oficial del 11S es falsa, y que aquellos que creen en la versión oficial están bajo el efecto de los mecanismos de defensa. Los 156 miembros del grupo Profesionales Médicos para la Verdad sobre 11S, sin duda, representan sólo una minúscula fracción de los profesionales médicos y psiquiátricos que están de acuerdo, aun que prefieren no exponerse a la ira de las autoridades haciendo pública estás ideas.
Como expliqué el año pasado en un artículo de Presstv llamado “New studies: ‘Conspiracy theorists’ sane; government dupes crazy, hostile,” una lista creciente de estudios psicológicos y publicaciones revisadas por expertos, apuntan hacia la misma conclusión. Los ejemplos incluyen: los estudios de psicólogos británicos Wood y Douglas demuestran que las personas que se oponen a las teorías de conspiración se comportan como estereotipadas sujetos enojados más que las personas que están de acuerdo con la teoría; el trabajo de profesor de psicología Laurie Manwell sobre cómo la supresión de la llamada teoría de la conspiración hace que naciones occidentales “nieguen la democracia”, y la reciente aparición de un nuevo campo académico de estudio de Crímenes de Estado contra la democracia (SCADS, por sus siglas en ingles), incluyendo el asesinato de JFK y el 11 S.
¿Qué pasará cuando el pueblo estadounidense, y los de otros países occidentales, salgan del capullo de la negación y se enfrenten a la realidad de que sus gobernantes son los peores criminales de la historia humana? ¿Seguirán las personas el ejemplo de sus líderes y caerán en la ilegalidad y el comportamiento psicopático? ¿Los líderes occidentales “huirán hacia delante” lanzando guerras diseñadas para ocultar las huellas de sangre que les vinculan con los errores del pasado? ¿O el sistema actual será derrocado y sustituido por algo más humano?
A tales preguntas depende el futuro de la humanidad. Y dada la situación, usted tendría que estar loco para no ayudar a difundir la verdad, cambiar el sistema, y salvar el planeta.
Hispan TV, 27.01.2015
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