Benedicto XVI apoya derecho de palestinos a una patria propia
Benedicto XVI apoyó el derecho de los palestinos a una patria propia durante su visita con la delegación apostólica de Jerusalén al Palacio presidencial de la Autoridad Palestina en Belén, distante 10 km. En el recorrido el Papa atravesó la frontera entre Israel y los Territorios Autónomos Palestinos por la Puerta de la Tumba de Raquel.
Los Territorios Autónomos Palestinos comprenden dos entidades geográficas separadas por 30 kms de territorio israelí: Cisjordania (o Franja Occidental) que linda con Israel y Jordania y la Franja de Gaza que limita con Israel y Egipto. La entidad está reconocida por la ONU tras los Acuerdos de Oslo (1993) entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Los territorios están gobernados por la Autoridad Palestina cuya sede es Ramallah, en Cisjordania y su presidente es Mahmoud Abbas.
Según los Acuerdos de Oslo, Belén forma parte desde 1995 de los Territorios Autónomos Palestinos. El Palacio presidencial, donde fue acogido el Papa, fue construido por el difunto Yasser Arafat, presidente de la OLP y primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
A las 09:horas, Benedicto XVI llegó a la plaza del Palacio Presidencial, donde fue recibido por el actual presidente Mahmoud Abbas y pronunció un discurso.
"Mi peregrinación en las tierras de la Biblia no habría sido completa sin una visita a Belén, la Ciudad de David y el lugar de nacimiento de Jesucristo ―observó el romano pontífice―. Y tampoco habría podido venir a Tierra Santa sin aceptar la invitación del presidente Abbas de visitar estros territorios para saludar al pueblo palestino".
"Sé cuanto habéis sufrido y seguís sufriendo, dijo el Papa dirigiéndose a los presentes, a causa de los tumultos que han afligido esta tierra durante décadas. Mi corazón se dirige a todas las familias que han perdido sus hogares. (...) A aquellos que lloran la pérdida de sus familiares y seres queridos en las hostilidades, especialmente en el reciente conflicto de Gaza les garantizo mi profunda participación y mi frecuente recuerdo en la oración. Rezo por vosotros todos los días e imploro al Excelso la paz, una paz justa y duradera en los territorios palestinos y en toda la región".
Hablando al presidente Abbas, el Santo Padre afirmó: "La Santa Sede apoya el derecho de su pueblo a la soberanía de una patria palestina en la tierra de vuestros antepasados, segura y en paz con sus vecinos, dentro de fronteras reconocidas internacionalmente. Aunque en el tiempo presente la realización de este objetivo parezca lejana, le animo, al igual que a su pueblo, a mantener viva la llama de la esperanza: esperanza de que se encuentre un punto de encuentro entre las legítimas aspiraciones, tanto de los israelíes como de los palestinos, a la paz y la estabilidad".
Después, recordando las palabras de Juan Pablo II "no hay paz sin justicia, ni justicia sin perdón", el Santo Padre exclamó: "¡Suplico a todas las partes implicadas en este añejo conflicto que dejen de lado cualquier rencor y cualquier contraste que obstaculice todavía el camino de la reconciliación, para llegar a todos con la misma generosidad y compasión, sin discriminaciones. Solo se puede lograr una coexistencia justa y pacífica entre los pueblos de Oriente Medio con espíritu de cooperación y respeto mutuo mediante el cual los derechos y la dignidad de todos se reconozcan y respeten".
"Pido a todos vosotros, a vuestros jefes, que reanudéis con esfuerzo redoblado el trabajo para alcanzar esos objetivos. Pido en particular a la Comunidad internacional que utilice su influencia en favor de una solución", agregó.
"Espero fervientemente que los graves problemas concernientes a la seguridad en Israel y los Territorios Palestinos se aligeren decididamente con prontitud para que permitan una mayor libertad de movimiento, sobre todo por lo que respecta a los contactos entre familiares y el acceso a los santos lugares. Los palestinos, así como cualquier otro pueblo, tienen el derecho natural de casarse, de formar familia y acceder al trabajo, a la educación y a la asistencia sanitaria".
"Rezo también para que, con la ayuda de la Comunidad internacional -subrayó el pontífice- las tareas de reconstrucción procedan con rapidez en todos los lugares donde las casas, las escuelas o los hospitales hayan sido dañados o destruidos, especialmente durante el reciente conflicto de Gaza. Es esencial para que el pueblo de esta tierra viva en condiciones que favorezcan paz duradera y bienestar. Una infraestructura estable dará a vuestros jóvenes mejores oportunidades de adquirir especializaciones válidas y de conseguir empleos remunerativos, habilitándolos para desarrollar la parte que les corresponde en la promoción de la vida de vuestras comunidades".
A continuación, dirigiéndose a los jóvenes, el Papa dijo: "No permitáis que las pérdidas de vidas y las destrucciones de las que habéis sido testigos susciten amargura o resentimiento en vuestros corazones. Tened el valor de resistir a cualquier tentación que sintáis de recurrir a actos de violencia o de terrorismo. Al contrario, haced que cuanto habéis experimentado renueve vuestra determinación para construir la paz. Haced que ese objetivo os llene del deseo profundo de ofrecer una aportación duradera al futuro de Palestina para que pueda tener el puesto que le corresponde en el escenario del mundo. Que todo ello os inspire sentimientos de compasión por los que sufren, compromiso para la reconciliación y la firme confianza en la posibilidad de un futuro más luminoso".
Acabada la ceremonia de bienvenida el Santo Padre se trasladó en papamóvil a la Plaza del Pesebre para celebrar la Santa Misa.