Por José Carlos García Fajardo*
El Fondo de Población de la Naciones Unidas analiza cada año el Estado de la población mundial. Los medios suelen dar una nota muy escueta sobre el Informe que a los lectores les suena como “otro más” de los estudios que teorizan pero que no saben aportar soluciones para los grandes conflictos de nuestro tiempo.
El caso es que lo tenemos gratis al alcance de la mano por Internet. Es el producto del esfuerzo de muchísimos especialistas que trabajan, piensan, analizan y contrastan pareceres, pero que apenas si se cita en las clases de la universidad, salvo en determinados departamentos.
Nuestros políticos no suelen reflexionar sobre estos datos fundamentales para la convivencia nacional y global, pues ya nada puede suceder sin que tenga repercusiones a escala mundial. Es el efecto mariposa del que hablaba Heisenberg, y que citaron tantos otros sin sacar las debidas conclusiones.
En el último Informe se abordan los ámbitos de convergencia: Cultura, género y derechos humanos, aquí y ahora, y sin los cuales no podemos hacernos una imagen real del mundo para actuar sobre las causas de un mundo en red, en el que sólo parecen llamar la atención las consecuencias en forma de desastres. Y si no podemos hacernos una imagen verosímil, es imposible actuar sobre lo fundamental. Nos quedaremos en los andamios cuando no en los fantasmata proyectados, o en fuegos fatuos. Hoy es imposible contemplar el estado de la humanidad sin asumir esa dimensión de interdependencia de todos y de todo, porque estamos interrelacionados.
La cultura ha sido siempre un aspecto central del desarrollo. Dado que se trata de un aspecto fundamental en las vidas de los seres humanos, es preciso integrar la cultura en las políticas y los programas de desarrollo y en este informe se indica de qué manera se aplica este proceso en la práctica.
El punto de partida es la validez universal del marco internacional de derechos humanos. El aspecto medular es analizar y mostrar de qué manera los enfoques con sensibilidad cultural revisten importancia crítica para la vigencia de los derechos humanos en general y de los derechos de la mujer en particular.
En el informe se ofrece un panorama de los marcos conceptuales, así como de la práctica del desarrollo, considerando los acontecimientos cotidianos que conforman la experiencia de las personas con respecto al desarrollo. Se presentan algunos de los retos y dilemas de las estrategias dotadas de sensibilidad cultural y sugiere de qué manera es posible abordarlos al entablar relaciones de colaboración.
La cultura, —las pautas heredadas de significaciones y explicaciones compartidas— , influye sobre las maneras en que las personas conducen sus vidas y proporciona el instrumento para interpretar sus sociedades. Las culturas afectan las maneras en que las personas piensan y actúan; pero no producen uniformidad de pensamiento ni de comportamiento. Salvo en regímenes totalitarios, fanáticos e ideologizados en los que sustituyen la realidad humana por sus delirios.
Las culturas influyen sobre las circunstancias externas, son influidas por éstas y cambian en respuesta. Las culturas no son estáticas; las personas las modifican aun cuando algunos aspectos de la cultura siguen influyendo sobre los estilos de vida durante períodos muy prolongados.
Es peligroso generalizar y juzgar una cultura sobre la base de las normas y los valores de otra cultura. Esas simplificaciones pueden conducir a suponer que cada miembro de una cultura piensa lo mismo que los demás miembros. Esto deja de lado uno de los factores que impulsan el cambio cultural: las múltiples expresiones de resistencia interna, de las cuales surgen las transiciones. El avance hacia la igualdad entre hombres y mujeres es un buen ejemplo de este proceso en operación.
Otro peligro es enfatizar tanto el diálogo intercultural que se interpretan erróneamente como aceptación de prácticas tradicionales nocivas o maneras de excusar el incumplimiento de normas universales de derechos humanos. Los valores y las prácticas que infringen los derechos humanos pueden encontrarse en todas las culturas. Al involucrarse en las realidades culturales es posible poner de manifiesto las maneras más eficaces de cuestionar las prácticas culturales nocivas y fortalecer las prácticas positivas.
Puesto que se trata de un aspecto fundamental en las vidas de los seres humanos, es preciso integrar la cultura en las políticas y los programas de desarrollo; en este informe se indica de qué manera se aplica este proceso en la práctica.
Una vez más, la luz del poeta John Donne, ilumina el empeño como desafío y acicate porque “ninguna persona es una isla, completa en sí misma”.
* Profesor Emérito de la UCM. Director del CCS
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