Una exposición de la Real Sociedad Geográfica de Londres marca el centenario de la muerte del explorador angloirlandés Ernest Shackleton, al mismo tiempo que se descubre su legendario barco, Endurance, bajo el hielo de la Antártida.

 

glaciares derritiendose

 

'El legado de Shackleton y el poder de la fotografía antártica de los primeros años’, que estará abierta hasta el 4 de mayo en la sede londinense de la Real Sociedad de Geografía (RGS, en sus siglas en inglés), brinda un homenaje al más célebre y respetado explorador angloirlandés de la Antártida.

La exposición coincide además con el hallazgo del mítico Endurance (significa Resistencia) 106 años después de su hundimiento en el mar de Weddell. Se ha localizado a 3.008 metros de profundidad y a unos 6 kilómetros al sur de las coordenadas geográficas que el capitán Frank Worsley anotó en su diario al abandonar el gran velero el 17 de octubre de 1915.

ATRAPADO POR EL HIELO

Casi un mes después, los 28 marinos y científicos de la expedición de Shackleton presenciaron y documentaron el naufragio. “Aguantó derecho como una roca”, escribió el capitán al adentrarse en la zona de hielos. Otro tripulante presiente el peligro que se avecina al escuchar el incesante “sonido del hielo chirriando, gimiendo, rechinando, rugiendo”.

“Es difícil escribir lo que siento. Para un marino, su barco es más que un hogar flotante, y en el Endurance había volcado mis ambiciones, mis esperanzas y mis deseos”, sentenció el jefe de la misión. Shackleton convirtió la tragedia en la más tenaz, leal y valiente historia de supervivencia y salvamento. Logró salvar a todos sus hombres, tras alcanzar la isla Elefante en una primera fase y pedir socorro después de navegar, con cuatro compañeros, en un bote auxiliar hasta las Georgias del Sur. “Ni una vida perdida, aunque hemos pasado un infierno”, narró a su mujer Emily.

EN EL FONDO DEL MAR

Un siglo después, el Endurance descansa en el lecho del mar. Una expedición científica, que partió desde Sudáfrica a bordo del navío S.A. Agulhas II, lo halló el fin de semana pasado bajo el manto helado del acceso a la Antártida desde el sur de Sudamérica. El buque y la zona donde yace están protegidos como sitio y monumento histórico, lo cual implica que está prohibido tocar o remover cualquier resto.

Por ello, se han grabado imágenes del legendario pecio con cámaras ajustadas a un híbrido de drone submarino, que se opera a distancia. El nombre del velero asoma claramente en la popa, sobre una estrella dorada, se aprecian fragmentos de los tres palos originales y la madera del casco parece bien conservada, según las fotografías difundidas por la Fundación del Patrimonio Marítimo de las Malvinas (FMHT, en sus siglas en ingles), patrocinadora de la operación.

“Es, sin duda, el mejor pecio de madera que jamás he visto. Está erguido, orgulloso en el lecho marino, intacto, y en un excelente estado de conservación”, explica Mensun Bound, director de exploración en esta misión bautizada, Endurance 22.

LA ATRACCIÓN DEL POLO SUR

La localización del velero ha renovado el interés y la fascinación por Shackleton, quien lideró tres expediciones a la Antártida antes de morir en Grytviken, en el Atlántico Sur, en enero de 1922. Sintió curiosidad por explorar el Polo sur desde la infancia, que pasó en Irlanda antes de mudarse con su familia a Inglaterra.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, se prestó a suspender su proyectada travesía hasta que finalmente obtuvo la luz verde del propio Winston Churchill, entonces jefe de la Armada. La ya mítica ‘Expedición Imperial Transantártica’ pretendía alcanzar el Polo Sur después de desembarcar en la costa del Weddell y caminar por tierras heladas hasta el otro extremo de la punta, en el mar de Ross, donde aguardarían refuerzos. Pero, como escribió un tripulante, sufrieron una “calamidad terrible” antes de cruzar la meta.

 

Con información de Sputnik