Germán Gorraiz López*
Obama estaría pensando seriamente en el otoño de su Presidencia (Lame Duck), en borrar definitivamente el estigma impreso por la Administración Bush en los aparatos de poder (establishment) tras afirmar en su viaje a Berlín que “la guerra emprendida por George W. Bush no puede ser eterna” y citando a James Madison añadir que "ninguna nación puede preservar su libertad en medio de una guerra continua". Así, tras la significativa erosión de la imagen de EE. UU. en el mundo tras los sangrantes episodios de vulneración de los Derechos Humanos en Abu Ghraib y Guantánamo, una de las primeras decisiones de Obama tras su investidura en el 2009 fue firmar una orden ejecutiva para exigir el cierre de la prisión en la base naval de Guantánamo en el plazo de un año, pero en su segundo mandato sus asesores todavía siguen buscando los mecanismos legales para finiquitar el "limbo jurídico" de Guantánamo, espacio virtual fruto de la ingeniería jurídica del llamado "Comité de Guerra" ( nombre en clave del selecto grupo de juristas y asesores que trabajaron a las órdenes de la Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney), verdaderos detentores del Poder durante el nefasto mandato de George W. Bush.