Keiko, hija desnaturalizada y el Día de la Madre
Susana Higuchi: me torturaron en el SIN y me sacaron del cargo de primera dama, en mi lugar colocaron a una títere llamada Keiko
Susana Higuchi asegura que durante el llamado autogolpe del 5 de abril de 1992, escuchó al ex dictador dar personalmente la orden de detener ”vivos o muertos” a una serie de opositores a su régimen.
El testimonio —incluido en el expediente del juicio que enfrenta desde que fuera traído desde Chile por la fuerza de la extradición— es una declaración preventiva de la ex Primera Dama como agraviada en el proceso conocido como “Sótanos SIE”. El documento se presentó en la centésima novena sesión de juicio a Fujimori el 20 de octubre de 2008.
Secuestrada torturada y golpeada.
“Un fin de semana entre abril y mayo de 1992, ocho personas me sacaron con mucha violencia del departamento que nos fue asignado en el segundo piso de uno de los edificios del SIE. Me sacaron con los ojos vendados, me encapucharon, me metieron en una camioneta 4×4 y me llevaron a no sé dónde. Me torturaron con golpes hasta que caí inconsciente.”
“Denuncias toman cuerpo. Entre el yaitó y la tortura“. Revista Caretas N.° 1710, 28 de febrero de 2002
Posterior información, en Caretas: La dama que no quiso ser súbdita
Se vulneró su derecho a la participación política
En 1995, la ingeniera civil, que había soportado el estigma sobre su salud mental, fue impedida de postular al Congreso no obstante que el Jurado Nacional de Elecciones ya había registrado su agrupación Armonía-Frenpol y la había incluido entre los partidos contendientes. Días después, el mismo JNE “resolvió declarar improcedente la inscripción por defectos encontrados en el mecanografiado de la lista de candidatos.”
En medio del escándalo y denuncias, la demanda de la señoa Higuchi fue acogida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Fujimori le robó dinero
A fines del año 2001, en base a un fallo del Tribunal Constitucional, y cansada de las argucias de Fujimori —quien llegó a negar su huella digital y su firma, para no pagarle la deuda por un millón doscientos mil dólares que el ex dictador le tenía— la señora Susana Higuchi decidió denunciarlo penalmente “por la comisión de los delitos contra la fe pública, falsedad genérica, fraude procesal y contra la administración de justicia.”
La deuda había sido contraída por Fujimori durante la campaña electoral de 1990. Tras su separación en 1994 y luego del divorcio el 16 de noviembre de 1995, la señora Higuchi reclamó la deuda contraída. Sin embargo, en abril de 1997 —el mismo día de la recuperación de la residencia del embajador japonés por militares, la que había sido capturada por un comando del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru— Fujimori negó ante una jueza civil, su huella digital y su firma.
Dos peritos en grafotecnia nombrados por un juez de la Corte Superior de Lima analizaron la firma y la huella y concluyeron que ambas eran auténticas, pero la segunda Sala Civil de la Corte Superior de Lima rechazó ese peritaje y por lo tanto declaró “infundada la demanda de la señora Higuchi.”
Keiko da la espalda a su madre por el poder y el dinero
La carga de la candidata presidencial Keiko Fujimori que lleva por darle la espalda a su madre la puede llevar a una derrota segura. Los peruanos no podemos olvidar este triste episodio por el poder y la gloria.
Por otro lado, debemos despreciar el uso que da Keiko a su hija como eje de su campaña presidencial y política al 2011, tratando de ocultar su verdadero pasado y el maltrato que dio a su propia madre. Estos hechos desnudan a Keiko Fujimori, como hija y como madre.
No sabemos si será la próxima presidenta del Perú, pues en este país todo puede ocurrir —pero lo que si sabemos, es que si somos gente, si somos humanos y creemos en el concepto de familia y de solidaridad y amor - que debe darse en todo hogar— no debemos votar por esta mujer el año 2011.
El Perú merece políticos honestos y que valoren los conceptos de la familia, el desarrollo y la modernidad. No aspirantes a vivir de la política, declarar la impunidad de los corruptos y que no representen a todos los peruanos de verdad.
Recordando a Keiko Fujimori
Tal vez ya olvidamos estos episodios que dibujan a una hija desamorada e interesada que hoy posa amorosa y tierna con una criatura en brazos y un esposo de apoyo en segundo plano. Nos informamos a través de los medios de madres que abandonan a sus hijos, pequeños aun, por diferentes motivos, sea en parques, puertas de domicilios, baños, etc. No nos informan de adultos que abandonan a sus padres de diferentes maneras, sea en asilos, en hospitales o en sus propios hogares.
El segundo caso es menos publicitado, pero se da, y se dio por los años 2000. Recuerdo a una Susana Higuchi casi balbuceando ante las cámaras, cómo narraba las torturas a las que fue sometida por su esposo, con la complicidad de su “gemelo” Montesinos, en los sótanos del Ministerio de Guerra y cómo sus hijos, encabezados por la flamante congresista Keiko, la hacían a un lado para colgarse del poderoso Presidente y la ya rica fortuna que asomaba sus fauces desde los dormitorios de palacio.
Ninguno de sus hijos la apoyó. Y Keiko, como “heroína”, pasó a usurpar su lugar como Primera Dama, lugar donde los aromas de la corruptela y la fortuna mal habida doparon a tan inocente doncella, manteniéndola adormecida hasta estos días.
Canjear el amor materno por el poder y el dinero no es de gente sana, sea de arriba o de abajo, del medio o del costado. Pero nuestro pueblo olvida y premia. Alcahuetea y goza con la corruptela, aunque esta le quiebre los huesos.
Puedo aceptar la ignorancia intelectual, pero no acepto la ignorancia del alma, la ignorancia de sentimientos, debido a ello es que estamos sumergidos cada vez mas en el fango de la corrupción y la desvergüenza, de la confusión y la mentira. Se ve en todos los niveles socioeconómicos: La carencia absoluta de valores es bandera que flamea en casas y parques. En nombre de la modernidad y la mente abierta, cualquier barbaridad es pasada por alto y hasta defendida con uñas y dientes.
Los engaños, la mentira, la infidelidad y la huachafería nos invade por todos lados. El orden mental, que en psicología se llama cordura, dio paso al desorden mental que es la locura y reina a sus anchas en nuestra sociedad. Ese mismo desorden en lo emocional hace confundir afecto con conveniencia y educación con alcahuetería. Negocios con inmoralidad y buenos modales con hipocresía. Habilidad con “cabezazo” e infidelidad con viveza. Buen empresario con explotador y rating con “todo vale
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