La coartada de García
Alan Garcia Perez


Revelada la noticia sobre las invitaciones cursadas por el Presidente de la República a empresas de diversos países, García salió a maquillar esta extraña actividad en un mandatario, pues es la práctica que la promoción empresarial sea trabajo de los agregados comerciales. ¿Por qué quiere suplantar a funcionarios de mando medio?


Según García, solicitó a los embajadores que identificaran las empresas de mayor capacidad de inversión y que además produjeran lo que necesita el Perú o pudieran comprar la producción nacional.

Señaló que escogió a 600 empresas del mundo para iniciar contacto epistolar, informándoles qué facilidades tiene el país, qué estabilidad económica y cuáles son las áreas productivas en las que pueden participar o asociarse con empresas peruanas.

Como resultado de su selección, tenemos el número de empresas a las que —dijo— se dirigió “prioritariamente”, que se distribuye de la siguiente manera:

China: 60
Japón: 30
Corea: 30
Alemania: 20
Francia: 20
España: 20
Italia: 20
Brasil: 20
Colombia: 30
Chile: 30
Argentina: 20

Esta lista es sólo la mitad del total admitido por García, no se tiene hasta el momento detalle de los países a que pertenecen las otras 300 empresas invitadas.

Además, el presidente ha dado indicación a los embajadores para canalizar entrevistas con los empresarios en Palacio de Gobierno. ¿Dónde se ha visto un país en el cual un presidente descienda a ese nivel? ¿Es acaso Palacio una agregaduría comercial? Ojalá así recibiese a los peruanos, quienes ante la indiferencia protestan y sólo reciben represión.

El pez muere por la boca. Veamos sus incoherencias:

Según García, ha buscado las empresas más importantes o de mayor capacidad de inversión del mundo. ¿Por qué no hay empresas de Estados Unidos, país que tiene empresas muy poderosas, si, además, se ha firmado un TLC con ese país? Tampoco vemos al Reino Unido ni a los países árabes que tienen millonarias empresas en búsqueda de lugares dónde invertir.

Si se trata de mayor importancia, debería descartar a las empresas latinoamericanas, pero si las considera, debería ser con la intención de aumentar y diversificar lazos comerciales. De Chile ya hay demasiado. Las empresas chilenas no figuran entre las más importantes del mundo, ¿para qué las invita?

Resulta sorprendente que Alan García, que a su llegada al poder encontró un enorme desequilibrio entre el tamaño de las inversiones de Chile en el Perú, comparadas con las del Perú en Chile, haya cometido la imprudencia de invitar a más capitales chilenos, cuya posible venida agravaría más la situación de predominio económico de Chile en el Perú y aumentaría nuestra vulnerabilidad ante Chile, que tiene las empresas y capitales como cabecera de puente y caballo de Troya para asegurar su dominio en el Perú y tener un pretexto para agredirnos militarmente.

García es el primer mandatario del Perú, esto es, él es la figura política del más alto nivel que ha recibido —como todo Presidente de la República— el mandato de gobernar el país protegiendo los intereses de la nación. Lo que vemos es lo contrario: en los hechos Alan García demuestra que es depositario de algún otro mandato (que no es del pueblo peruano) que lo impulsa a abogar por la venta de nuestro gas a Chile, entregar nuestros cielos favoreciendo a Lan, promover más inversiones chilenas en detrimento de nuestra seguridad, etc. Todo lo anterior con el agravante de ser Chile un país que roba tierra, mar y productos como el pisco, la papa, etc.

Por boca del mismo García, esas empresas debían producir lo que necesita el Perú o pudieran comprar la producción nacional. En el caso de Chile, el Perú no necesita comprar nada de ese país. En cuanto a exportar, la primitiva política antiindustrial de García a lo más permite que exportemos materias primas que no dan mucho trabajo a los peruanos, materias que a Chile conviene comprar del Perú, de lo contrario tendrá que adquirirlos de lugares más lejanos y pagar mayores costos de transporte. No necesitamos invitarlos para que nos pidan que les vendamos productos.

Vemos que miente, además, su justificación no cuadra con la invitación a empresas chilenas como Cencosud y Luccheti. El Perú no necesita nada de empresas distribuidoras, porque los peruanos somos autosuficientes en el comercio interno.

Pero sí hay datos turbios, pues existen investigaciones sin aclarar respecto del dueño de Cencosud, sobre su apoyo a un violador en serie de niños de la colonia Dignidad, además de su explotación infrahumana a sus trabajadores, que incluye colocarles pañales para que no usen los servicios higiénicos. ¿A esa clase de gente tiene que buscar un presidente en persona?

Tampoco necesitamos nada de Luccheti, industria de fideos, pues en el Perú tenemos suficientes empresas que compiten en ese rubro y hasta lo exportan. Pero otras cosas sí sabe muy bien hacer Luccheti: sabe sentarse con mafiosos del gobierno, como Montesinos, a quien entregó millones para ser favorecido violando las leyes peruanas. ¿Tal vez precisamente son esos los antecedentes que atrajeron a García para invitar a empresas como Luccheti, pisoteando las funciones de los agregados comerciales?