Ex canciller, actual coagente peruano para el diferendo de límites marítimos con Chile ante la Corte de La Haya.
María Elena Castillo.
Está convencido de que el fallo del tribunal internacional favorecerá al Perú y que ello servirá para fortalecer la paz y las relaciones económicas, sociales y culturales que tenemos con Chile. Confiesa que fue difícil tomar la decisión de presentar la demanda, pero cada vez está más seguro de que fue la mejor opción.
-Entramos al tramo final en el diferendo marítimo con Chile. ¿Cómo están preparando la argumentación para la fase oral?
En la audiencia oral se presentan los argumentos de Perú en la Corte y, por supuesto, los contraargumentos –por así llamarlos– de Chile. Lo que vamos a señalar allí está en los documentos, que son la memoria y la réplica a la contramemoria chilena, aunque seguramente, como no pudimos comentar la dúplica chilena, se dirá algo sobre ella. Estamos muy confiados porque el trabajo que hemos realizado en estos años ha sido muy riguroso, sólido y exhaustivo. Perú tiene una posición muy bien sustentada.
-Esta semana estuvieron en Lima el agente Allan Wagner y el abogado británico Michael Woods. ¿Cuál fue su evaluación?
Nosotros trabajamos con los sistemas modernos. Nos transmitimos los textos vía electrónica, los comentamos, tenemos videoconferencias. En esta oportunidad vino a Perú sir Michael Wood, que es uno de nuestros cinco abogados extranjeros, para trabajar aspectos muy concretos de la presentación del proyecto.
-La próxima reunión será en setiembre en París, ¿no?
La de París será en octubre, en setiembre habrá una videoconferencia.
-¿Analizaron la declaración suscrita entre Chile y Ecuador?
No, porque esa declaración no tiene ningún efecto, pues dice quese reafirman en los contenidos de los acuerdos de 1952 y 1954, suscritos por Ecuador, Perú y Chile; pero el año pasado, Perú y Ecuador firmamos un tratado de límites con todo rigor, en el que se señala dónde empieza y termina la frontera, porque en el mar no solo está lo que se llama “columna de agua”, sino está el lecho marítimo y el subsuelo. Además, el mismo día los dos países lo presentamos a Naciones Unidas para su inscripción en la Sección de Tratados de Límites.
-Cuando lo presentaron ante la ONU, ¿se especificó que se refería solo a los límites con Ecuador?
Así es. En el acuerdo que firmé con el canciller Patiño (de Ecuador) no se hace ninguna referencia a los acuerdos de 1952 y 1954. Fue un acuerdo nuevo. No existía nada antes.
-¿Chile podría incluirlo durante su alegato en la audiencia oral?
No puede hacer nada porque ese acuerdo demuestra que nuestra tesis –que los acuerdos de 1952 y 1954 no eran de límites– es verdadera, pues no tendría sentido que se firme un acuerdo de límites con Ecuador si existía un tratado previo. Ha sido una operación mediática que ha hecho la cancillería chilena para salvar la cara, pero sobre la Corte no tendrá ningún efecto. Evidentemente puede ser mencionado en la fase oral, pero no tendrá efecto.
-Los presidentes de Perú y Chile se han comprometido a respetar la sentencia, pero hay acciones que generan desconfianza, como el pedido del presidente de la Cámara de Diputados de Chile para que se declare incompetente a la Corte...
Eso lo pudo hacer Chile antes de presentar la contramemoria y no lo hizo porque sabía que la Corte se declararía competente, entonces no querían tener un fallo en contra desde el inicio. Es una propuesta fuera de tiempo. Ya no hay forma.
-¿Cree que Chile está preparado para perder?
Todo país civilizado que ha asumido responsabilidades internacionales a través de acuerdos, no solo su membresía a Naciones Unidas, a la OEA o a la OMC, sino una multitud de acuerdos internacionales de libre comercio, de protección a las inversiones, etc., debe estar preparado para las consecuencias que ello conlleva, y una de ellas es acatar la sentencia de un órgano que dirima una controversia como solución pacífica.
-¿Aunque haya voces que pidan lo contrario?
Es inevitable que en cada país aparezcan sectores un tanto belicosos, que traten de exacerbar los ánimos; eso lo vamos a ver hasta el final. Pero al mismo tiempo hay una gran corriente de opinión, no solo de los gobiernos, sino de sectores periodísticos, intelectuales, gremiales, empresariales, sindicatos, sociedad civil en general, para que el fallo de La Haya sea el inicio de una nueva etapa, más rica en las relaciones.
-Sea cual sea el resultado, ¿cree que el fallo promoverá la paz?
Debería, porque tras este fallo se liquida todo tema limítrofe, no queda ningún tema limítrofe pendiente con otro país. A mí me tocó el honor de firmar el penúltimo diferendo de límites marítimos que teníamos con Ecuador. Al quedar resuelta la frontera marítima con Chile podremos pensar en otras cosas.
-Después de la audiencia pública viene la deliberación de los jueces, ¿cómo será ese proceso?
Puede demorar cinco meses. Es un proceso de trabajo interno de la Corte en que se estudian los documentos, la audiencia oral, y se recaba opiniones de los jueces. Sobre todo ello se formulan borradores del fallo, luego se consulta con los jueces hasta que se llegue a un consenso; si no lo hay, se llega a una mayoría y se dicta la sentencia.
-¿Fue difícil decidirse a presentar la demanda ante La Haya?
Sí, lo fue. Lo conversé mucho con el presidente de la República. Significaba asumir riesgos, sabíamos que iba a tener un efecto sobre la relación con Chile. Al final se decidió que, en términos de política exterior y para la relación con Chile, hubiera sido peor no tomar esa decisión, pues el ambiente se estaba cargando demasiado.
-Trataron mucho tiempo de resolverlo por cuenta propia...
Así es. Yo tuve la vana esperanza de negociar. Hablé varias veces con el entonces canciller Alejandro Foxley, pero me dijo que no había nada que negociar, que los demandáramos ante La Haya. Tuvimos que hacer lo que nos tocaba como peruanos responsables de la conducción del país; no se podía esconderla bajo la alfombra como se hace con la suciedad. Evidentemente eso podía afectar la relación con el país vecino, con el que hay un gran flujo comercial, de inversiones y una colonia peruana importante. Asumimos el riesgo.
-Y lograron llevar las cosas por cuerdas separadas
Sí. Creo que se logró porque todo el tiempo fuimos muy claros con los chilenos. El señor Foxley supo uno o dos meses antes de que el presidente García anunciara que íbamos a demandarlos en la Corte de La Haya. Yo se lo dije; no hice diplomacia a través de los medios con él, nunca lo sorprendí, siempre fui muy claro y transparente. Lo mismo el presidente García con la presidenta Bachelet. Tengo la impresión de que eso sirvió para que los otros temas de la relación puedan mantenerse.
-Usted tiene el récord como canciller en un gobierno. ¿Cuál fue el momento más difícil?
Nunca pude contestar esa pregunta. Creo que tuve muchos retos, pero no una crisis gravísima. La decisión de plantear el diferendo fue difícil y me honra terminarlo como coagente. También lo fueron las negociaciones para firmar los acuerdos con Ecuador, que fueron 14 meses muy duros.
-Cuando empezó la carrera diplomática, ¿se imaginó que cerraría esos temas pendientes?
No. Empecé mi carrera en los '70 y estaba el tema limítrofe con Ecuador y el incumplimiento del Tratado del '29 con Chile. Hubiera querido participar en ambas soluciones, pero se vieron durante la dictadura de Fujimori, cuando yo estaba fuera del servicio. La vida me dio la oportunidad de manejar dos temas de igual importancia, lo de La Haya y el acuerdo de límites marítimos con Ecuador. Estoy agradecido por ello.
La República, 13-08-2012