Ana Jara 6Por Romina Mella

Aunque su destino final no sea oler a rosas, los pañales sugieren una cierta inocencia que hace difícil asociarlos a actos de corrupción. No se trata de armas, ni de obras públicas, ni de metales, ni de petróleo, ni de especulaciones financieras, sino solo de pañales.

Sin embargo, en los dos últimos años ha habido dos importantes casos de corrupción en Sudamérica cuyo protagonista central es el pañal. El primero en hacerse público fue en Colombia, en 2014, y se conoció como el escándalo del cartel de los pañales. Poco después le siguió otro, el del cartel del papel higiénico, independiente del anterior pero digamos que unido por una materia común.

El otro, casi paralelo pero poco y mal conocido hasta ahora sucedió aquí, en el Perú y no ha terminado todavía. Es un caso vinculado con el colombiano, donde, en medio de embarazosas intrigas interministeriales, una masa de millones de pañales despide un creciente hedor a corrupción.

La compra
En la primera parte de 2013, cuando Ana Jara era ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), su ministerio decidió, por primera vez en su historia, comprar millones de pañales.

Nunca antes el MIMP había comprado un solo pañal.

Solo lo había hecho el Inabif (Instituto Nacional de Bienestar Familiar), una entidad que depende orgánicamente del MIMP pero que tiene autonomía administrativa. Eso llevaba lógica, puesto que el Inabif tiene a su cargo la atención a la infancia y ancianidad desvalidas, entre otras funciones. De hecho, en febrero de 2013, le compró al consorcio Cymed Medical-Kimberly Clark, pañales por un monto de 675 mil 128 soles. Tres años antes, en agosto de 2010, el Inabif les había comprado pañales por 469 mil 465 soles. Hasta ahí, salvo el precio de los pañales, no había mayor problema.

Pero de improviso, el ministerio de la Mujer decidió comprar de un tirón y con urgencia nada menos que 8 millones 240 mil pañales (200 mil de los cuales eran para ancianos). El precio referencial que presupuestó para ello fue muy cercano a lo que se pagó al final: 6 millones 143 mil 700 soles.

¿Qué originó la emergencia pañalera? Como no hay noticias de una catástrofe de esfínteres, IDL-R hizo la pregunta a las entonces autoridades del MIMP que ejecutaron la decisión, la mayoría de las cuales acompaña ahora a Ana Jara en la oficina del Primer Ministro.

Elsa Cubillas, ex secretaria general del MIMP, quien suscribió los documentos de compra y ahora es funcionaria de la PCM, dijo que la excepcional compra se decidió “ … tomando que teníamos la atención de poblaciones vulnerables en época de friaje. Ese es un criterio. … El ministerio de la Mujer recibe miles de solicitudes de apoyo social en diferentes temas. Piden que les den sillas de ruedas, pañales, picos, lampas. No sabes la cantidad de pedidos. En base a esto, el área correspondiente decidió hacer esta compra de pañales”.

IDL-R preguntó por y pidió en el MIMP documentos en los que constara la petición de pañales por parte de autoridades regionales o locales. No se entregó ninguno. Al final, después de mucha insistencia, Liliana Carrasco, encargada de comunicación del MIMP dijo que no entregarían la información porque la tenía la Contraloría.

Sin embargo, la ex ministra de la Mujer, Carmen Omonte, dijo en entrevista con IDL-R el 27 de febrero, que, según lo que averiguó durante su gestión ministerial, “no había pedidos para esa magnitud. … entiendo que no había ninguna justificación de demanda”.

El proceso de compra se manejó con considerable presteza burocrática. El concurso se convocó en mayo de 2013 y se adjudicó en julio. El consorcio ganador tenía un socio chico y un socio grande: la compañía peruana Cymed Medical y la corporación trasnacional Kimberly Clark, los mismos que le habían vendido meses atrás una cantidad mucho más modesta de pañales al Inabif.

En ese momento, como veremos, ya estaba en curso en Colombia la investigación a Kimberly Clark y otros por el caso del “Cartel de los Pañales”, que reventaría varios meses después. En Lima, que es la sede regional de Kimberly Clark, se realizó por lo menos una de las reuniones principales del ‘Cartel’ para concertar los precios de pañales.

Miserias y misterios de almacén
Si el proceso de compra se había manejado como si hubiera una emergencia por escasez de pañales, los contratos exigían una velocidad extraordinaria en la entrega. Estos contratos se firmaron a fines de julio de 2013 y exigían que toda la entrega de pañales terminara de realizarse a fines de agosto.

Había un detalle, sin embargo, por resolver. ¿Dónde se iban a guardar los pañales? El almacén designado por el MIMP era uno alquilado por el Ministerio en Villa El Salvador.

El 1 de agosto de 2013, a punto de hacer la primera entrega de pañales, el asesor legal de Kimberly, Paul Culqui, pidió a la encargada de adquisiciones del MIMP, Mónica Estrada, coordinar una visita de inspección al almacén de Villa el Salvador, para ver su capacidad de recibir las camionadas de pañales que Kimberly Clark estaba produciendo.

Estrada reenvió por correo electrónico el pedido al entonces jefe de almacenes, Eloy Távara, quien respondió el 2 de agosto indicando que “es imposible cumplir con dicha recepción en las condiciones en las que se encuentra este local de V.E.S por falta de espacio físico”. Además, las condiciones del local eran deplorables: “… ya que no se ha hecho nada por mejorar la estructura del techo a pesar de las múltiples coordinaciones con la jefatura, es una coladera, las calaminas la mayoría de estas se encuentran con agujeros y la lluvia está afectando diariamente nuestros bienes en custodia”.


"Apenas entregados los pañales, sin embargo, la supuesta emergencia, se transformó en una indolente indiferencia y hasta en olvido".
Así que en agosto de 2013 no se entregó un solo pañal. El 27 de agosto, Eloy Távara mandó un informe en el que detallaba la deprimente situación del almacén de Villa El Salvador. En gran medida por eso, se hizo una modificación al contrato que reprogramaba las entregas para hacerse entre septiembre y octubre de 2013.

El 10 de octubre, cuando faltaba por entregar alrededor de 3 millones de pañales, los encargados del depósito se negaron a recibir las nuevas entregas de Kimberly porque, según dijeron, el almacén estaba repleto y no daba para más. Eso había sido advertido por Távara en un informe del 23 de septiembre.

En él, Távara indicaba que solo con los pañales que se había recibido (el 50% del total) ya estaba ocupado el 80% del espacio del almacén. Para recibir el 50% restante se “necesitaría un almacén similar al que ya tenemos, de aproximadamente 1200” metros cuadrados.

Extrañamente, sin embargo, el propio Eloy Távara aparece firmando el 12 de noviembre de 2013 un informe en el que indica que en ese almacén ya están guardados 8 millones 158 mil 770 pañales. ¿Qué tipo de magia amplió el espacio para que entraran 8 millones de pañales cuando pocas semanas antes se afirmaba que con 4 el espacio ya estaba totalmente copado?

En su informe, Távara continúa protestando sobre las deplorables condiciones del almacén, pero no explica la duplicación del espacio. En otra comunicación, reporta un “supuesto hurto” y recomienda un “inventario total de los bienes” para ver si los pañales están completos o no.

No le hicieron ningún caso. Ni se contrató otro almacén, ni se hizo mejoras al existente pero sí documentaron como entregados los 8 millones de pañales en ese repleto almacén donde los objetos se arruman “sin parihuela, a la intemperie, expuestos a la humedad, al sol, a la lluvia y roedores, pues el almacén no reúne las condiciones mínimas de conservación y preservación”, como lamentó Távara.

De emergencia a indolencia
Como hemos visto, el proceso de compra de pañales se manejó como una emergencia que necesitaba una solución inmediata para los problemas de ese año. Y se hizo a toda velocidad, pese a que resultó inmediatamente evidente que a nadie se le había ocurrido ver dónde guardar los pañales y cómo se los iba a distribuir.

Apenas entregados los pañales, sin embargo, la supuesta emergencia, se transformó en una indolente indiferencia y hasta en olvido.

Ana Jara, en cuya gestión se ordenó y realizó esta extraña compra de millones de pañales, solo repartió 89 mil 202 pañales en los siguientes seis meses que le quedaron de gestión (según cifras oficiales del MIMP, entregadas en enero de este año). Es decir, poco más del uno por ciento del total.

En otras palabras: A la gestión de Ana Jara le bastaron tres meses para hacer la inédita compra de 8 millones de pañales. Y no le alcanzaron los siguientes seis meses para repartir más del uno por ciento de esa cantidad. Con el agravante de que en tres de esos seis meses no se repartió un solo pañal.

Una vez hecha la compra de urgencia, lo comprado perdió toda importancia.

Ana Jara fue ministra de la Mujer hasta el 24 de febrero de 2014. En su reemplazo entró la congresista de Perú Posible, Carmen Omonte. En pocos meses y con muchas intrigas de por medio, iba a terminar en una guerra de pañales con la ahora primera ministra Ana Jara, con el WhatsApp como arma de guerra y una acusación de robo de un millón y medio de pañales, como veremos en la siguiente entrega.

IDL, 30.03.2015