jose antonio graham 2Víctor Alvarado

El excomandante general del Ejército, general (r) José Antonio Graham Ayllón, en enérgico pronunciamiento denunció la pretensión del gobierno del presidente Ollanta Humala, de vender una porción de la Escuela de Equitación del Ejército, localizada en el distrito La Molina (Lima) al consorcio chileno Saga Falabella- Ripley, y le instó a dejar sin efecto la medida porque se produce en un contexto de conducta inamistosa de Chile contra el Perú, como lo prueba los recientes actos de espionaje antiperuano.

 


Graham, antes de emitir este pronunciamiento, agotó dos gestiones, primero se dirigió a la Comisión Consultiva del Ejército- CCE, a la cual pertenece con los ex comandantes generales del Ejército y luego al propio comandante general del Ejército, general EP Ronald Jiménez, ante quienes les expuso la inconveniencia de que el Ejército sea obligado a recibir rentas chilenas, como si no tuviéramos otras alternativas. Al recibir como respuesta que los negocios serían llevados adelante, procedió a presentar su renuncia al CCE.

En declaraciones a LA RAZÓN, Graham precisó que la decisión del presidente Humala, de vender parte de las instalaciones de la Escuela de Equitación del Ejército, fue comunicada a los integrantes de la Comisión Consultiva del Ejército, por el general de brigada EP (r) Jorge Bustamante, con la finalidad de obtener el respaldo de los integrantes de este grupo asesor, pero contra lo que este esperaba, los ex comandante generales del Ejército y ex presidentes del Comando Conjunto de las FFAA, lo rechazaron y desaprobaron.

Inadmisible

Refiere Graham que a la exposición del general Caballero, en su condición de jefe de la oficina de inmuebles del EP, para convencer a los ex comandantes generales de la conveniencia de hacer negocios con los empresarios chilenos, siguió otra reunión, con el propio ex comandante general, Ronald Hurtado Jiménez, quién les confirmó que los terrenos iban a ser vendidos “porque no se les da uso y nos lo pueden quitar” y porque el producto de la venta serviría “para paliar la falta de presupuesto del Ejército”.

Para Graham, “resulta inadmisible que nuestro Ejército reciba una renta económica de empresas de Chile, un país con el cual si bien es cierto debemos tener una relación de respetuosos vecinos, también es una realidad, que sus gobernantes, históricamente, acusan una rivalidad agresiva con temas pendientes que afectan nuestra soberanía como son los casos del triángulo terrestre, innegablemente peruano y que ellos en una interpretación torcida del fallo de La Haya pretenden convertirlo en chileno”.

Por si esto fuera poco, agrega, se añade el bochornoso espionaje chileno contra la Armada Peruana, mediante tres efectivos de la Marina, comprados por la inteligencia chilena, para ser abastecidos de información estratégica; así como las presiones chilenas, a través de determinados políticos, para que el Perú firme la llamada Convención del Mar, conocida como Convemar, que de hacerlo, nuestra soberanía quedaría reducida de 200 a 12 millas marinas.

Venta linda con traición


El ex jefe de Estado Mayor del Ejército, general EP (r) Tomás Marky, demandó al Gobierno y al Congreso a conservar la intangibilidad de los cuarteles militares sin excepción y rechazar el juego innoble de los mercaderes disfrazados de políticos, cuya única bandera es el vil dinero. “Creo que estamos ante un hecho bárbaro que linda con la traición”, dijo. Seguidamente, llamó al alcalde de La Molina, Juan Carlos Zurek, a adoptar la misma valiente actitud del ex alcalde de Surco, que rechazó e impidió la venta que pretendió hacer el ex segundo gobierno aprista, de vender parte del cuartel general del Ejército, conocido como“Pentagonito” a empresas chilenas.

Es una estrategia chilena

El comandante EP (r) y actual presidente de la Asociación de Oficiales de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional de Arequipa, Julio César del Carpio Gallegos, señaló que para nadie es un secreto que una estrategia de la hipótesis militar chilena de conflicto con el Perú, es que sus capitales privados se hagan de la propiedad de las instalaciones militares peruanas, con la finalidad de afectarles su autoestima y humillarlas. “De otra manera no se explica el pronunciado interés empresarial chileno de comprar los terrenos del casino militar, hospital militar, el Pentagonito e incluso el de la división blindada del Rimac, como si no hubiera otros terrenos disponibles”, dijo.

La Razón, 25.04.2015

 

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