Seis de los ocho países de la cuenca del Amazonas se dan cita en la ciudad colombiana de Leticia para discutir el futuro de la Amazonía. Hablamos con la científica Kirsten Thonicke sobre qué temas deberían tratarse.
El viernes (6.09.2019) se celebró la Cumbre por el Amazonas en la ciudad colombiana de Leticia. Está confirmada la presencia de los presidentes de Colombia y Perú, países convocantes del encuentro, así como los mandatarios de Ecuador, Bolivia, y el vicepresidente de Surinam, Michael Ashwin Adhin. Además está previsto que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, participe por videoconferencia. Según el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, del encuentro saldrá "una declaración con el Pacto de Leticia por la Amazonía”.
Deutsche Welle: Señora Thonicke, si usted estuviera mañana en esa cumbre y tuviera ocasión de dirigirse a los políticos que a ella asisten, ¿qué les diría?
Kirsten Thonicke: Nos encontramos ante una situación insólita. Estamos en época seca en el sur del Amazonas y sus áreas limítrofes. Los cambios actuales en instituciones estatales han hecho a la gente creer que vuelven a tolerarse los incendios y la deforestación. Al mismo tiempo, la opinión pública ha llegado a la convicción de que la selva húmeda tropical debe estar tan protegida como los bosques secos, y una parte de la población no desea volver a las prácticas de la década de los años 80. Es sabido por todos el papel de la selva del Amazonas y de la naturaleza virgen que la rodea para la protección mundial y regional del clima.
En los últimos tiempos ha habido una explosión mediática con el Amazonas. ¿Hasta qué punto es dramática la situación en comparación con los años precedentes?
También años atrás se han provocado fuegos en la parte brasileña del Amazonas para renovar pastizales. Siempre ha sucedido que el fuego se extiende a superficies adyacentes, donde sigue ardiendo. Entre los años 2004 y 2012, gracias al más estricto control de las autoridades brasileñas y a la buena supervisión medioambiental del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), se pudo separar la tasa de deforestación de la utilización del fuego. Eso es algo que demostramos en un estudio conjunto con el INPE. En este año, probablemente hubo muchas personas que sintieron que ya no tenían que cumplir más las reglas y han deforestado no solo una superficie récord, sino que además han empleado fuego para hacerlo. Esa situación se dio hasta la década de los 90 o principios de 2000, pero después quedó prohibido por ley.
¿Hasta qué punto está el Amazonas dañado? ¿Se trata de algo irreversible?
La situación en las zonas donde se ha producido una gran destrucción de la selva es alarmante, justamente allí donde el fuego se ha extendido irrumpiendo en un ecosistema sensible. Es importante volver a activar medidas políticas probadas para proteger la selva y el hábitat indígena, así como el clima y el área de naturaleza protegida. La tala no debería superar el 25 por ciento del área original. Desde el inicio de las actividades en la región amazónica se ha perdido ya el 20 por ciento de la selva. Seguimos hablando todavía de grandes superficies de bosque. Aún disponemos de algunos años para llevar las tasas de deforestación a cero, algo que era un objetivo de Brasil.
¿Qué prioridades debe tener la agenda política que surja de la Cumbre por el Amazonas?
Debe haber una reflexión conjunta sobre cómo puede haber un desarrollo sostenible para la agricultura y la ganadería para mantener el desarrollo económico de la región sin destruir más la selva. Hay posibilidades de explotar sus productos y, a la vez, preservarla para las comunidades que viven en ella y de ella. Todo eso puede integrarse en una concepción sostenible para la región, que también abarque la agricultura. Sería deseable reincorporar el ya establecido sistema de monitoreo del medioambiente y los controles sobre las talas ilegales.
La gente en Latinoamérica tiene cada vez más conciencia medioambiental, en parte debido a la explosión mediática sobre el Amazonas. ¿Qué pueden hacer los ciudadanos latinoamericanos como individuos para contribuir a la protección de la Amazonía?
Pueden mantener la presión pública y manifestarse por la conservación de la selva amazónica y los bosques secos limítrofes, así como por la preservación de las áreas naturales y las zonas indígenas protegidas. Pueden exigir una explotación sostenible de la región, porque sus economías también dependen de una selva amazónica que funcione. Pueden exigir conocer el origen de la carne de ternera y de la soja que consumen, para estar seguros de que ambos productos no provienen de superficies taladas ilegalmente. Se puede hacer uso de la tierra y proteger el medioambiente. Ambas cosas pueden combinarse.
DW, 06.09.2019