Esta semana han sido noticia las expresiones despectivas que en un canal de televisión chileno se vertieron contra la etnia bora, de la selva peruana. En Iquitos estuvo un grupo de artistas chilenos grabando un programa para el canal Chilevisión.
Las relaciones entre los chilenos visitantes y los indios boras fue aparentemente normal; las palabras ofensivas fueron de otros chilenos que con sus burlas en Santiago hicieron pasar malos momentos a los que habían venido al Perú.
En los apuros de su inesperado retiro, los chilenos que estaban en Iquitos salieron, según se sabe, sin pagar una suma pactada con los boras, lo cual aumentó el descontento con los chilenos en general.
Apreciación
Debe entenderse que no fueron los chilenos que estaban acá quienes causaron el problema, sino los de otro canal chileno, pero en el calor del momento, esas diferencias no importaron. En estos momentos, la conductora chilena que habló mal de los boras ha emitido unas disculpas condicionadas, como quien dice “Bueno, pido disculpas por si acaso se hayan sentido ofendidos, pero yo no tuve la intención de ofender ni dije nada”. Si bien esto atenuó un poco la mala impresión, lo que sí retrató de manera inconfundible la intención de los chilenos fue la imitación de un cómico que se burlaba del bora que había aparecido con una chilena en escenas grabadas en Iquitos.
Eso sí estuvo clarísimo, y poco importarían disculpas: la intención de ofender a los boras fue más que evidente. Además, los chilenos exploradores y pioneros de la infiltración anhelan meterse en el Oriente peruano, porque durante la guerra de 1879-1883 los ladrones chilenos asesinaron peruanos en todos los departamentos de la costa y de la sierra, pero se quedaron con las ganas de beber la sangre de nuestros compatriotas de la selva, región que no invadieron. El objetivo de negociantes y comerciantes chilenos espías es que esta vez sí se derrame en abundancia la sangre de los selváticos peruanos.
La verdad
Como están las cosas, el saldo final será que se reconocerá qué chilenos fueron los ofensivos y provocadores y quiénes fueron los que se portaron normalmente. Entonces, todo será armonioso. Pero en realidad este episodio tiene otro aspecto más serio que lo puramente farandulero.
Los chilenos y sus activos sirvientes peruanos van a trabajar para poner las cosas a su favor y llegar a una situación que sea positiva para Chile. Por ejemplo, estas personas —los chilenos y sus lacayos— van a resaltar que hay chilenos mal educados pero que acá llegaron los chilenos “buenos”. Para ellos el momento es muy oportuno, porque después de ver cómo el 29 de julio desfilaron en Lima los rateros vencedores humillando a los derrotados militares dueños de casa, ya los chilenos se creen dueños del Perú y se lanzan desenfrenados a ampliar sus redes de dominación y espionaje, lo cual incluye la Amazonía peruana.
Lo que mencionamos tiene sentido si tomamos en cuenta la permanente infiltración de chilenos en negocios de agricultura, explotación forestal, turismo, hotelería, etc. ¿Qué significa esto? Significa que en este caso de los boras al identificarse a los chilenos “buenos”, se legitima la presencia de los chilenos en esa zona del Oriente peruano; en otras palabras, el objetivo en todo el Perú es que se vea a los chilenos como ciudadanos extranjeros no peligrosos, ajenos a los asesinatos y robos que contra el Perú tiene preparados la fuerza armada de Chile.
Una estrategia específica de los ladrones chilenos para el Oriente peruano es ganar la amistad y colaboración de nativos y población local para comprar tierras y además sustraer semillas, plantas, animales y muestras biológicas para estudiarlos y ganarnos la delantera en patentes. Con este propósito, con la apariencia de simples turistas, los chilenos envían antropólogos, artistas (música y artes plásticas), fotógrafos, geólogos, biólogos, entre otros especialistas (aparte del personal del servicio de inteligencia). Los chilenos están robándonos la biodiversidad. Ya han hecho eso en el Altiplano puneño gracias a que se han infiltrado entre los aimaras.
Conviene que nuestros lectores del Oriente y de ciudades como Chiclayo, Cajamarca, Ica, Arequipa y Cusco entiendan que los chilenos que ven en esas partes son testaferros del estado chileno, que los tiene como quinta columna y vanguardia del ejército chileno; son personas que aparte de enriquecerse en el Perú realizan una activa labor de espionaje. Eso es lo que ocurre, y tengamos en cuenta que en el Perú no hay chileno bueno; los únicos chilenos buenos son los que se quedan en su país. Los que están acá solamente trabajan para asegurar con su espionaje el asesinato de peruanos y la destrucción del Perú que prepara descaradamente la fuerza armada de Chile, con el aliento del pueblo chileno, que se enorgullece de los asesinatos, robo y terrorismo que perpetraron sus compatriotas en la guerra de rapiña que desataron contra el Perú.
Esa misma es la gente chilena que según encuestas en un 75% respalda la usurpación del Triángulo de Tacna, que según ellos deben defender con las armas si el Perú intenta recuperar. Por nuestra seguridad, saquemos del Perú a todos los chilenos, señalémoslos como explotadores, ladrones y espías. Los chilenos no tienen derecho de estar en nuestra patria porque mediante el reglaje que ejecutan —coordinado con la fuerza armada chilena— buscan nuestra muerte y destrucción.
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