Hija de abogada pagó US$10 mil para asesinar a su madre
El precio del asesinato de la abogada tributarista Elizabeth Vásquez Marín fue US$10 mil dólares, importe que fue pagado por su propia hija a Jorge Cornejo Ruiz, de 22 años, cómplice buscado por Fernando Gonzales, con quien sostenía una relación sentimental.
Según los informes policiales, la hija de dicha abogada planificó también un autosecuestro para obligar a su madre a entregarle dinero y con ello vivir con su pareja, pero desistió de esto para decidirse por el parricidio.
Los homicidas también pretendían cobrar un seguro de vida contratado por la abogada, tras darle muerte por oponerse a la relación de la hija, Elizabeth Espino, con Fernando Gonzales.
"Es terrible. Pero aún nos parece increíble. Muchas veces la realidad supera la ficción", admitió el coronel Miguel Canlla, jefe de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri, quien no podía ocultar su espanto, pese a tener una experiencia de unos 30 años.
Explicó que para lograr que Elizabeth Espino confiese el crimen debieron someterla a tres horas de interrogatorio, pues trataba de confundir y negar los hechos. Repetía que su madre salió después de recibir una llamada por celular.
Otra forma de despistar de la asesina era decir: "Soy la más interesada en que capturen a los asesinos. Yo sufro mucho y el día del entierro de mi madre juré ante su tumba no descansar hasta descubrir a los criminales".
Pudo más la pericia de los expertos policiales, quienes llegaron a acorralar a la parricida con las evidencias y confesó su crimen, aunque no lloró ni se arrepintió y narró con detalle cómo perpetraron el homicidio sus cómplices y que ella ayudó a retirar el cadáver y limpiar las pruebas.
Los homicidas también pretendían cobrar un seguro de vida contratado por la abogada, tras darle muerte por oponerse a la relación de la hija, Elizabeth Espino, con Fernando Gonzales.
"Es terrible. Pero aún nos parece increíble. Muchas veces la realidad supera la ficción", admitió el coronel Miguel Canlla, jefe de la División de Investigación de Homicidios de la Dirincri, quien no podía ocultar su espanto, pese a tener una experiencia de unos 30 años.
Explicó que para lograr que Elizabeth Espino confiese el crimen debieron someterla a tres horas de interrogatorio, pues trataba de confundir y negar los hechos. Repetía que su madre salió después de recibir una llamada por celular.
Otra forma de despistar de la asesina era decir: "Soy la más interesada en que capturen a los asesinos. Yo sufro mucho y el día del entierro de mi madre juré ante su tumba no descansar hasta descubrir a los criminales".
Pudo más la pericia de los expertos policiales, quienes llegaron a acorralar a la parricida con las evidencias y confesó su crimen, aunque no lloró ni se arrepintió y narró con detalle cómo perpetraron el homicidio sus cómplices y que ella ayudó a retirar el cadáver y limpiar las pruebas.