La publicación de comentarios capaces de hundir la carrera o la reputación de alguien es la esencia de este fenómeno, que bascula entre la libertad de expresión y el acoso cibernético. Las redes sociales han dado motivos a un perfil psicológico que ha encontrado en este entorno el lugar perfecto para hacer daño y, así, sentirse más fuerte.
El término cultura de la cancelación no es nuevo. De hecho, lleva algo más de cinco años circulando por las redes. Precisamente por ese motivo, ahora que ya contamos con cierta perspectiva, es el momento de tomar el concepto, diseccionarlo y analizar con rigor la sustancia de la que está hecho, así como aquellos aspectos que lo matizan y explican. La expresión cultura de la cancelación (cancel culture) comenzó a usarse en 2015 para referirse al fenómeno de retirar el apoyo a personajes públicos o empresas por decir o hacer algo que se considera ofensivo, inadmisible o reprobable. En palabras de Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del Grupo Aprendizajes, Medios de Comunicación y Entretenimiento - Comunicación y Nuevos Medios (GAME-CNM), "es la tendencia a boicotear la actividad profesional o artística de un personaje célebre como represalia por haber hecho acciones o comentarios que socialmente se consideran inapropiados". "Puede que realmente sean del todo inapropiados o que simplemente sean percibidos como tal por un determinado colectivo", señala.