Por Juan Sheput
El presidente del Consejo de Ministros Javier Velásquez Quesquén sale a decir alegremente que la prioridad del gobierno es capturar a José Enrique Crousillat. Lo dice sin rubor luego que hace una semana defendía el indulto diciendo que este era un caso cerrado. Confirma pues con sus declaraciones la evidente incapacidad del Ejecutivo para gobernar.
Se equivoca el premier. Un país no puede ponerse a andar en función de los caprichos de uno de sus ciudadanos o del ritmo que le imponga un corrupto. Un país tiene otro tipo de prioridades que van desde luchar contra la pobreza hasta fortalecer nuestras instituciones por ejemplo.
Pero para ello, para diseñar buenas políticas públicas, se requiere primero tener reales ministros de Estado y no funcionarios dedicados a hacer lo que les imponga el capricho de turno.
Durante la gestión del premier Velásquez Quesquén en el Consejo de Ministros se han discutido disparates como el trabajo de los empleados públicos los domingos, el ingreso escalonado del personal —en distintos horarios— para trabajar, se ha planteado el indulto a Crousillat y se ha destruído todo lo que significa lucha contra la corrupción.
El Perú exige otro tipo de prioridades. Y una de ellas es que García entienda que necesita rodearse de ministros. El crecimiento del Perú es endeble, basado en obra pública y edificaciones masivas de edificios que pueden ser la antesala de una burbuja. Se requiere ser frontal contra la corrupción, respetar y forjar las instituciones y en momentos en que estamos a poco más de un año de las próximas elecciones conducir el proceso electoral con total transparencia. Y nada de eso viene haciendo el gobierno de Alan García.
El Perú tiene otro tipo de prioridades. Y ciertamente una de ellas no es poner el aparato del Estado en función de un prófugo que está en la clandestinidad por culpa del gobierno actual.