¡Ladrones a tiempo completo!
por Herbert Mujica Rojas
¿Qué diferencia a un ratero de cuello y corbata, de esos que viajan con frecuencia, gastan dinero de los contribuyentes, no pelean nada por el Perú y acumulan millaje en los aviones, con los cacos y monreros criminales que pululan por todas las calles del Perú? ¡Francamente nada! Son idénticos, sólo que unos son más galanos e instruidos que los otros. ¡Claro que en cuanto a depredar y pervertir la vida diaria, ambos especímenes, son parte cancerosa del cuerpo social del país! Estos malos funcionarios son ¡ladrones a tiempo completo!
por Herbert Mujica Rojas
¿Qué diferencia a un ratero de cuello y corbata, de esos que viajan con frecuencia, gastan dinero de los contribuyentes, no pelean nada por el Perú y acumulan millaje en los aviones, con los cacos y monreros criminales que pululan por todas las calles del Perú? ¡Francamente nada! Son idénticos, sólo que unos son más galanos e instruidos que los otros. ¡Claro que en cuanto a depredar y pervertir la vida diaria, ambos especímenes, son parte cancerosa del cuerpo social del país! Estos malos funcionarios son ¡ladrones a tiempo completo!
La historia es recurrente y no tiene, por desgracia, nada de nueva. Se reitera cada vez que un gobierno se va y otro adviene. De repente la frivolidad del moribundo y en sus últimos días del actual es más escandalosa que la de otros. Por fortuna el presidente electo García Pérez ha dicho en público que su administración sancionará y hará devolver todo lo robado. ¡Vamos a ver!
¿Cómo escarmentar a los ladrones que hay en la administración pública? Los cargos los tienen de abuelos a nietos y la gran mayoría se protege entre sí. El espíritu de cuerpo, válido para las grandes empresas colectivas y sociales, es una coraza de impunidad y hermandad en el delito y en el robo. Si uno cae, arrastra, en larga cadena al subsiguiente, por tanto, para que nadie afronte la desgracia, ¡nadie debe ser culpable! ¿Serán más importantes los carnés partidarios o los compadrazgos taimados a la hora de poner en la picota a los pillos? Nuevamente ¡vamos a ver!
¿Cómo se escudriñan las veleidades, a veces muy sospechosas, de todos esos funcionarios ministeriales que "negociaron" el TLC con Gringolandia; las diversas concesiones plenas en irregularidades y el otorgamiento de contratos de estabilidad tributaria o privatizaciones del gobierno actual y de los anteriores? Como principio debía establecerse que los crímenes contra el Estado no prescriben y que todo lo mal obtenido debe ser retenido o expropiado. Además ¡ningún hombre o mujer que haya tenido cargos de importancia, podrá trabajar para empresas vinculadas a capítulos, nacionales o extranjeros, que hubieran requerido de su participación burocrática, por lo menos en 15 años!
¿Y cómo castigar a los delincuentes? A veces las cárceles son insuficientes. Sostengo que a los cacos debía enviárselos a limpiar baños, arreglar jardines, barrer pistas y calles, cuidar cruceros peatonales u ordenar las colas de los microbuses, siempre con su credencial del ministerio o dependencia a la que perteneció, al pecho, para que su identidad esté a la vista y hasta que completen el tiempo para su jubilación. Además, debía descontarse la reparación civil que el Estado imponga al mal servidor. El látigo moral ¡es mucho más efectivo que leyes dadas por pandillas hábiles en buscar cortapisas y amenguar los castigos!
Ciertamente, estos cánceres ambulantes, no podrán postular a puestos públicos ¡nunca más! y morirán con el estigma de traidores a la patria. ¡No interesa que fueran u ocuparan cargos importantes, por eso mismo, la punición debe ser mucho más estricta! Cuando en Perú se logre apostrofar o escupir en sitios públicos a los malos parlamentarios, pésimos diplomáticos, funcionarios ministeriales antipatrióticos, periodistas venales y a sueldo de las gavillas o transnacionales, y botarlos de restaurantes, cines, clubes o de lo que fuera, entonces el país conseguirá una catarsis extraordinaria que mostrará ¡cómo se repugna en Perú a los delincuentes! Mientras que eso no ocurra, entonces, todo seguirá como hasta ahora, cuasi ahogados en la miasma del robo público.
¡Eso sí es pelear contra el poder que basa en la corruptela espiritual y material de los burócratas y sus pandillas, la enorme fábrica de contratos bajo la mesa y de traiciones al Perú al por mayor! ¡Pero eso hay que pulverizarlo!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
Lea www.voltairenet.org/es
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
¿Cómo escarmentar a los ladrones que hay en la administración pública? Los cargos los tienen de abuelos a nietos y la gran mayoría se protege entre sí. El espíritu de cuerpo, válido para las grandes empresas colectivas y sociales, es una coraza de impunidad y hermandad en el delito y en el robo. Si uno cae, arrastra, en larga cadena al subsiguiente, por tanto, para que nadie afronte la desgracia, ¡nadie debe ser culpable! ¿Serán más importantes los carnés partidarios o los compadrazgos taimados a la hora de poner en la picota a los pillos? Nuevamente ¡vamos a ver!
¿Cómo se escudriñan las veleidades, a veces muy sospechosas, de todos esos funcionarios ministeriales que "negociaron" el TLC con Gringolandia; las diversas concesiones plenas en irregularidades y el otorgamiento de contratos de estabilidad tributaria o privatizaciones del gobierno actual y de los anteriores? Como principio debía establecerse que los crímenes contra el Estado no prescriben y que todo lo mal obtenido debe ser retenido o expropiado. Además ¡ningún hombre o mujer que haya tenido cargos de importancia, podrá trabajar para empresas vinculadas a capítulos, nacionales o extranjeros, que hubieran requerido de su participación burocrática, por lo menos en 15 años!
¿Y cómo castigar a los delincuentes? A veces las cárceles son insuficientes. Sostengo que a los cacos debía enviárselos a limpiar baños, arreglar jardines, barrer pistas y calles, cuidar cruceros peatonales u ordenar las colas de los microbuses, siempre con su credencial del ministerio o dependencia a la que perteneció, al pecho, para que su identidad esté a la vista y hasta que completen el tiempo para su jubilación. Además, debía descontarse la reparación civil que el Estado imponga al mal servidor. El látigo moral ¡es mucho más efectivo que leyes dadas por pandillas hábiles en buscar cortapisas y amenguar los castigos!
Ciertamente, estos cánceres ambulantes, no podrán postular a puestos públicos ¡nunca más! y morirán con el estigma de traidores a la patria. ¡No interesa que fueran u ocuparan cargos importantes, por eso mismo, la punición debe ser mucho más estricta! Cuando en Perú se logre apostrofar o escupir en sitios públicos a los malos parlamentarios, pésimos diplomáticos, funcionarios ministeriales antipatrióticos, periodistas venales y a sueldo de las gavillas o transnacionales, y botarlos de restaurantes, cines, clubes o de lo que fuera, entonces el país conseguirá una catarsis extraordinaria que mostrará ¡cómo se repugna en Perú a los delincuentes! Mientras que eso no ocurra, entonces, todo seguirá como hasta ahora, cuasi ahogados en la miasma del robo público.
¡Eso sí es pelear contra el poder que basa en la corruptela espiritual y material de los burócratas y sus pandillas, la enorme fábrica de contratos bajo la mesa y de traiciones al Perú al por mayor! ¡Pero eso hay que pulverizarlo!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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