Mensaje presidencial: valor deteriorado
Por Juan Sheput
Si de evaluar los mensajes presidenciales en funciòn de sus logros se tratara, podríamos asegurar que, los del periodo de Alan García, son valor deteriorado.
Si de evaluar los mensajes presidenciales en funciòn de sus logros se tratara, podríamos asegurar que, los del periodo de Alan García, son valor deteriorado.
Desde el inicio de su mandato, cual si siguiera en campaña electoral, el presidente García se ha dedicado efusivamente a lanzar promesas en relación a la coyuntura. Jamás, ni en este ni en el anterior periodo, se comportó como un estadista. Fue y es presa del elogio de sus amigos mediáticos, los cuáles, con esta actitud, colaboran con su autoengaño y hacen daño a la Nación.
Desde llamados a la lucha contra la corrupción, franciscana austeridad y hasta una "revolución del alma", todo, todo, ha sido arrasado por la realidad. Este gobierno ya podría decirse supera al primero en corrupción, se han desactivado todos los mecanismos de control, se ha adquirido aliados en aquellos lugares en donde se necesitan votos para tomar una decisión y hasta se ha permitido la fuga de un sujeto que, como Crousillat, se puso al servicio de la mafia que lideró Alberto Fujimori.
En cuanto a gastos, este gobierno ha gastado más que los tres gobiernos anteriores juntos en materia de publicidad. La noble palabra austeridad devino en palabreja que se lanzó por los suelos por obra y gracia de García y sus mal llamados ministros.
¿Y la revolución del alma? A los pocos días de haberse anunciado estalló el escándalo de los "petroaudios" que involucraba al propio premier Jorge del Castillo, que tuvo que dimitir por corrupción.
Una república que ha visto como se debilitan sus ya endebles instituciones, un gasto excesivo y cero reformas que nos impulsen hacia adelante, es lo que nos deja, hasta ahora los cuatro años del segundo gobierno de Alan García.
Desde llamados a la lucha contra la corrupción, franciscana austeridad y hasta una "revolución del alma", todo, todo, ha sido arrasado por la realidad. Este gobierno ya podría decirse supera al primero en corrupción, se han desactivado todos los mecanismos de control, se ha adquirido aliados en aquellos lugares en donde se necesitan votos para tomar una decisión y hasta se ha permitido la fuga de un sujeto que, como Crousillat, se puso al servicio de la mafia que lideró Alberto Fujimori.
En cuanto a gastos, este gobierno ha gastado más que los tres gobiernos anteriores juntos en materia de publicidad. La noble palabra austeridad devino en palabreja que se lanzó por los suelos por obra y gracia de García y sus mal llamados ministros.
¿Y la revolución del alma? A los pocos días de haberse anunciado estalló el escándalo de los "petroaudios" que involucraba al propio premier Jorge del Castillo, que tuvo que dimitir por corrupción.
Una república que ha visto como se debilitan sus ya endebles instituciones, un gasto excesivo y cero reformas que nos impulsen hacia adelante, es lo que nos deja, hasta ahora los cuatro años del segundo gobierno de Alan García.