Se ha conocido el reciente caso de dos menores de edad que —aparentemente engañadas— habían sido traídas de Iquitos a Lima, con el fin de trabajar como meseras en restaurante o como empleadas del hogar. Apenas llegadas a Lima, las retuvieron en un hostal y de allí las pasaron a un local de masajes, en el que también se ejerce la prostitución. Por suerte una de las adolescentes pudo llamar a su familia, que a su vez se comunicó con un pariente que vive en Lima y que personalmente intentó rescatar a las jóvenes. Viéndose descubiertos, con gran desparpajo los proxenetas respondieron que las soltarían sólo si les devolvían el dinero gastado en traerlas de su tierra. El familiar, entonces, denunció el caso a la policía, la cual intervino, liberó a las chicas y detuvo a los conductores del local.
Como en muchas ocasiones la policía notó que menores de edad llegaban de provincias acompañadas o traídas por personas que no eran sus padres ni sus parientes, intervino y descubrió que eran menores provincianas engañadas con promesas de trabajo, quienes en realidad iban a ser prostituidas en Lima o en otras ciudades, los mafiosos cambiaron de táctica. Su modus operandis es el siguiente. Una o dos mujeres —no hombres, para evitar sospechas— viajan a provincias y hablan con los padres de las adolescentes a quienes ellas (las reclutadoras) consideran buenas o atractivas para dedicarlas al meretricio. Convencen a los padres de las jóvenes diciéndoles que se las llevan a Lima o a otra ciudad entre mediana y grande porque hay trabajos decentes para las chicas. Creyendo lo que les cuentan y ofrecen, los padres de las menores firman un documento mediante el cual autorizan a las reclutadoras —que van acompañadas por hombres cuya presencia no se nota— a viajar llevando a sus hijas, en busca de un futuro mejor, que en realidad es la prostitución.
¿Por qué pasa esto?
Como este sórdido detalle del turismo es bien conocido por quienes dirigen el destino de nuestro país, esta gente (los que gobiernan) habría llegado a las siguientes conclusiones:
1) Promover el turismo a cualquier precio.
2) Fortalecer el rubro de la prostitución de menores de edad, puesto que los turistas prefieren eso.
3) Aparentar que se lucha contra la trata de personas en su modalidad de explotación sexual de menores, cuando en realidad lo que más se hace es facilitar la tarea de las mafias de proxenetas.
Un ejemplo de la inacción del gobierno ante el proxenetismo y esclavitud sexual es el pedido formulado por Bolivia para rescatar de la prostitución forzada a 180 bolivianas: el estado peruano se comprometió a colaborar, pero tras una acción inicial de rescate de sólo 23 mujeres, el asunto ha sido abandonado desde marzo de 2007.
¿Qué se debe hacer?
Aunque sabemos que una causa de peso en este problema es la situación de pobreza de la mayoría del pueblo peruano, no se puede pasar por alto la gran hipocresía de los gobernantes, que con su inacción actúan como socios y promotores de los proxenetas. Para guardar las apariencias, de tiempo en tiempo saltan a la prensa casos que la policía descubre y que se procesan adecuadamente. Pero, como en otros aspectos de la vida nacional, el que tratamos es un asunto que a la policía no corresponde solucionar; lo más que puede hacer es detener a uno que otro proxeneta, que sabe que si va a la cárcel saldrá pronto, y de allí no pasa el asunto, porque —¿en forma muy estudiada y cómplice?— el gobierno ha dejado enormes vacíos que permiten que infinidad de menores de edad tengan la prostitución como horizonte de vida que el gobierno aprista del Perú les ofrece.
Antes de proponer soluciones específicas, debemos entender que es un crimen dejar las cosas tan relajadas a favor de las mafias (¡la simplificación administrativa para facilitar el delito de los proxenetas!). La salud física, moral y social de la persona —y en particular de la juventud— nos dice que todo esfuerzo que se haga para terminar esta lacra es bienvenido; nuestra niñez y juventud lo merecen. Hay que poner obstáculos contundentes a los corruptores, las cosas deben ser muy difíciles para ellos; así defendemos a la niñez y juventud.
Medidas específicas
5) En la comisaría o delegación policial, el procedimiento descrito se hará con participación de un representante del ministerio público.
6) El comisario o jefe de la comisaría o delegación policial remitirá al Mimdes copia del acta correspondiente a esta actuación policial y del ministerio público.
Condiciones y actuaciones como las que sugerimos5 permitirán disminuir y finalmente eliminar la llamada trata de menores. Nuestra dignidad de país lo exige.
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1 Ver: “Feriados largos”: el Apra y el Sutep unidos contra la educación
2 No nos referimos a los pintorescos bricheros y bricheras, hombres y mujeres —rara vez menores de edad— que se pegan a los turistas y siendo bisexuales (“de doble filo” o que “patean con los dos pies”) le entran a cualquier aventura con el fin de obtener dinero, diversión y buena alimentación.
3 Por supuesto que quienes suscriben esas cartas deben también presentar certificados de antecedentes policiales y penales.
4 Con licencia de funcionamiento o clandestinos.
5 El hecho de que nosotros o cualquiera las sugiramos refleja la enormidad del vacío legal que un estado permisivo —y que parece o es cómplice— deja para que los mercaderes del sexo actúen sin dificultad.