Algo huele a podrido en el reino del rating
Xavier Caño Tamayo
El sector financiero de calificación de la deuda está controlado por Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch. Las agencias de rating. Califican países, bancos, cajas de ahorro u otras entidades deudoras según su mayor o menor solvencia. Se supone que hacen rigurosos estudios para ello. En plata: si pagarán sus deudas con sus intereses.
Pues bien, el Congreso de Estados Unidos ha señalado a las agencias de rating como culpables de la crisis y la estadounidense Comisión del Mercado de Valores (la SEC) estudia demandarlas. El FMI también ha denunciado a las agencias de rating por tener “conflictos de intereses” (eufemismo de que aprovechan su situación para hacer oscuros negocios millonarios). Y han sido señaladas como dignas de toda desconfianza por el Parlamento de la Unión Europea, e incluso por el G-20...
Agencias dirigidas por sujetos como Raymond McDaniel, presidente ejecutivo de Moody’s, quien, a pesar de lo que está cayendo con la crisis, el año pasado se aumentó el sueldo un 70% , hasta 9 millones de dólares; en realidad solo un 69%, no exageremos. Y cinco directivos más se repartieron 20 millones de dólares al aumentarse un 60% sus ingresos.
Pero más allá de la obscenidad de esas agencias y de sus directivos, la SEC ha concluido que son responsables de la crisis. Dichas agencias calificaron como muy solventes títulos de deuda que incluían préstamos hipotecarios. En el mundo de la especulación financiera todo se vende y se compra. La alta calificación que otorgaron las agencias de rating a esos títulos hizo que se vendieran como rosquillas. Pero, ¡oh, sorpresa!, los títulos de deuda incluían hipotecas-basura: préstamos hipotecarios que jamás se cobrarán. Y el mundo financiero se fue al garete.
Ahora la SEC, con buen criterio, quiere demandar a las agencias de rating como causantes de la crisis y que rindan cuentas. Nosotros, como santo Tomás, lo creeremos cuando lo veamos. Pero más allá de que la SEC o la Unión Europea tengan el coraje de actuar contra las agencias de rating, algo huele a podrido en el reino de éstas.
En España ahora se liquidan las cajas de ahorro, se privatizan, se convertirán en bancos... o como quieran llamarlo. El modo ha sido ingenioso. Las agencias de rating con sus calificaciones a la baja han tirado por los suelos la credibilidad y solvencia de muchas cajas de ahorros hasta crearse un estado de opinión que exigía privatizarlas. Agencias de rating y amigos, 1 - Intereses del país, 0. Y, además, gracias a la mala fama que las agencias de rating han otorgado a las cajas de ahorro, la privatización saldrá más barata.
Veamos un ejemplo real como la vida misma. Un asesor de la privatización de cajas de ahorro españolas es el banco de inversión Lazard. Pierre Cailleteau era alto ejecutivo de Moody’s. Lazard contrató a Cailleteau. En Moody’s, Cailleteau calificó a España como país de pena (financieramente hablando) y no veas como calificó a las cajas de ahorro. ¿Lo pillan? Además, cuatro bancos que intervienen en la privatización de cajas españolas (Bank of America, JP Morgan, Deutsche Bank y UBS) controlan poderosos fondos de inversión. Esos fondos desean apropiarse de parte de las cajas. Los bancos tienen acciones de Moody’s y Standard & Poor’s. Y los grandes fondos de inversión son también accionistas de grandes bancos españoles, que también quieren sacar tajada en la privatización de las cajas de ahorro.
Todo queda en casa.
Y, por si hay dudas sobre la catadura moral de las agencias de rating, recién han advertido de que calificarán como impago cualquier reestructuración de la deuda de Grecia, por ejemplo. Aunque mentes lúcidas de la economía (que no están en nómina oficial o no de los bancos, como los Nobel de economía Stiglitz y Krugman) ven la reestructuración de la deuda de países muy endeudados como alternativa sensata que salve la situación. Pero las agencias de rating incluso desafían a la Unión Europea amagando que Irlanda, Reino Unido, Portugal, Italia y España tendrán problemas si la Unión reestructura la deuda griega.
Según el diccionario de la lengua española, cuando se presiona a alguien con amenazas para obligarle a obrar en determinado sentido, se perpetra el delito de extorsión.
¿Para cuando nuevos códigos penales en los que de nuevo haya delitos económicos severamente castigados?
Periodista y escritor