Los secretos de un buen alcalde

Por Oswaldo Carpio Villegas

Recuperación del Centro Histórico

El 20 de junio se ha cumplido el segundo año de la partida de Alberto Andrade. Tuve el privilegio de ser su asesor durante más de doce años y apoyarlo en la difícil tarea de tomar decisiones acertadas en los Gobiernos Municipales de Lima y Miraflores. Los méritos de Andrade son enormes.

Limeño criollo, optimista, alegre, de enorme energía en el trabajo. Excelente amigo. Pero, si algo caracterizaba a Andrade era su valentía y coraje.

Había, prácticamente, abandonado su profesión de abogado para dedicarse primero a la labor empresarial y luego a la política que fue la gran pasión de su vida.

Si algo emocionaba a Andrade era escuchar y ver bailar una marinera a niños y jóvenes. Por ello promovió el canto y la danza nacional. Andrade dedicó enormes jornadas de trabajo a la recuperación del Centro Histórico de Lima. Tomó decisiones difíciles y duras en el afán de cumplir su palabra, el plan de gobierno y recuperar la ciudad que amaba. Anita Botteri, su familia nuclear y Lima fueron los grandes amores de su vida.

 

La recuperación de las calles del Centro Histórico de Lima se logró en el tiempo récord de dos años. La mayoría consideraba que era una misión imposible. Andrade expresó su compromiso con Lima al trasladarse al centro de Lima con su familia. Alquiló una antigua casona en la Calle Ucayali que equipó con mobiliario republicano y virreinal.

 

Bajo el lema de “Lima renace, su gente lo hace” y honrando el compromiso del Plan de Gobierno de Lima, en febrero del 2006 se inició la recuperación de las calles del Centro Histórico -200 manzanas, 36 Iglesias virreinales y 600 inmuebles de carácter histórico- que había sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1991. Desde la declaratoria el deterioro de la histórica capital del Virreinato del Perú, se había acrecentado.

 

La política en el gobierno es acción, práctica consciente orientada por un programa concreto y una estrategia. Cuando se sabe adónde llegar los pasos son firmes. Por ello, definida la estrategia de recuperación de las calles de Lima, una estrategia integral que abarcaba aspectos políticos, psicosociales, comerciales, urbanísticos, económicos, logísticos, comunicacionales y democracia participativa, se definió la recuperación de calles y plazas, etapa que culminó con los mayores obstáculos, Polvos Azules y el Mercado Central que expresaban la expresión más cabal de la desidia y falta de autoridad de los que gobernaron Lima y, de otro lado, el generalizado desinterés de las autoridades políticas del Gobierno Nacional, incapaces de pensar la política desde la vida real, abandonando las fantasías megalomaniacas y los delirios de grandeza.

 

La estrategia integral implicaba acciones simultáneas en varios “frentes” que permitieron un despliegue de fuerzas de tal magnitud que mientras se recuperaban avenidas, calles y plazas, se iban construyendo los nuevos espacios urbanos y restaurando lo que se había liberado. Esta estrategia contó con numerosos equipos que Andrade sintetizó en la frase de “equipo(s) que trabaja(n) bien y rápido”. La serena rapidez requería equipos de seguridad, de arquitectos, ingenieros, negociadores, comunicadores, estrategas, entre otros, y una labor intensa de diálogo con los empresarios que estaban próximos a vender sus propiedades y abandonar Lima. Símbolo de la “guerra” por la recuperación de Lima fue un cañón colonial encontrado en una de las excavaciones, el que fue dispuesto por Andrade en el balcón central de la Municipalidad y que apuntaba al horizonte.

 

Como se sabe, las calles de Lima estaban invadidas por decenas de miles de ambulantes que ocupaban incluso la Plaza de Armas. En el lapso de dos años se recuperaron: la Plaza de Armas rebautizada como Plaza Mayor y su entorno, incluido el Paseo de Los Escribanos; la Plaza San Martín y entorno; el Pasaje Olaya; el Parque Universitario y todo el mobiliario urbano incluido el Relej donado por el gobierno alemán en 1921 y que empezó a funcionar; la Plaza Francia (Recoleta) y el entorno; la creación de la Alameda Chabuca Granda (10 mil metros cuadrados); la Plaza Monserrate, la Plaza Italia, la Plaza Buenos Aires, Plaza Santa Ana, Plaza San Agustín, el Parque de la Exposición -y los pabellones Morisco, Bizantino, la Fuente China y el Parque Japonés-; el Parque de La Reserva y el Paseo Colón. Se mejoraron las plazas Bolognesi, Mariscal Castilla (Plaza Unión), la Plaza Dos de Mayo y el Paseo de los Héroes Navales que contó con una fuente de agua.

 

Los espacios dedicados a la cultura y el arte estaban totalmente abandonados y destruidos. Los teatros de la municipalidad eran usados para realizar asambleas sindicales, las salas estaban totalmente destruidas y los camerinos alquilados, furtivamente, para el meretricio. Se inició una acción que recuperó -previo estudio para salvar el diseño original- el Palacio Municipal, el Teatro Segura, la Sala Alcedo, el Teatro La Cabaña. Se crea en el Parque de la Exposición el Auditorio Nicomedes Santa Cruz. Se modernizó y amplió la Sala de Exposiciones Pancho Fierro y se inició la publicación de libros que buscaban recuperar y difundir las tradiciones del Centro de Lima. Se promovieron, simultáneamente, espectáculos públicos masivos y de calidad, que congregaron a artistas -de actividades escénicas, visuales y plásticas- nacionales y foráneos.

Se creó el Programa Vuelve al Centro y se realizaron campañas exitosas para el retorno de los limeños al Centro Histórico. Se fortaleció la Oficina de Turismo -se organizó guías de turismo, paseo en carroza tirada por caballos, visitas guiadas y se crearon varios Circuitos Turísticos- que promovió la presencia de cientos de miles de nuevos visitantes: niños y jóvenes de Lima que no conocían la capital porque durante décadas no habían podido ingresar al Centro dada la inseguridad y la ausencia de medios. Los turistas foráneos volvieron, lo que fortaleció la inversión en hoteles, restaurantes, artesanía y otros negocios. La creación del Taxi Amarillo, facilitó el ingreso de nuevos visitantes que contaban con un transporte más seguro.

Con la recuperación del Centro del Centro Histórico y la modernización de los espacios para el arte, la cultura y el turismo se programó la Bienal de Lima que tuvo extraordinario éxito que convocó a artistas internaciones y nacionales. Miles de limeños se volcaron a las exposiciones. Un nuevo viento de aire fresco se apoderó de Lima, pese al sabotaje diario del vecino conflictivo.

La recuperación del Centro Histórico estuvo acompañada del trabajo conjunto con las cofradías religiosas. Así se relanzaron las celebraciones de la Virgen de El Carmen, el Señor de Los Milagros, Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres con el fin de revalorar la religiosidad popular, las fiestas populares y el arte y fervor popular.

La liberación del espacio público del Mercado Central y calles adyacentes, permitió el remozamiento del Barrio Chino, la calle Capón y Paruro -hoy venidos, nuevamente, a menos- y el retorno de los más importantes chifas o restaurantes de comida china que vivieron un apogeo extraordinario.

Como parte de la recuperación de Lima se organizaron todos los años el Concurso Nacional de Marinera, el Gran Pasacalle de Lima -en coordinación con los clubes departamentales y provinciales de Lima-, los Festivales Internaciones de Danza y decenas de otras actividades con presencia de artistas peruanos y del extranjero.

Lima se convirtió en el primer espacio cultural y artístico.

Se lanzó la gastronomía peruana. Se creó y organizó los Festivales del Sabor que dio trabajo a centenares de familias limeñas y que recuperó los dulces tradicionales de Lima -ranfañote, zanguito, mazamorra morada, arroz con leche, picarones, entre otros- así como las butifarras y anticuchos, especialmente en la Alameda Chabuca Granda, espacio dedicado para la música peruana: criolla limeña y costeña, andina y amazónica. Se construyeron anfiteatros con ese propósito.

La recuperación de espacios públicos revalorizó la labor de los libreros, numismáticos, filatélicos y artesanos que salieron de las calles a sus nuevos locales, propios y alquilados. En plena recesión el Centro Histórico de Lima vivió un auge en la construcción. El orden y la vigencia diaria de la autoridad crean las condiciones para el desarrollo y la creación de empleo.

El Concejo de Lima aprobó a través de ordenanzas municipales el Plan Maestro del Centro Histórico y reglamentos para ordenar letreros y avisos públicos de acuerdo al entorno. Se logró eliminar la contaminación visual. Se creó un programa especial de limpieza del Centro Histórico así como una renovación de todo el mobiliario urbano los espacios verdes. Los vecinos del centro de Lima y los del Rímac tenían ya en donde pasear con seguridad

La recuperación del Centro Histórico creó nuevos miles de puestos de trabajo, volvieron los turistas y el empleo. Se revalorizó la propiedad del suelo y el de los bienes inmuebles en general. Llegaron nuevas inversiones. A diferencia de lo que afirma el populismo señorial, el orden no quita empleo sino que crea empleo digno, de calidad, sostenible y sustentable para los más pobres. Los integra y los especializa.

En tres años de invirtió algo menos de 30 millones de dólares -en 1996 se invirtieron 3.182.737,82 de dólares y 25.587.786,4 en 1999-. Una suma enorme para esos años de recesión; insignificante para estos años de expansión económica

Lima fue considerada, en el ámbito internacional, un modelo exitoso en la recuperación de un Centro Histórico. El éxito de esta acción fue el precedente más importante para la recuperación de nuevos espacios públicos en los distritos de Lima y en las ciudades más avanzadas del país.

En síntesis: Se pudo recuperar la totalidad de los espacios públicos ocupados por decenas de miles de vendedores informales de la vía pública. El 90% se instaló en 50 centros comerciales y mercados -financiados por el sector privado con 58.000.000 de dólares que ocuparon superficie de 149.000 m2. El 10% restante, se incorporaron a la infraestructura turística del centro de la ciudad.Finalmente, la recuperación del Centro Histórico fue parte de una estrategia que buscaba recuperar toda la ciudad. Había que empezar por lo más importante y se logró. Alberto Andrade y su equipo, soñaba con peruanizar el Perú, es decir, recuperar la identidad nacional, lejos del nacionalismo rústico y reaccionario que promueve conflictos regionales y locales. El peruanismo como idea, tuvo un enorme éxito con el Centro Histórico. El peruanismo une, integra, valora y dignifica. No es agresivo. Es pacífico, democrático y pluralista. Imbuido de tolerancia y amor a Lima y al Perú.