La guerra, la deuda y el presidente
Por Amy Goodman
“El Congreso acaba de aprobar un acuerdo para reducir el déficit y evitar un default que hubiera devastado nuestra economía. Fue un debate largo y acalorado. Y quiero agradecer al pueblo estadounidense por presionar a sus funcionarios electos para que dejaran a un lado la política y trabajaran juntos por el bien del país”.
El Presidente Barack Obama elogió el acuerdo sobre la deuda el martes con las siguientes palabras: “No podemos equilibrar el presupuesto sobre las espaldas de las mismas personas que han soportado la mayor carga de esta recesión”. Sin embargo eso es precisamente lo que él y su círculo de asesores de Wall Street han hecho.
Alexander Hamilton escribió en 1790 que en los asuntos de las naciones “los préstamos en épocas de peligro público, especialmente en tiempos de una guerra externa, son un recurso indispensable”. Fue su primer informe realizado como secretario del Tesoro al nuevo Congreso de Estados Unidos. El país había pedido préstamos para luchar la Guerra de la Independencia, y Hamilton propuso un sistema de deuda pública para pagar dichos préstamos.
La historia de la deuda nacional estadounidense está inexorablemente vinculada a sus muchas guerras. La resolución de esta semana de la llamada crisis del techo de la deuda no es la excepción. El sumiso Congreso no solo acordó financiar las guerras del Presidente George W. Bush en Irak y Afganistán a través sucesivas partidas para “gastos de emergencia”, sino que también aceptó hacerlo con dinero prestado, aumentando sin objeciones el tope de endeudamiento en 10 ocasiones desde 2001.
¿Cómo le fue al Pentágono en la actual batalla presupuestaria? Parece que le fue bien. Pero a no confundirse con los soldados y los veteranos de guerra que han peleado en esas guerras.
“Este año se cumplen 50 años del discurso de [Dwight] Eisenhower sobre el complejo industrial-militar. Habló de la necesidad de una economía equilibrada, para una población próspera. Básicamente, está a la izquierda de Barack Obama con respecto a estos temas”, dijo William Hartung del Centro de Política Internacional a Democracy Now! mientras el Senado estaba reunido para votar el proyecto de ley sobre el tope de la deuda. Se refería, claro está, al difunto general devenido presidente republicano de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower.
Michael Hudson, presidente del Instituto para el Estudio de Tendencias Económicas de Largo Plazo, explicó la relación entre el tope de endeudamiento y la guerra desde una perspectiva histórica:
“[El tope] fue impuesto en 1917 durante la Primera Guerra Mundial, y la idea era impedir que el Presidente Wilson destinara aún más soldados y dinero estadounidense a la guerra. En todos los países europeos —en Inglaterra, en Francia— se introdujo el control parlamentario del presupuesto para impedir que reyes o gobernantes ambiciosos iniciaran guerras. De manera que la finalidad era limitar la capacidad de un gobierno de endeudarse para ir a la guerra, debido a que era el único motivo por el cual los gobiernos se endeudaban”.
La Ley de Control Presupuestario de 2011 dispone recortes drásticos en la red de seguridad social de Estados Unidos. El Congreso designará un comité de 12 miembros, denominado “Super Congreso”, con igual cantidad de miembros republicanos y demócratas, que debe determinar recortes por 1,2 billones de dólares para el Día de Acción de Gracias. Si el comité no logra cumplir esa meta, habrá amplios recortes obligatorios y generalizados. Los servicios sociales serían recortados, pero también se recortaría el presupuesto del Pentágono.
O tal vez no. El Comité Negro del Congreso y el Comité Progresista del Congreso se opusieron al proyecto de ley. El Presidente del Comité Negro del Congreso, Emanuel Cleaver, lo denominó “un sándwich satánico con baño de azúcar”. Para los años de ejercicio 2012 y 2013, el financiamiento discrecional aprobado se divide en dos categorías: las “vinculadas a la seguridad” y las “no vinculadas a seguridad”. Las categorías “no vinculadas a seguridad”, como los programas de alimentación, vivienda, los programas de asistencia de salud Medicare y Medicaid (la base de cualquier seguridad nacional verdadera), probablemente sean recortados. Pero el presupuesto de “seguridad” también se verá afectado, lo cual según los demócratas podría ser un incentivo para que los republicanos cooperen con el proceso.
La categoría de organismos y programas vinculados a seguridad incluye al “Departamento de Defensa, el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Asuntos de los Veteranos, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, los servicios de inteligencia y asuntos internacionales”. Esto establece una dinámica en la que los halcones tratarán de recortar lo más posible el presupuesto de los cuerpos diplomáticos del Departamento de Estado y la ayuda extranjera para favorecer a sus patrocinadores del Pentágono y de la industria armamentista.
Bill Hartung habla del poder de los contratistas militares: “No querían que pareciera que tenían intereses especiales, pero trabajaron desde adentro. Y tenían al Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, de su lado. Tenían a Buck McKeon, el director del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, cuyo mayor donante es Lockeed Martin, que obtuvo grandes instalaciones militares en su distrito. Tenían gente como Randy Forbes, cuyo distrito está cerca del complejo de astilleros Newsport News Shipbuilding, donde se construyen submarinos de ataque y portaaviones. Utilizaron su influencia para tener gente dentro, para tener a sus aliados en la Cámara Baja, para promover su agenda”.
El acuerdo sobre el tope de deuda del Presidente Obama es ampliamente considerado como una derrota histórica para los progresistas y un ataque exitoso contra los logros del New Deal y de la Gran Sociedad del siglo pasado. La Congresista demócrata de Maryland, Donna Edwards, que comparte con la mitad de los diputados demócratas el haber votado en contra del presidente, resumió en Tweeter su decepción: “Nada de los multimillonarios; muchos vacíos impositivos para las corporaciones; ¿Solamente el sacrificio de las clases más bajas? ¿Sacrificio compartido? ¿Equilibrio? Parece broma.”
La congresista Edwards explica, “Solo creo que sienta un mal antecedente para el futuro, ya sea que el recorte que comenzará a regir este año sea de 20.000 millones o de un billón de dólares. El marco que indica que podemos recortar el gasto del gobierno casi a cero y no aumentar los ingresos es realmente un mal acuerdo para el pueblo estadounidense. Claramente, represento al distrito progresista, pero también creo que es la voz del pueblo estadounidense que está diciendo 'No estamos de acuerdo con que el dos por ciento de las personas que tienen mayores ingresos se salga con la suya, mientras el 98 por ciento restante tenemos que soportar toda la carga del gobierno'. Y no solo eso, sino que los factores que contribuyen a nuestra deuda a largo plazo son esas exenciones impositivas para los ricos, la factura de una receta del Presidente Bush que nunca se pagó y las guerras en Irak y Afganistán, y luego agregan a eso una crisis financiera que fue provocada por la irresponsabilidad del sector financiero. El pueblo estadounidense, gente pobre y de clase media, está diciendo 'Un momento. Nosotros no hicimos nada de esto. No nos hemos beneficiado con nada de esto. Y no deberíamos tener que pagar por esto'.”
El grupo independiente Proyecto de Supervisión del Gobierno (POGO, por sus siglas en inglés) dice acerca del “Super Congreso” que “la creación del comité no incluye muchos requisitos de transparencia”. ¿Quién será el guardián? Mientras se acercan las elecciones de 2012, que prometen ser las más caras de la historia, es esperable que la propuesta de reducción de déficit del comité, que vence en el Día de Acción de Gracias y que está sujeta a votación directa, no de muchos motivos para dar gracias.