"El drama de la dracma"
por Isaac Bigio
Todo lector sabe lo que significa "drama", pero lo mismo no ocurre con la palabra "dracma". No faltó un amigo mío que me dijo que pensaba que este último vocablo podría significar un "Drama a lo Drácula". Desde el punto de vista semántico eso es incorrecto, pero viendo la crisis del euro eso no está tan alejado a la verdad.
La dracma es la moneda que tuvo Grecia antes de ser uno de los últimos países europeos en renunciar a sus billetes y abrazar el euro. Hoy, debido a que dos rescates financieros han sido incapaces de estabilizar a la economía helena, es probable que Grecia se convierta en el primero de los 17 Estados de la eurozona que abandone ésta y vuelva a su antigua divisa.
La dracma fue una de las monedas más antiguas que hay. Se la usaba hace más de dos milenios y renació cuando alrededor de 1830 Grecia recupera su independencia ante los otomanos.
De 1832 al 2002 han habido 3 dracmas. La primera duró hasta 1944, en la cual la ocupación nazi condujo a tal descalabro de ésta que se imprimían billetes representando a cientos de miles de millones de dracmas. Tras la liberación de los germánicos, se creó una segunda dracma que equivalía a 500,000 millones de dracmas antiguas.
Una década después, apareció una tercera dracma que equivalía a mil de las anteriores. Así, Grecia se amoldaba a los acuerdos del nuevo orden económico mundial de Bretton Woods. No obstante, la dracma nunca llegó a ser una moneda estable. En 1954 un dólar equivalía a 30 dracmas, un cuarto de siglo después a 400 dracmas y cuando el signo heleno desapareció, a más de 300,000 dracmas.
En el 2002, al momento de fusionarse en el sistema monetario europeo, un euro equivalía a 340.750 de las nuevas dracmas, y a nada menos que la modesta suma de 851,875,000,000,000,000,000,000,000 dracmas antiguas. La dracma fue la moneda que tuvo el primer imperio europeo (el de Alejandro Magno), cuando con una de éstas podía vivir una sola persona. Hoy, si ésta renace, afectaría a la divisa conjunta del último imperio monetario europeo: el de la Unión Europea.
Si para el 2012 renace la antigua moneda de los olímpicos helenos, hay el riesgo de que en el año en que se juegan las Olimpiadas de Londres lo que se genere sea una competencia entre qué nuevos países podrían dejar el euro (afectando la fortaleza y la confianza en esa moneda) o qué bancos del mundo serían los más afectados por una devaluación griega.
Si Grecia dejase el euro devaluándose, esto podría hacer que bajen los precios de sus exportaciones y sus precios internos haciendo también más atractivo el que allí fluyan aún más turistas, lo cual, a su vez, impulsaría a que muchos griegos emigren al resto de la Unión Europea compitiendo con una mano de obra que sufre la recesión, haría que muchos bancos no puedan recuperar sus préstamos generando una espiral y que la salida de un miembro de la eurozona podría concatenar un desintegrador efecto dominó.