Nuestra frágil proyección cultural
Por Alfredo Palacios Dongo
El 21 de julio de 2010 se promulgó la ley 29565 “Ley de creación del Ministerio de Cultura”, la cual impone, en este caso a la ministra del ramo Susana Baca, asumir 38 funciones exclusivas y compartidas para lograr la promoción de actividades culturales y artísticas a nivel nacional, así como la conservación y protección de nuestro extraordinario patrimonio cultural. La gran responsabilidad asumida por la ministra, que incluye la planificación, formulación y aplicación de políticas públicas y la adscripción de 12 nuevas entidades y organismos públicos a su ministerio, debería demandar su presencia a dedicación exclusiva, sin embargo, de manera muy peculiar y en acto inédito en la política peruana, decidió ausentarse 16 días de su cargo para seguir cumpliendo sus compromisos como cantante en el extranjero, argumentando que “si yo no canto, ¡me muero!”.
Mínimo porcentaje de obras de arte robadas del Perú son repatriadas. Esta es una recuperada por el FBI en Virginia, en los EE. UU., en abril de 2010
Está equivocada la ministra Baca porque ante esta gran responsabilidad asumida con el país debió haber anulado dichos compromisos. También se equivoca porque a menos de un mes de asumir el cargo, se pronunció inadecuadamente sobre el escaso presupuesto de su sector arguyendo: “soy la ministra mendiga, no tengo ni para los cueros del tambor”, pero ni siquiera planteó la factibilidad de conseguir fondos por intermedio de herramientas como la del mecenazgo cultural, norma incluida en la ley para impulsar proyectos culturales con el apoyo de grandes empresas nacionales a través de beneficios tributarios.
Además la ministra tiene la ardua misión de preservar nuestro vasto y rico patrimonio cultural. Hace solo dos años el Consejo Internacional de Museos (ICOM) nos advertía sobre el grave incremento de excavaciones clandestinas y saqueos en el país, y también sobre los “niveles inusitados” de tráfico de bienes, habiéndose registrado la venta ilegal de más de 5,000 piezas entre 2004 y 2006. Recientemente se ha hecho público el vergonzoso robo sistemático de casi 1,000 joyas bibliográficas de nuestra Biblioteca Nacional, la que no cuenta con mínimos elementos de seguridad ni de información de gestión bibliográfica. Asimismo, son robadas de nuestras iglesias, museos, y hasta del Archivo de la Nación valiosísimos documentos, objetos arqueológicos y litúrgicos, lienzos y reliquias, siendo vendidos por mafias a coleccionistas extranjeros por exorbitantes precios.
Bajo este panorama, nuestra frágil proyección cultural requiere de un ministerio con mucha experiencia de gestión, capacidad planificadora, esfuerzo y entrega, para, además de la custodia y protección de nuestro rico patrimonio histórico, arqueológico y artístico, lograr que nuestras clases más desposeídas accedan a la cultura y mejoren su calidad de vida, y asimismo, poner la cultura en el centro de la sociedad como factor gravitante para alcanzar el desarrollo social e integral de nuestro país. Expreso, 24.09.2011