La austeridad como pretexto para cambiar un modelo de Estado
Xavier Caño Tamayo (*)
En Cataluña, comunidad autónoma de España, los recortes presupuestarios del neoliberal gobierno catalán en sanidad han logrado, entre otras vulneraciones de derechos sociales, que los enfermos de cáncer que necesitan sí o sí intervenciones quirúrgicas hayan de esperar cuanto menos mes y medio o dos meses para ser operados. Dando tiempo a que el cáncer se extienda, por supuesto, y se convierta en mortal.
Los recortes en la sanidad pública han hecho que aumente el tiempo para poder ser intervenido en quirófano. Un 23% más de tiempo de espera. Los pacientes han de esperar de medio año a nueve meses como media para poder entrar en un quirófano. Porque lo importante es reducir el maldito déficit público, no respetar el irrenunciable derecho a la salud. Sin olvidar que miles de camas y decenas de quirófanos cerrados en verano “excepcionalmente” para ahorrar, no han sido reabiertos. Y lo ocultan a los ciudadanos.
En España, además de recortes varios en sanidad, se despiden profesores interinos de enseñanza secundaria por miles. Para reducir el déficit público. Y en otra punta de Europa, el gobierno griego decide despedir a 30.000 trabajadores públicos. Mientras el gobierno rumano recorta un 25% los salarios públicos y reduce un 15% el gasto para sanidad o para atender discapacidades.
Los recortes que violan derechos no cesan. Situaciones iguales o similares se perpetran en toda la Unión Europea. Los gobiernos abandonan a la intemperie los derechos humanos sociales de la ciudadanía. Tan derechos como los políticos y civiles, por cierto, cuyo respeto nadie pone en cuestión.
Aparte de que el déficit se reduce de modo menos dañoso (reducir altísimos retribuciones y privilegios de altos cargos, reducir coches oficiales, reducir o suprimir convenciones, viajes, banquetes oficiales, campañas publicitarias institucionales, opacas asesorías, informes y estudios dudosos, suprimir proyectos faraónicos inútiles, reducir gasto en armamento...), ¿por qué no aumentar de una vez los ingresos públicos haciendo que quienes más beneficios tienen paguen más? Es justo y necesario, porque Europa lleva tres décadas rebajando incesantemente impuestos a los ricos y muy ricos, a las grandes empresas y no tan grandes, a las corporaciones...
El ex presidente del gobierno español, Felipe González, ha expresado recientemente una verdad incontestable: “Para pagar la deuda es necesario crear empleo. Es locura pensar que resolveremos el déficit impidiendo que la economía crezca”.
A estas alturas es obvio que reducir el gasto en sanidad, educación y protección social y destruir empleos públicos (cuando la crisis ya se encarga de dejar en la calle a millones de trabajadores) no es el camino, sino todo lo contrario. Los propios ministros de economía europeos empiezan a vislumbrar que acaso la estrategia alemana de austeridad impida la recuperación económica. La última rebaja en las previsiones de crecimiento les lleva por fin a dudar de la política de austeridad impuesta en la eurozona. ¿Que creían? Conocemos todo un período histórico del siglo XX que así lo demuestra.
Los Nobel de economía Krugman y Stiglitz no cesan de recordar que Europa va en la dirección contraria a lo que debería hacer y el también Nobel Samuelson escribió que “sin inyección pública fuerte y sostenida de nuevo poder adquisitivo, una economía en recesión va de mal en peor. La reducción del empleo hace que el consumo se contraiga. Y la disminución del gasto provoca aumento del desempleo”. En plata: sin inversión y gasto públicos generosos no se activa la economía ni se puede combatir el desempleo. En la vieja Europa se hace lo denunciado por el presidente Correa de Ecuador: “Absurdo que en medio de la crisis las grandes potencias dediquen el dinero a sus crisis financieras y no a enfrentar la crisis de verdad”.
Si con recortes y austeridad a ultranza no se enfrenta la crisis en serio (haciendo que la economía se active) y más bien se va hacia la recesión o estancamiento, tal vez lo que busquen de verdad es cambiar el modelo de estado de derechos sociales establecido gradualmente tras la segunda guerra mundial. Tiene que ser eso, porque tan estúpidos no son.
Y eso no lo podemos permitir.
(*) Periodista y escritor, Centro de Colaboraciones Solidarias