Sus mentiras lo condenan
Por César Lévano
El vicepresidente Omar Chehade Moya ha proclamado ayer su inocencia y ha invocado a la opinión pública para que respete el principio constitucional de presunción de inocencia.
Lo malo es que él ha acumulado mentiras y silencios que conducen a presumir su culpa. Notable es que inicialmente dijera que el tema Andahuasi no se había tocado en la cena que ofreció a tres generales de la Policía en el restaurante Las Brujas de Cachiche. Hasta lanzó un anatema moralizador contra el general Guillermo Arteta, quien había sostenido que sí se había hablado de ese caso.
“El general Arteta está urdiendo una burda mentira conspirativa”, clamó Chehade.
Después de que los testimonios de los generales concordaron en que el tema fue abordado, Chehade admitió que se había puesto sobre el tapete; pero “de manera tangencial”.
Se abrió aquí un abanico de sospechas. Si un asunto tan grave sólo se mencionó “de manera tangencial”, ¿qué fue lo que se dialogó de manera no tangencial? ¿hubo un análisis profundo del asesinato del joven universitario Walter Oyarce en el Estadio Nacional? ¿Se debatió sobre la crisis de la seguridad ciudadana, en un escenario inadecuado y con personas ajenas a ese problema? ¿todo se redujo a un brindis de gratitud al general Raúl Salazar por el resguardo policial que había brindado a Chehade durante la campaña electoral?
El Vicepresidente y congresista carece del sentido autocrítico. De poseerlo, debería haber alegado que, cuando se habló del litigio de Andahuasi, él debió haber pedido a su hermano y al amigo de éste que no se abordara tal tema.
Hubiera debido reconocer asimismo que alguien, su hermano Miguel o algún político de alto vuelo, le sugirió invitar a esos tres generales, precisamente informados sobre Andahuasi y con experiencia en el problema.
En la perspectiva estaba el desalojo a sangre y fuego de los trabajadores del centro azucarero. Por algo en la cena se afirmó que los Wong podían financiar el traslado de Policías, de logística y hasta de caballos. Sobre esos datos calla, es decir, miente Chehade.
Lo cierto es que, en general, la opinión pública no cree en la autoproclamada inocencia de Chehade. Buena prueba es la siguiente décima, que, con otra publicada ayer, me fue donada este domingo por un personaje anónimo, mientras yo almorzaba a solas en un lugar público:
Nuestro Vicepresidente
niega que sea testigo
de su hermano y de su amigo
de la propuesta indecente.
Pero comenta la gente:
no es fácil andar derecho
cuando hay dinero al acecho
y no hay moral ni decencia,
pues el tráfico de influencia
se agrava con el cohecho.
Cahuide
(Autor de las Décimas Impublicables)
Nota bene. En mi columna de ayer, por error de transcripción, salió inexacta la cita de Oscar Wilde. La frase correcta es: “El hombre que moraliza es casi siempre un hipócrita”.
La Primera.