Carta de Manongo Mujica sobre las Lagunas de Conga
Señor Presidente:
Hace miles de años regresé de Europa a mi país con el propósito de aprender a escuchar su infinito paisaje. Como músico y artista plástico el sentimiento del paisaje peruano me abrió puertas insospechadas que todavía resuenan en mi trabajo sonoro-pictórico.
De esta constante observación nació el concepto y la visión de un “paisaje sonoro”, es decir el intento de buscar una actitud justa y silenciosa que nos haga posible escuchar y captar el tono, el color, la textura, la atmósfera y finalmente el espíritu de la música que subyace en la naturaleza. Si aprendiéramos a escuchar la naturaleza no solamente descubriríamos su canto y estructura secreta, sino además la veríamos en su verdadera dimensión.
Empiezo así esta carta, Señor Presidente, porque sin ser político, empresario ni activista radical, simplemente una persona comprometida con la sonoridad de su país y la belleza única de sus paisajes naturales, me siento abrumado y entristecido al ver que la belleza extraordinaria de estas lagunas, amenazada de ser destruida, no es tema de consideración y nadie en la prensa parece contemplar el sentir de estos seres ni el respeto por sus vidas.
La gran paradoja es que estas lagunas representan no solo una gran belleza paisajística sino que además, por su ubicación estratégica, han servido durante siglos de guardianas del oro. Consideradas sagradas por la gente sensible que conoce su historia, pasan a ser una simple fuente de explotación para la ambición y codicia de un pequeño grupo de empresarios. Es más, ahora su sacralidad se convierte en un verdadero obstáculo para su proyecto. ¿Dónde está el sentido común que podría lograr que estas lagunas generen oro sin que éste sea extraído de su fondo sino por la promoción de su paisaje? ¿Es que los “hombres de empresa” no respetan la naturaleza y creen que manipulándola se van a hacer “más hombres” sin importar el desastre que este proyecto generaría?
No voy a entrar en considerandos de índole técnico pues el Ministerio del Medio Ambiente ya transmitió las consecuencias de este despropósito, pero lo que sí quiero y debo transmitir como músico es el profundo dolor de las lagunas de cuyo silencio y majestuosidad nadie habla. ¿No es este un mensaje terrible para los extranjeros sensibles que con gran esfuerzo vienen al Perú a aprender de nuestra riqueza ambiental y paisajística? ¿No sentimos en el fondo de nuestra conciencia algo perverso y fuera de todo sentido común en el hecho de destruir la naturaleza justificando este acto con el cuento engañoso del progreso que solo cubre el enriquecimiento desmesurado de un minúsculo grupo empresarial?
Creo Señor Presidente que usted SI PUEDE en nombre del respeto hacia la integridad de la Madre Naturaleza decir NO a Conga. Su NO va a ser un SI a la vida. Y el Perú lo recordará como el único presidente que tuvo el coraje de hacer respetar la vida del agua, antes que la codicia del oro.
Atentamente,
Manongo Mujica