Futuro de la izquierda peruana

Por: Ubaldo Tejada Guerrero (*)

“Lo bueno de las crisis es que abren la posibilidad a caminos distintos. En términos generacionales, estamos ante el gran fracaso final de una de ellas. Abatidos, cansados y derrotados. Lo que no consiguieron en los ochenta tampoco lo han conseguido en su última madurez. Un proyecto a largo plazo, por temas biológicos, los deberá tener no como actores sino casi como un consejo de ancianos. Por eso considero que no es una tarea partidaria, sino generacional. No es labor de un partido ni de sus actuales cabezas. Se necesita sangre nueva”.

(Carlos León Moya – “El fin del ala izquierda: un fracaso mas que importa”).

El Perú está dividido y sumamente polarizado. Aunque a lo largo del siglo XX ha crecido de manera constante no ha logrado conjurar los grandes males republicanos: el cesarismo autocrático, el mesianismo militar, la corrupción endémica y la pobreza extrema.

La oposición entre la costa fenicia y la miseria de los Andes ha pasado factura. Sin embargo, Ollanta no tiene en sus manos un cheque en blanco, pese a su giro a la derecha, el apoyo de los grupos de poder económico y la casta militar.

Frente a dicho panorama, la izquierda debe revisar sus presupuestos programáticos, su línea política y sus fundamentos de organización, a manera de debate, algunas de las líneas de concepción que creemos deberán formar parte de una nueva identidad programática de la izquierda en general. Una izquierda clara y definida no pasa sólo por una tarea de marketing político, sino por un mínimo de rigurosidad democrática.

Debemos ensayar, de cara a los retos del presente siglo XXI, la realización de un Congreso, con presencia de invitados especiales y fuerzas amigas o aliadas, del mundo del trabajo, universitarios, de las organizaciones campesinas y de pobladores, que aporten lo mejor de su conocimiento y de sus propias ideas sobre los caminos a seguir para avanzar en la transformación económica, social y política de Perú.

La refundación y regeneración de la Izquierda en el Perú, no implica su disolución, sino su reafirmación en un nuevo proyecto político. Refundar y regenerar la izquierda, significa dar a nuestro instituto político la dimensión de un partido capaz de involucrarse hoy íntimamente y sin condicionamientos pragmáticos o mezquinos con los sectores sociales a los que pretende representar o, en su caso, acompañar en la lucha y construcción de un país verdaderamente democrático donde el desarrollo económico tenga el signo de la equidad y de la sustentabilidad.

En partidos pequeños con “alguna” representación popular tenemos miles de nudos con los cuales coordinar y dialogar a fin de lograr algún acuerdo, con un partido estructurado se tiene la ventaja de reducir estas largas y tediosas transacciones, y claro: llegar a acuerdos y consensos.

Ahora, otra cosa muy distinta es ver quién da el primer paso y quién de los muchos líderes de izquierda reconoce el campo de juego y decide por fin ver más allá de su pequeño grupo y reconoce que no sólo hay un espacio para la izquierda, sino que hay una necesidad natural de que esta regrese, de donde sea que haya estado.

Un renovado programa político de la izquierda debe promover y comprometerse con la formación de núcleos, comités y unidades de participación de base, así como clubes o asociaciones civiles organizados en torno a alguna actividad profesional, a tareas sociales y culturales, deportivas o de esparcimiento.

Estas unidades organizativas pueden tener un definido signo partidario, pero pueden construirse también en forma mixta, ligados en su núcleo celular o asociativo por el interés fundamental de cumplir ciertas tareas o metas de la agenda democrática, social, política o cultural que se defina.

Es necesario, abrir múltiples frentes y movimientos regionales, entrelazados e intercomunicados que formen un consistente tejido social, político y cultural capaz de resistir al conservadurismo emergente, reclamar la promesa incumplida, diseñar fórmulas nuevas y creativas de movilización y de defensa de derechos esenciales, construir propuestas y alternativas de políticas públicas en el nivel federal y en los niveles locales en los que la izquierda y fuerzas aliadas son gobierno.

Frente a la construcción de un nuevo Estado gerencial la izquierda debe contraponer la línea estratégica fundamental de construir un Estado social. La izquierda peruana se debe a la idea de un Estado democrático con responsabilidad social, cuyas políticas hacia la población mayoritaria se basan en la creación y el ejercicio de los derechos y no en estrategias para la administración regulada de la pobreza.

Por las razones expuestas, resulta esencial modificar aquellas concepciones que reduce la esencia de nuestra naturaleza partidaria a ser "una organización que busca el acceso al poder político". Ello no sólo es limitativo en cuanto a nuestra definición de metas, sino que distorsiona el sentido de nuestra militancia y de nuestra relación con los movimientos civiles y populares de todo tipo.

(*)Analista Global – Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.