¡Ajedrez de cínicos!
Por Herbert Mujica Rojas
Luego de la excarcelación de Alberto Kenya Fujimori, suceso que escribirá otra nueva página de infamia en la historia del Perú tan zaherida y maltrecha por esta clase de violaciones, ¡ningún ex presidente —y menos ex ministro o alto funcionario— sentirá que se le mueve el piso vitaliciamente! Por eso el ex mandatario Alan García Pérez, uno de los grandes destructores de la democracia de partidos, puede condolerse —dice él— de la situación del japonés que regaló el país en grandes porciones jugosas y exultantes de dólares, euros e inversiones cuyas máximas ganancias visitaron Perú para recalar allende y aquende.
La impostura puede ser definida como un ajedrez de cínicos: los trebejos se mueven no al compás que demanda la pulcritud de la cosa pública sino ¡cómo me blindo apelando a la lástima y pena que sienten algunos peruanos por la mala salud del nipón Kenya Fujimori! Dudosamente hay en Perú quién pueda enseñarle al señor Alan García Pérez a manejar mejor su cuasi única arma: la categórica orfandad de escrúpulos que muestra en cada gesto, palabra, pose o ademán. Y, además, construyó lazos de dependencia con siervos que no pueden permitirse el lujo de cuestionar ¡ni su mirada! porque van presos. Acaso sería bueno preguntarle a Rómulo León sobre esta clase de circunstancias.
¿Es Kenya Fujimori un ex presidente cualquiera? Afirmar semejante inexactitud sería criminal. Fujimori fue un regalador del patrimonio nacional desde la dictadura delincuencial que condujo al alimón con Vladimiro Montesinos y con miles de funcionarios que se beneficiaron del robo, del chantaje, de la exacción, del asesinato de peruanos inermes e indefensos en todo el país. Despreció la historia patria y apisonó las avenidas de invasión de transnacionales que hoy imponen qué se fabrica, cómo se paga, cómo se regula la dependencia en tecnología y ciencia del país, en suma nefasta, qué y cómo Perú fue convertido en escupidera del designio foráneo y que engrilletó a la nación a un modelo primario, exportador de piedras y metales. El azúcar o el oro caro y el cholo barato.
Los partidos políticos, sin excepción, fueron barridos, descolocados, pulverizados. Muchos de los “líderes” pactaron con el fujimorismo y no lo hicieron para caminar en bienaventuranzas por Perú, lo hicieron para ganar dinero a carretadas y muchos millonarios reconocen su origen en el largo túnel de infamias que fue esa década en que los cacos gozaban mostrando sus dineros mal habidos.
Los medios de comunicación acentúan el lado “humanitario” del dolor de Kenya y su deterioro convenientemente mostrado en fotos lastimeras. Manipulan el morbo ciudadano y la carencia de una actitud cívica que abomine de lacras y de criminales sentenciados por sus faltas contra derechos humanos. No extrañe que una gran ceremonia oficial otorgue el cacareado indulto a quien se fugó del país y renunció por fax, cómodamente acompañado por decenas de maletas de las que nadie nunca supo su contenido.
Por tanto, el ajedrez de cínicos que conduce con descaro proverbial el señor Alan García Pérez, fabrica la urdimbre de impunidad más indecorosa e indigesta que pueda recordar la historia reciente del país. Y la complicidad de los recién llegados no es menos lamentable así inventen lo que se les antoje. El acriticismo ciudadano de un pueblo castrado desde 1821, les acomoda muy bien para incorrecciones de esta laya.
Nuevamente y desde la tumba nos advierte don Manuel González Prada:
“Porque en todas las instituciones nacionales y en todos los ramos de la administración pública sucede lo mismo que en el Parlamento: los reverendísimos, los excelentísimos, los ilustrísimos y los useseñorías valen tanto como los honorables. Aquí ninguno vive su vida verdadera, que todos hacen su papel en la gran farsa. El sabio no es tal sabio; el rico, tal rico; el héroe, tal héroe; el católico, tal católico; ni el librepensador, tal librepensador. Quizá los hombres no son tales hombres ni las mujeres son tales mujeres. Sin embargo, no faltan personas graves que toman a lo serio las cosas. ¡Tomar a lo serio cosas del Perú!
Esto no es república sino mojiganga.” Los honorables, Bajo el oprobio, 1914
http://www.voltairenet.org/Los-honorables,120681
De alfiles, caballos, torres, trebejos, damas y reyes, está poblado este ajedrez de cínicos que es la historia del Perú.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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