Inocentes políticos
Por Juan Sheput
Una de las acepciones de la palabra inocente es “cándido, sin malicia, fácil de engañar”. Es en ese sentido que cual anticipo del día de inocentes, el premier Oscar Valdés instaló la mesa de trabajo para estudiar los alcances del peritaje internacional de minas Conga. A la cita se negaron a asistir los principales representantes de Cajamarca, argumentando que no pueden trabajar sobre la base de un acta que no ha sido discutida y, por ende, menos consensuada.
El gobierno ha saludado, por exitoso, este gesto. Por lo visto el premier Valdés ignora que la negociación, por definición, es el arte de acercar puntos de vista discrepantes. Por tanto una negociación no es una reunión de amigos pues, si no hay diferencias ¿para qué entonces una negociación? Lo de ayer, tal y como ya lo han manifestado analistas y dirigentes cajamarquinos, no constituye una solución.
Si el premier Valdés insiste en este tipo de acercamientos mediáticos pero inefectivos, se constituirá él en el principal generador de conflictos. Es absolutamente iluso poner en una mesa de negociación a tres ministros sin experiencia política, más aún cuando al frente tienen a personas con oficio político, objetivos y estrategia clara.
Pero la pérdida de sentido de la realidad no es exclusividad del premier. Se extiende al resto del gabinete. Por ejemplo, el ministro de Economía Luis Castilla tiene un optimismo económico tan desbordante como el de Alan García, que, como recordarán, aseguró que él garantizaba que no habría crisis en el 2009, desplomándonos luego a un crecimiento, que gracias al maquillaje, raspó el 0% cuando a todas luces fue negativo. Luego de seis meses de gobierno, el ministro Castilla sigue dando declaraciones políticas, haciendo promesas que ponen en peligro nuestro equilibrio fiscal. Economistas de fuste le han pedido mesura. Uno de ellos, Carlos Adrianzén, respecto a dicho sector, ha tenido una frase contundente: nuestra economía es lo más parecido a nuestro fútbol. Inteligentísima semejanza. Saque usted sus conclusiones.
Finalizando el año expertos como Carlos Basombrío, Javier Torres o Fernando Rospigliosi coinciden en que el principal problema de este gobierno es la falta de objetivos. Efectivamente. Y eso significa falta de conducción política. La falta de sentido de adónde querer ir no es sinónimo de pragmatismo como algunos oficialistas aseguran. No saber adónde ir es un peligro que más temprano que tarde pasará la factura.
Sin embargo, a pesar de este notorio desconcierto que muestra el gobierno, no hay preocupación por la próxima presentación del premier Valdés ante el Congreso. Estamos seguros que obtendrá el voto de confianza de las diversas fuerzas políticas. Sin ningún problema. Pero eso no debería tranquilizar al premier. Debería recordar, más bien, la frase que dijo el presidente Humala la misma noche que asumió el poder: la política real ya no está en el Congreso. Y vaya que los hechos le están dando la razón.
Artículo publicado en Diario 16