Por Herbert Mujica Rojas
Empieza a descubrirse en el Congreso, la existencia de empleados que no son lo que dicen, cobran lo que no deben y actúan con favoritismos claros y en perjuicio de la ética ciudadana. La prensa y sus múltiples vectores están con hambre de circo y víctimas. ¿A qué se debe una reacción que, siendo interesante, no deja de llamar la atención? Enhorabuena si lo que se quiere es escarmentar una viejísima tara en el Establo. Prueba de ello: la denuncia que formulé un tiempo atrás (como se da cuenta líneas a posteriori). ¡Por supuesto que la Comisión legiferante enterró, entonces, bajo toneladas de disculpas el entuerto y se lavó las manos! ¡Y de paso toleró la sinverguencería manifiesta de Alcides Chamorro quien no tuvo otra defensa que el dicterio vía los mismos medios y el argumento, de dudosa eficacia, ad hominem. De repente lo ocurrido sirvió para algo, aunque entonces pareció un disparo en medio de un océano infestado de tiburones de todo tamaño. Leamos.
Señal de Alerta
Chamorro acusado en Comisión
Esta mañana de fin de marzo, en la Comisión de Etica se debe estar analizando la acusación fundamentada que hice contra el parlamentario Alcides Glorioso Chamorro Balvín por proteger a un empleado fantasma, Max Galli, quien cobraba como su asesor principal, sin trabajar ni presentarse en el Congreso. En buen romance, una práctica abominable que significa que los tontos peruanos paguen para que otros ganen dinero sin hacer nada.
Con la mañosería típica de abogado cunda, Chamorro, ha pretendido cohonestar su mala acción diciendo que no hubo “nepotismo” en el caso que denunció Radio Programas del Perú y que, más modestamente, volví a poner en blanco y negro. Pero hay antecedentes alarmantes que perfilan que Chamorro es un lobo practicando el insano deporte de apropiarse de dineros de manera indebida.
El programa televisivo de César Hildebrandt dio cuenta pormenorizada que Alcides Chamorro había viajado a Estados Unidos con dinero del Estado. En efecto, el legiferante –que ocupa una presidencia de comisión que le permite berrear en cuanta ocasión se le presenta- tuvo que reconocer el desmán y ¡no sólo eso!, ¡devolver los fondos al Estado! ¿Qué garantiza que el efectivo que cobró supuestamente Max Galli, haya llegado a sus bolsillos o al de otro vivo con antecedentes vergonzosos?
Si la Comisión de Etica que preside Fabiola Morales, tiene real interés en destapar una olla hirviendo y con muy malos vapores, debía investigar al milímetro a Chamorro Balvín y estudiar las pruebas documentarias que presenté contra el legislador. ¡Es más, debiera citarme y ―como pido también― recabar la grabación completa de RPP para mayores elementos de juicio sobre este indecoroso esperpento!
Si ocurre lo contrario, es decir, que no se haga nada o se desdeñe una acusación pública, por un mal entendido espíritu de cuerpo y de solidaridad en la comisión de delitos que el pueblo sufraga sin saber, estaríamos frente a un caso enorme, clamoroso, monumental y aberrante de corrupción degradante. En cualquier caso, tenía razón, mucha razón, Manuel González Prada cuando decía que hasta el caballo de Calígula se avergonzaría de ser parte de semejante corporación (el Congreso).
Esta denuncia fue presentada en noviembre del 2004. Hablé por teléfono e intercambié varios emails con el presidente del Congreso, Antero Flores Aráoz, quien me aseguró que este caso iba a ser visto en la Comisión. Tal parece que se olvidó o tuvo mucho que hacer más importante que velar por la precarísima integridad moral del Parlamento o porque –según dicen- Chamorro forma parte del inner circle de sus allegados más íntimos. Como eso a mí me importa un ardite ¡volví a presentar la denuncia pocas semanas atrás porque no voy a permitir que un Congreso que no representa a nadie se burle de un ciudadano que presenta pruebas y las esgrime ante cualquier tribuna!
Una solución terminal discurriría por aquella que sugerí públicamente en Liberación años atrás: ¡quemar el Congreso con todos sus integrantes adentro! Y así ¡sanseacabó! Pero los cánceres republicanos son recurrentes y si no son estos, serán otros ¡y hasta peores! Y nótese que este Parlamento es más malos que los más malos del fujimorismo ¡que no es poco decir!
Como dicen los gringos: wait and see!
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